Los embrujos de las palabras están contenidos en los relatos de este libro, pequeña joya de corta tirada, que el autor ha deseado entregar a determinadas personas. Hizo bien en elegir ese destino porque pocos lectores podrán gozar de ese lenguaje poético y ornamentado con términos selectos.
La tapa bella y sugerente de inmediato emite notas sobre el contenido. Una mujer joven mira con ensoñación las letras rojas del título, color de deseo y pasión: Los hechizos de Shaitán. Su brazo levantado y apoyado sobre la cabeza termina en la mano que retiene sus pensamientos, intentando que no escapen del momento mágico en el que está. La figura surge desde el fondo negro anunciando la oscuridad de los deseos ocultos de sus personajes.
El título, que se repite en la página primera con letras decididas, oculta las mismas palabras con delicadas formas cursivas diluidas en gris.
En sus 110 páginas prevalece la estética de la cuidadosa impresión y contienen cuatro narraciones extensas: El fin de la inocencia, La Casa del sibarita, cuadernos de viaje, Chloe y Viajeros en la noche.
Shaitán, del árabe o Satán es quien causa los motivos donde el erotismo lleva a la desesperación o al goce de sus personajes.
Aplicar uno de los recursos de Ejercicios de Estilo de Raymond Queneau me facilita demostrar cómo la descripción adquiere singular formulación en la escritura del autor. Esos datos conforman el telón de fondo en el que se desarrollan las acciones.
En El fin de la inocencia describo a Pretendiente:
Un caballo de nombre Pretendiente arrancaba las puntas de los sauces y con el deseo de satisfacer sus instintos animales buscaba yeguas, potrancas o burras para montarlas en las cercanías del agua.
Esta prosa vulgar como un ejercicio de estilo se transforma en la escritura de Mena así:
A cierta distancia del lugar, Pretendiente ramoneaba los tallos tiernos de los sauces y, venteando los aromas de la pasión se lanzó hacia las playas del río dando una clarinada espectral. Pretendía conseguir allí yeguas o potrancas provocativas o al menos alguna burra complaciente, para entretener su instinto semental.
Sobre el significado del personaje Salamanca menciono una de las versiones que Félix Coloccio registra en su Diccionario Folclórico Argentino en la que se refiere a ella como un reptil de cabeza chata que luego de haber aprendido a nadar dentro de la cueva, sale al exterior para habitar entre los humanos.
La joven Salamanca buscaba en los veranos la soledad de las siestas para recibir la caricia de las aguas; largo rato permanecía sumergida, en silencio, contemplado la fugacidad de las nubes rumbo a las comarcas del olvido.
El nombre asignado a una virginal niña es un espíritu del mal satanizado. El autor lo desacraliza y transforma a Salamanca en un ser donde las cualidades de bestia maligna se transforman en las de un ángel que conduce al joven Manuel hacia la iniciación sexual.
La segunda narración La casa del Sibarita, cuadernos de viaje es diferente de los otros textos porque en la trama predomina la acción sobre las descripciones que adornan el relato y en ella la imaginación va más allá de la realidad.
El tercer texto: Chloe
Pido ayuda a Juan Eduardo Cirlot y su Diccionario de símbolos para ubicar la función que cumple esta francesita. El nombre del personaje “hierba verde” es de origen griego. Esta diosa relacionada con la abundancia vegetal surge en la narración para contribuir con sus dones y lograr que el erotismo renazca en una pareja donde la rutina y el tiempo han dañado la relación.
De tanto en tanto aparece como si fuera un grito, la imagen de Chloe, la francesita, y mi corazón golpea contra el pecho como si fuera un pájaro asustado. Ella es una mujer hermosa (…) Mis manos impensadamente vuelan hacia ella como palomas vehementes, a pesar de ser ingrávidas y sin color.
La diosa de la abundancia regala sus recursos amatorios. El simbolismo del verde pertinente de Choe surge en ese reverdecr del deseo alejado
Esta narración describe un juego que está presente y oculto en nuestra sociedad. El autor con la habilidad y destreza verbal nos acerca a esa realidad negada con las palabras domesticadas de poeta prosista
Viajeros en la noche
Este texto demuestra cómo el deseo llega a transformar al objeto deseado en una belleza antes ignorada:
Se incorporó con parsimonia gatuna, de aires indiferentes. La veía hermosa luego de tantos años de ignorarla y, como si fuera una llovizna susurrando en el alero, comencé a suspirarla con la fuerza bruta de los volcanes.
Los estados de erotismo de sus personajes, aún en fragmentos ardientes, están contenidos en frases alejadas de la vulgaridad y que jamás molestarán al lector. Las palabras de Liliana Bellone son acertadas para cerrar este ensayo:
“(…) un libro audaz, complejo y sobre todo estéticamente irreprochable, una escritura límpida y original, en la cual se reencuentran las técnicas utilizadas por este autor en otras de sus producciones, y que demuestran un notable poder de narratividad”.