SALTA (Redacción) – Cada 24 de octubre se conmemora en todo el mundo el Día internacional contra el Cambio Climático. Se trata de una jornada impulsada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para reflexionar y advertir sobre las consecuencias de este fenómeno que daña al medio ambiente. Durante las últimas décadas se convirtió en un tema de discusión en la agenda internacional. Sin embargo, aún queda un extenso camino para impulsar medidas para frenarlo.
Como bien señala El Intransigente, según definen distintos sitios oficiales del texto, se puede definir al cambio climático como la variación global del clima y la temperatura del planeta, generada a largo plazo por causas naturales. Si bien es un proceso natural del planeta que se va desarrollando por el tiempo, la intervención del hombre es responsable de que estos plazos se aceleren a raíz de la emisión de los gases de efecto invernadero.
El efecto invernadero es ocasionado por la emisión de determinados tipos de gases que se han multiplicado desde la época de la industrialización hasta la actualidad. De acuerdo a los expertos, de entre todos los tipos de gases de efecto invernadero, el más propagado y que representa dos tercios de todos los tipos es el dióxido de carbono. La principal causa de esto es la quema de combustible fósil.
Los datos sobre el cambio climático en Argentina y los desafíos
De acuerdo con el último inventario de Gases de Efecto Invernadero de la Argentina, el 53 % de las emisiones del país están vinculadas al sector energético; el 37 % agricultura, ganadería y silvicultura y otros usos de la tierra; el 6 % a la industria y el 4 % restante a los residuos. Para afrontar este complejo escenario, el cambio debería empezar por el pequeño aporte de cada ciudadano.
Organizaciones defensoras del medio ambiente llaman a utilizar energía renovables siempre que sea posible; optar por comprar productos con materiales reciclados y/o biodegradables; reutilizar los productos e intentar alargar su vida útil antes de desecharlos; preferir electrodomésticos de bajo consumo de energía; separar y reciclar residuos siempre que sea posible; optimizar el consumo eléctrico en las casas; y utilizar vehículos que no generen combustión, entre otros.
