CULTURA

El sueño del celta, el libro viajero

Crónica de una lucha incesante en Irlanda

El sueño del celta

SALTA (Gladys A. Coviello ) – Fue necesaria una selección enérgica y forzada la que debí efectuar en mi biblioteca para trasladarla hacia Tucumán desde Hurlingham. Ahora los libros están felices en su nuevo hogar porque el ventanal del octavo piso les permite ver la nieve de Tafí del Valle durante estos días.

Seleccioné los libros que volvería a consultar o leer.  El sueño del celta de Mario Vargas Llosa viajó dos veces desde Buenos Aires a Tucumán. La primera vez para ser leído en ese retiro intelectual que acostumbro realizar en los meses de verano en Fuerte Quemado. Al finalizar mi estadía regresó a su lugar habitual en Hurlingham. La segunda vez es la definitiva. Como es mi costumbre escribo siempre con lápiz en las páginas del libro. Añadí al final del título: Celta, pueblo que después de ocupar Europa Central se desplazó hacia Las Galias, España y las Islas Británicas. La lengua celta se divide en: irlandés, escocés, galo, bretón, galés y euskara. En la última página dejo mi valoración. Elijo ese lugar para evitar influir en el lector que lo recibirá prestado. Dice la última hoja del libro:

Fuerte Quemado: leído entre el dos y el nueve de enero del año 2011.

Cautivante. Me despertó el deseo de conocer a mis bisabuelas irlandesas y sus historias. Surgió la necesidad de releer “El corazón de las tinieblas” de Conrad. Imposible postergar su lectura: ¡Una fiesta! Lamenté al llegar a la página 451 en la que el libro termina.

Vargas Llosa, en esta biografía novelada del irlandés Roger Casement, dedicó varios años para investigar su vida. Así es su costumbre. Así es el rigor con que trabaja este escritor que mereció el Nobel. Releo esta crónica varios años después con el mismo placer anterior y encuentro otros significados. Casement fue criado en el seno de una familia protestante de madre católica. De joven formó parte de una expedición comandada por Henry Morton Stanley que Leopoldo II de Bélgica envió al Congo para terminar con la antropofagia y la bestialidad de los africanos, pero ésta era la máscara que ocultaba el objetivo de abrir rutas para obtener caucho. Allí las aldeas eran saqueadas y sus habitantes esclavizados. “Porque soldados y milicianos de la Fuerza Pública eran codiciosos, brutales e insaciables tratándose de comida, bebida, mujeres, animales, pieles, marfil y, en suma, de todo lo que pudiera ser robado, comido, bebido, vendido o fornicado”.

Roger Casement regresó a África como cónsul británico y elevó un informe al Foreing Office con detalles de las atrocidades cometidas durante más de veinte años que conmovieron a Europa. La corona británica le otorgó el título de lord por la investigación realizada.

Después de apaciguado el escándalo, que surgió ante las verdades, lo enviaron al Amazonas a investigar las actividades de la Peruvian Amazon Company que extraía caucho en la Amazonía británica debido a fuertes denuncias que perturbaban la opinión pública.

El informe fue similar a las atrocidades belgas en África. Casement se encontró con la repetición del escenario africano en Perú donde las mutilaciones y las torturas se practicaban hasta la muerte de los sometidos.

Vargas Llosa en El sueño del celta describe las similitudes de las acciones crueles de los belgas y británicos: las variadas torturas que lo hombres invasores infligían a los esclavizados pobladores de África y América por la locura del caucho.

Unos diarios personales, en los que Roger Casement anotaba detalladamente su vida homosexual promiscua y quizá pedófila, lo condenó ante la opinión pública inglesa. Vargas Llosa nos deja la duda de la verdad sobre esos escritos o si fueron fraguados para condenarlo por sus ideas de libertad para con Irlanda. Los vínculos de Irlanda con Alemania fueron tergiversados. Roger Casement fue involucrado y un proceso penoso lo condenó sin piedad.

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