(Por Federico Mena Saravia -Director-) El Día del Periodista siempre resulta un momento bastante especial para todos los que hacemos de esta profesión u oficio un estilo de vida.
Sin embargo, debemos reconocer que quedaron atrás los días en que ejercer el periodismo era motivo de orgullo porque quien escribía era fuente de veracidad e información, para los lectores de los medios de comunicación.
Este año, como nunca antes, en lugar de celebrarlo debiéramos todos realizar una severa autocrítica que debe partir desde el convenio mismo del periodista –el más antiguo, desactualizado y subjetivo que existe entre todos los convenios laborales y que nadie ha tentado modificar, quizás, por temor-, hasta el rol que ocupan en la actualidad todos los comunicadores sociales y periodistas de todos los medios: radio, televisión, prensa escrita y digital, donde la “crónica de los hechos” ha sido reemplazada por opiniones personales cargadas de adjetivaciones que terminan manipulando y tergiversando los verdaderos hechos para convertirse en una falsa información o verdad a medias. Así, hoy más que nunca, toma fuerza el slogan de El Intransigente que reza: “La verdad debe contarse entera, ¡Siempre!”
En una adhesión total a su pensamiento sobre este día, me suscribo a las palabras publicadas por el periodista Juan Carlos Andrada, corresponsal de El Intransigente en la Provincia de Catamarca quien expuso en sus redes sociales una opinión que tiene más de proclama y alerta que de texto celebratorio, cuando dice: “Me debato entre hacer un saludo hipócrita aunque cordial solo para quedar bien con algunos colegas, o ratificar mi posición de que hay que replantearse la función para no quedar entrampados en el mecanismo de poder y la billetera de turno. Por supuesto, no puedo con mi genio. Considero que desde hace un tiempo largo los periodistas somos parte del problema, no de la solución. En este día siento que tenemos poco para festejar, más bien es una jornada de reflexión y sobre todo de PEDIR DISCULPAS a la sociedad porque les FALLAMOS” ¡Perdón!
