SALTA (Ernesto Bisceglia) – Hablar de una Reforma constitucional supone revisar parcialmente su texto modificando, sustituyendo o añadiendo normas sin modificar su estructura y principios fundamentales.
La gravedad de la materia impone que los ciudadanos y sobre todo los futuros constituyentes tengan claro que está en juego el futuro de todos los salteños y no el futuro político de un iluminado o un grupo de elegidos. Aquí se encuentra un primer problema y no menor, que es la ignorancia y la apatía del pueblo sobre lo que se estará tratando.
La Constitución provincial es la ley fundamental de todos los salteños, es el compendio de derechos, garantías y obligaciones que les corresponden a todos y donde están jerarquizados los valores sociales que consolidan la vida en sociedad como: el derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad, a la salud, a la educación, en fin, a una vida digna. Esta es, pues, la importancia de una Constitución.
Este parágrafo anterior denuncia la importancia de elegir constituyentes que estén por arriba de la mediocridad sustentable que existe hoy en la política, abriendo el juego a ciudadanos de buena voluntad y capaces; esto será posible a través de foros, ateneos y cabildos vecinales donde se enseñe de qué se trata una Reforma y se recaben ideas.
Porque dejar una Reforma constitucional en manos sólo de políticos es correr el riesgo de perder la posibilidad de trascender a los tiempos ya que esta es una oportunidad para pensar los sueños colectivos y plasmarlos en la norma. Es preciso evitar que vuelvan a cristalizar más de dos mandatos y terminar con la perennidad de funcionarios que resultan altamente nocivos a la salud de la democracia. Hay que reformar pensando en los venideros.
El Municipio, una pieza clave
Importante será tratar de los municipios y la vida en vecindad incluyendo herramientas que otorguen una mayor participación al vecino y hagan ganar en autonomía a este Instituto a fin de que puedan mejorar el manejo de los recursos públicos y avanzar en materia de ordenamiento territorial a nivel político e institucional.
Esto es necesario ya que en las últimas décadas los municipios han tenido que asumir nuevas responsabilidades como la educación, la salud, la infraestructura, el desarrollo de nuevas actividades vecinales y una materia crítica, la cuestión del medio ambiente, entre otros.
Se debe introducir el concepto de gobernanza, superador de aquel de gobernabilidad que es verticalista. Hoy, la participación de los vecinos y de las organizaciones del Tercer Sector es mucho más visible, de modo que la estrategia política tiene que cambiar ampliando esa base participativa haciéndola más horizontal.
Los concejos deliberantes deben ser fortalecidos ampliando los mandatos a cuatro años para que sean escuelas de la democracia y no trampolines para otros cargos. En aquellos municipios que lo ameriten debe incluirse la figura del viceintendente para dejar el espacio político que necesita el titular del Ejecutivo municipal para dedicarse a su tarea de conducir y ejecutar.
Hay que hablar de soberanía alimentaria y ambiental fomentando la producción local y generando mercados locales, así como promover el cuidado forestal y ambiental.
En suma, el Municipio, la gobernanza y la participación vecinal, vienen a ser garantes de la democracia. En un país donde la estructura política está desguazada, el Municipio por ser la Institución política y burocrática más próxima al vecino adquiere una importancia superlativa.
La Reforma de la Constitución provincial debe devolver la alternancia eliminando las reelecciones indefinidas, incluir los nuevos temas de la sociedad y aprovecharse para delinear el camino de los salteños para las próximas décadas. Si se utiliza otra vez para satisfacer ambiciones personales o de grupos, habremos perdido el tiempo… y los tiempos.-
