CULTURA

ArteTerapia, engendrar la propia regeneración a través de la práctica artística

Agustina Venzano es ArteTerapeuta, una profesión que la define de pies a cabeza y la incita cada día a sanar el engranaje particular y colectivo a través del lenguaje artístico.

ArteTerapia

SALTA (Redacción) – ¡No crezcan es una trampa! El que avisa, no traiciona. Pero… déjenme decirles que esta verdad no es absoluta, aunque a medida sumamos una velita a cada “Feliz Cumpleaños”, el mundo se torna más crudo, si se quiere difícil e incomprensible. Lector, a veces, está permitido ver el vaso medio lleno. Está bien apropiarse de la esperanza, tirar para arriba y animarse a salir al mundo con otra mirada.

En esa búsqueda, comprendo al arte como una forma de ver y vivir la vida, valga la redundancia. Es un modo de habitar el mundo que nos toca y el cuerpo que nos es dado. Pararnos desde la Avenida del Arte nos garantiza un tránsito más liviano, genuino, permeable y provechoso; una experiencia en la que palpamos la fibra de nuestra historia  y la del entorno que se manifiesta alrededor.

Existen abanderados/as de este concepto, que representan  con profunda entrega y vocación esta filosofía de vida. Agustina Venzano, tiene 31 años; años en los que aprendió a alzar vuelo y dejarse llevar por el viento. “Amo volar, amo moverme, amo ver el vuelo interior de las personas también”, subraya esta joven Arteterapeuta, quien además es Técnica en abordajes terapéuticos corporales, Reikista, Facilitadora de Yoga en curso, Artista plástica y Artesana. En otras palabras, una amante de la expresión artística.

Nacida en Bella Vista, Buenos Aires, es una profesional que desde muy temprana edad empezó a coleccionar  viajes para ponerse en contacto consigo misma y con aquello que la circundaba. En el camino se valió del arte para potenciar su escucha, su observación y su habilidad para relacionarse con otros. “Exploré el arte como un puente y no como un fin en sí mismo. Fue una motivación natural. El arte era una escapatoria y canalización de las emociones. Me permitió crear un mundo diferente, un refugio interior donde podía encontrarme conmigo y donde estaba siempre a salvo. Eso, generó en mi esta motivación natural de empezar a descubrir lo que se podía crear a partir de una línea, un color, una melodía o un movimiento”, recuerda.

La manifestación artística como exteriorización del mundo interno  

Esos primeros encuentros y micro revelaciones le permitieron consolidarse en una ArteTerapeuta, que ponen sus dones al servicio de otros; que nos anima a sanar y a reconectar con la vitalidad del niño o niña que llevamos dentro. Agustina es una de esas personas que a veces la vida nos regala para ganar nitidez y acompañarnos en la materia de encontrar el propósito al motivo de nuestro existir.

“Siempre hablo de las alas. No hacen faltas alas  para ser un sueño. Una canción que habla de que todos, sea en el momento en el que estemos, estemos viviendo lo que estemos viviendo, podemos seguir soñando. Se trata de despertar el pulso del corazón y prestar atención a la pulsión de vida”, reflexiona, retomando la misión comunitaria que decidió ponerse al hombro y que concreta destino tras destino.

 “Mi sueño aquí y ahora es expandir esta formación basada en la ArteTerapia, porque va que va con mi estilo de vida que es la itinerancia y al mismo tiempo, con ella busco dejar una semilla en cada lugar que estuve y que estaré; es profundizar ese vislumbre de una experiencia chiquita que la persona tiene cuando nos vamos encontrando en el camino, sobre algo que para mí es inmenso”, agrega.

Para comprender el alcance del arte, considerando  las diversas disciplinas que engloba y aceptando su cuota de subjetividad, es necesario atender a su definición, “El arte es una manifestación de la expresión humana, es la capacidad simbólica y un lenguaje universal. Kandinski, pintor ruso, habla sobre la dimensión espiritual del arte en diferentes tiempos, lugares y culturas, que se han basado en ella como un lenguaje del alma, con conceptos que quieren guardar algún mensaje”, analiza Agustina.

Es decir, el arte resulta un posibilitador de la expresión humana y una condensación de aquellos registros que hacemos en el día a día. El hombre busca el sentido y eso es una realidad. La cuestión es entender qué dirección tomamos para encontrarlo. Agustina, arte mediante, da cuenta de que la salida es hacia adentro. “El arte en mi vida es un canal de conexión con la fuente,  con el amor, con la posibilidad y con la oportunidad de estar  presentes”, señala.

El giro que faltaba: el arte como variación del sistema

Continuando con esta lógica, estamos en condiciones de advertir que en mayor o menor medida, el arte puede transformar, mejorar, potenciar y revindicar al mundo. Si retrocedemos en el tiempo, podremos encontrarnos con que esta premisa es efectiva desde los inicios de la humanidad. Agustina nos recuerda sobre las cuevas en las que se hallaron los primeros rastros de dibujo y pinturas, los cuales se cree además que son rituales mágicos, por el alimento y la abundancia. Es el caso de la Cueva de Lascaux, al Sur de Francia que data de 30000 años a.C.

“Hay toda una historia del arte, que los que la hemos estudiamos pudimos viajarla de manera  literal, también leyendo y viendo imágenes sobre cómo cada cultura  se las ingenió para armar sus sistemas simbólicos pictóricos y alfabéticos. Esto habilitó al ser humano a expresarse y generar códigos y acuerdos. El arte siempre fue un canal de expresión desde todos los puntos de vista. Fue un medio posibilitador para crear, para ser y para habitar el mundo”, profundiza Agustina.

Ella gusta de llamar a este descubrimiento constante y manifiesto, un juego de dioses creadores, constructores y  arquitectos de nuestra vida. Lo mismo aplica para el  arte como herramienta de sanación; como recurso para la reconciliación con nuestras internas y la reparación de nuestras relaciones sociales.

 “El arte viene transformado desde la salud, y esto está oficialmente registrado y sistematizado a partir del 1890 aproximadamente,  por ejemplo con los primeros registros de personas  que han utilizado el arte como un medio posibilitador de la salud, permitiéndoles a los enfermos psiquiátricos poder expresar y manifestar todo el mundo interior”, explica.

Pero no acaba allí, una dosis de arte tiene efecto a corto y largo plazo, que nos interpela en nuestra doble dimensión como individuos y comunidad. “Luego, se empieza a ver la importancia del arte en la educación y como todas las manifestaciones artísticas contemporáneas empiezan a unir conceptos como la salud  y la creatividad. Hoy por hoy, estamos inmersos  en un mundo donde existen ciencias duras, mientras que empezamos a ablandar los limites, fusionando lo artístico, con lo educativo y lo terapéutico”, asegura.

ArteTerapia, la buenaventura del reencuentro

Hacer propia una causa ajena; viabilizar el cambio; dar una mano; propulsar el giro que tanto anhelamos; ser la terapia que mejor se adapte a nuestro molde; el sana-sana que tanto necesitábamos pero que evadíamos; fomentar el bienestar individual y colectivo como un estado de goce constante; comprender que el cambio comienza por casa. El arte entonces, resulta un camino de ida, un sendero lleno de sorpresas sólo apto para valientes.

“El ArteTerapia nos permite acompañar un proceso de reconexión de otro  con su fuente: su autenticidad, originalidad y con su estar pleno que no es más que estar sano. Nos enseña a habitar un poco más el cuerpo, habitar con amor el lugar que nos tocó  en el mundo. Por ejemplo,  el dibujo y  la pintura nos muestran como un espejo lo que tal vez la mente no puede comprender o crear”, añade.

En este marco, Agustina coordina un taller de capacitación vivencial denominado “SOMOS”, Herramientas del arte para el autoconocimiento y el trabajo en grupos. Una experiencia de aprendizaje en la que se transitan medios artísticos como el dibujo, la pintura, la expresión corporal con el objetivo de potenciar habilidades y cualidades del ser y  entonces, despertar la creatividad, tanto a nivel interior como grupal.

“Somos, nos permite ser en relación. Como artistas, o seres, hemos transitado mucho en soledad y nos ponemos en un lugar de ser incomprendidos y de creer que el modo que logramos hallar es el único modo posible de habitar. Al contrario, se trata de  ir descubriendo a través del tiempo que la riqueza del ser y quehacer artístico aparece como resultado del compartir”, clarifica.

Agustina retoma conceptos como proceso grupal o plus grupal de Pichon-Rivière para graficar el objetivo de este encuentro y de su rol como profesional. Si soy y encima soy en grupo, todo el proceso y la emoción se potencian. Es el ser en expansión; el vínculo vívido; la otredad se valida en la convivencia; el somos más que el ser; la comunión.

De allí, que el concepto de  “capacitación vivencial” haga referencia a esta formación virtual que se presenta como la unificación del proceso, de lo vivido. El cuerpo a cuerpo. Un taller en el que lo que estamos viviendo, a su vez, nos está capacitando. “A partir de aquello que estamos pasando por nuestro cuerpo qué es lo que quiero reproducir y qué no; qué  es lo que quiero de esa experiencia de vida para crear”, aclara.

El meollo de la cuestión: libre albedrío

El arte nos invita a experimentarla como un medio para el encuentro con uno mismo   y los demás, respondiendo de manera consciente a esa sed de encuentro con lo más puro y auténtico, con lo que algunos osan llamar la esencia, lo hondo. “Podremos encontrar soluciones nuevas, puertas, quiebres, ventanas, túneles ante eso que parece rígido, para así poder ablandar y encontrar la luz”, advierte Agustina.

Un taller que nos anima a encontrar-nos cuando una página en blanco se despliega ante nosotros. Un espacio y tiempo que  provoca nuestra performance y habilita un registro propio, además de favorecer la creación de un presente acorde a nuestra realidad, con toda su vulnerabilidad.

La danza, la pintura y la escultura dejan entrever una forma de llevar la vida. Una fórmula que Agustina plantea como síntesis de un proceso. Investigar + experimentar +  libertad + movimiento +  belleza +  crear = gestar. Gestar una versión actualizada; hacer de la nada una oportunidad inimitable; ser sin protocolos ni bocetos de antemano.

“Es un juego en el que siento que ya está todo hecho y uno, como si fuese un pintor, va  develando lo que ya está moldeado, es el canal de eso que ya es. Como cuenta Miguel Ángel, ante la piedra el ya ve y simplemente va sacando las capas para llegar a eso que ya está  viendo. Me gustar conectar con la improvisación, la espontaneidad en el arte como un estar conectado con lo divino, la sabiduría interior”, concluye Agus.

 Es así que el campo artístico nos dispone a explorar las profundidades, desnudar el entorno y conquistar el propósito de vida a partir de hacer juego con nuestra mejor versión y con el otro, de ser como si nunca hubiésemos existido; la necesidad de persistencia y extensión natural de nuestro andar por aquí, de manera única e irrepetible.

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