SALTA (Redacción) – Año 2019, desde que te levantás estás haciendo cosas y cuando creés que parás no parás realmente, porque seguro tenés en la mano el celular y estás leyendo esto o yéndote a navegar en otras páginas y entonces qué… Solamente creés que no estás haciendo nada porque tu cuerpo no está yendo y viniendo, pero qué hay de tu cerebro, el motor de tu cuerpo, estás inyectándole estímulos constantemente.
Bienvenidos a la era en la que no hacer nada te hace sentir culpable, te hace sentir inservible, te hace sentir menos interesante, pero a saber… en esta sociedad si sos como todos entonces preparate para el bombardeo de mensajes que te ordenan cosas como: “No te detengas cuando estés cansado, detente cuando acabes” o como dice Nike en su campaña: “Rise and grind”, levántate y esfuérzate, o “No pain, no gain”, sin dolor no hay ganancia. ¿Ya se te hace conocido el panorama? Por eso es importante saber que no sos más interesante por no contestar los mensajes porque eso da a entender que estás ocupado, no sos más importante o profesional por no tener tiempo nunca.
“La mayoría de las personas que promueven la obsesión con el trabajo no son quienes realizan ese trabajo, son los administradores, los financieros y los propietarios”
David Heinemeier Hansson, autor del libro It Doesn’t Have to Be Crazy at Work
Existen numerosos estudios psicológicos que demostaron que las personas, especialmente los norteamericanos sienten “terror” ante el ocio pero la ironía se presenta cuando están ocupados y desean estar libres. Y nadie se fijó que la mayor parte de nuestra evolución se dio gracias a la reserva de energía de nuestros antepasados. Para estar en paz lo único que necesitamos agregar a nuestra rutina -además de una dieta balanceada, vivir a conciencia y ejercicios físicos- es un rato para lo que los neerlandeses llaman: niksen.
En criollo esa expresión sería: no hacer nada, y te voy a contar unos beneficios que trae aparejado eso de no hacer nada, para eso el primer paso es identificar en qué momento sos productivo y creativo y en qué momento empieza tu cuerpo a trabajar por inercia o “en piloto automático”, entonces ahí es el momento niksen. Si no vas a descansar recostado entonces la mejor opción es salir a caminar pero lo que importa es que haya un propósito.
El segundo paso es desterrar de tu vida la cultura de la preocupación, tenés que naturalizar el no sentir culpa si durante tu tiempo de descanso te preguntan “¿qué hacés?”, la gente suele inventarse acciones porque le da vergüenza responder “nada”, hay que dejar de sentir familiaridad con estar todo el tiempo ocupado.
Luego te toca cuidar de tus expectativas porque ya naciste preocupado y permitirte estos momentos van a preocuparte más pero sin miedo, es como cuando uno empieza a ir al gimnasio, hay que crear un hábito y después vas a notar los beneficios del niksen. El siguiente cambio es reordenar tus espacios, ¿sos de los que tiene la mesa o la cama frente al televisor? Lo mejor es alejar todos los aparatos electrónicos de nuestro alcance para evitar que interrumpan el clima de descanso, la idea es no hacer nada con ellos.
Y el último paso es pensar de forma creativa, si los momentos niksen pueden llevarse a cabo en la oficina o en la casa, genial pero sino lográs desconectar lo ideal sería invertir creatividad en ellos para hacer que sucedan: planes al aire libre, salir solo, un día de spa si está en tus posibilidades o juegos sin reglas como pelotas de relajación, arenas cinéticas, etc.
«Deja que la mente busque sus propios estímulos, es ahí donde empezamos a soñar despiertos y la mente comienza a vagar, y es en ese punto cuando hay más probabilidades de que nos llegue la creatividad».
Sandi Mann, psicóloga de la Universidad de Lancashire Central en el Reino Unido.