Luego de cuatro años de obras y más de 63 millones de euros, la reforma del palacio donde vive la familia real holandesa llegó a su fin. Los trabajos en el Huis ten Bosch arrancaron en 2014, momento en que la ex reina Beatriz abandonaba su cargo para que llegaran los nuevos reyes Guillermo Alejandro I y Máxima de Holanda junto con sus tres hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariane.
Este miércoles la prensa fue invitada a ver las nuevas instalaciones. Mientras que algunas estancias del palacio, construido por orden de la reina Isabel de Bohemia en el año 1645, fueron simplemente restauradas, dado su importante valor histórico y artístico, otras habitaciones fueron directamente redecoradas teniendo en cuenta el gusto más moderno de los nuevos Reyes.
El primer lugar en sufrir cambios fue el vestíbulo que recibe a los visitantes del palacio de Huis ten Bosch. En lugar de la imponente lámpara de araña que se solía encontrar, ahora hay una escultura de luces LED que ilumina los retratos de los antepesados de la casa Orange que cuelgan de las paredes. Se trata de una obra de Studio Drift, uno de los estudios de arte más punteros de los Países Bajos.
Seguimos con “el salón del ADN”. Era conocido originariamente como “Salón Verde” por la seda de este color que recubría las paredes, pero fue reformado por el artista holandés Jacob van der Beugel, aunque mantuvo ciertas piezas del mobiliario original, por ejemplo las sillas verdes características de la habitación. Lo más curioso es que el nombre con el que fue rebautizado se debe al patrón que siguen lass 60 mil pequeñas piedras amarillas que ahora decoran las paredes de la estancia: es la secuencia del ADN de los reyes Guillermo Alejandro I y Máxima de Holanda.
Una situación similar se vivió en “el salón azul”, el terciopelo azul que recubría y daba nombre a esta habitación tuvo que ser retirado por el mal estado en el que se encontraba la tela. Ahora el salón se transformó en una especie de museo, que contiene los objetos fetiche de la familia real. En las paredes están pintadas el manto que llevó el rey en la ceremonia de su coronación, un acordeón, una naranja aludiendo al apellido de la familia (Orange) e incluso hasta la mascota de la familia, un perro negro.
El plato fuerte de la renovación es el despacho de los reyes. El rey Guillermo Alejandro I tiene su “oficina” a continuación del “salón del ADN”. Aunque está presidido por el retrato de un antepasado suyo, Guillermo de Orange, la decoración es moderna. Máxima de Holanda también cuenta con su propio despacho en el palacio. La decoración combina elementos modernos, como la lámpara que cuelga del techo o la obra de arte contemporánea que adorna la chimenea, y elementos antiguos, como un viejo armario en el fondo de la sala.
Por último, junto al despacho de la reina Máxima, se encuentra la biblioteca, decorada de manera similar a aquel: predominan el color azul, el papel de la pared sigue el mismo tema tropical y se da la misma mezcla de piezas de diseño moderno con otras de antiguas. Con todas estas renovaciones, la familia real holandesa se encuentra más cómoda que nunca.