La secretaria de Minería y Energía, Flavia Royón, relató cómo se logró salvar la central de Atucha en un momento crítico y resaltó que todo fue posible gracias al ingenio argentino. Su testimonio se convirtió en un reconocimiento al trabajo de técnicos y especialistas que intervinieron en el proyecto.
Según explicó, el problema técnico que afectaba a la planta parecía no tener solución inmediata. Sin embargo, ingenieros locales desarrollaron una alternativa innovadora que permitió resolver la falla y garantizar la continuidad de la central nuclear. Para Royón, ese episodio demuestra la capacidad y la creatividad que existe en el país.
El relato despertó orgullo en distintos sectores vinculados a la ciencia y la tecnología. Profesionales y gremios remarcaron que la experiencia de Atucha confirma la importancia de apostar por el conocimiento nacional. En cambio, voces críticas señalaron que la política energética sigue mostrando falencias estructurales que requieren planificación a largo plazo.
En paralelo, Flavia Royón subrayó que el caso de Atucha refleja la necesidad de invertir en talento local. Afirmó que Argentina cuenta con profesionales capaces de resolver problemas complejos, pero que se necesita un marco estable de políticas públicas para aprovechar ese potencial.
Analistas en energía interpretan que su mensaje apunta a reforzar la idea de un modelo basado en la soberanía tecnológica. Al destacar el ingenio argentino, la funcionaria busca mostrar que el país puede enfrentar desafíos sin depender de soluciones externas.
El episodio también se conectó con el debate más amplio sobre el futuro energético. Documentos oficiales de NA-SA, la empresa a cargo de Atucha, confirman que la central sigue en funcionamiento y que el plan de mantenimiento contempla nuevas inversiones.
Con esta historia, Royón no solo recuperó un hecho técnico, sino que lo convirtió en símbolo político. Su relato sobre Atucha instaló un mensaje de confianza en la capacidad nacional para superar crisis y proyectar desarrollo.