Aunque el Gobierno celebra que la inflación mensual bajó al 2,8%, la mayoría de los argentinos sigue esperando subas por encima del 4%, según el último informe del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella. Esta brecha entre lo técnico y lo cotidiano pone en duda el verdadero impacto de las medidas oficiales.
Una baja que no se nota en el changuito
El informe indica que la expectativa de inflación para mayo se mantiene en 4,23%, una cifra que no se mueve desde enero. En contraposición, el INDEC muestra cifras que caen mes a mes. ¿Qué genera esta desconexión? Muchos apuntan a la canasta del IPC, que sigue basada en consumos de 2004 y no contempla nuevas costumbres como suscripciones digitales o pagos móviles.
El peso de la confianza en la economía
Otro dato clave: la inflación esperada para los próximos 12 meses bajó al 38,8%, aunque sigue muy por encima del 31,8% proyectado por el REM del Banco Central. Incluso está lejos del optimista 18,3% del Presupuesto 2025. Como señala el propio BCRA en su Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), consultable en su sitio oficial, la desconfianza puede distorsionar toda la política económica.
Cuando el dato oficial de inflación no cambia la conducta
No es la primera vez que los indicadores oficiales y las percepciones se alejan. Mientras el Gobierno insiste en la desaceleración, los consumidores ajustan su comportamiento: posponen compras, exigen subas salariales y dudan en invertir.
Este fenómeno ya fue advertido en otras oportunidades, especialmente cuando la coyuntura electoral agudiza la desconfianza social.