SALTA(Ricardo Martínez Castro) – La declaración de independencia de la Argentina fue una decisión tomada por el Congreso de Tucumán que sesionó en la ciudad de San Miguel de Tucumán de las entonces Provincias Unidas en Sudamérica. Fue proclamada el martes 9 de julio de 1816 en la casa propiedad de Francisca Bazán de Laguna, casa declarada Monumento Histórico Nacional en 1941. Con dicha declaración, se rompían los vínculos de dependencia política que los gobiernos locales tenían con la monarquía española.
El Congreso se inició el 24 de marzo con la presencia de 33 diputados. Según la decisión de los propios delegados, la presidencia del Congreso era rotativa y cambiaba cada mes.
El Congreso se realizó en la Casa que con toda justicia ha sido nombrada como histórica. Fue en su momento uno de los mejores edificios de la ciudad de Tucumán, notable por la calidad de la familia que vivía en ella, como por sus calidades arquitectónicas. En la actualidad constituye uno de los monumentos históricos de más grata recordación, de cuantos han llegado hasta nuestros días, particularmente para la provincia de Tucumán por haber albergado a los próceres que nos dieron la libertad. El salón donde se realizaron las magnas asambleas se encuentra un tanto modificado, por haberse demolido la galería del frente en el primer patio, que era igual a la existente en el segundo, sostenidas ambas por columnas de quebracho colorado, bien labrado.
El interior del salón mide quince metros de largo aproximadamente, por cinco de ancho y otros tantos de alto. Su techumbre de dos aguas estaba sostenida por armaduras de nogal traídas de las sierras del oeste. La cubierta superior era de teja y tejuela, actualmente cambiada, pues en el antiguo edificio la teja estaba colocada sobre barro y un zarzo de cañas huecas. Casi todas las casas del coloniaje estaban realizadas de esta manera.
Una nota de 1916, con motivo del centenario de la Independencia, decía que: “· (…) hasta hace poco el aspecto del salón histórico era desolador, pobre y sin una ofrenda del pueblo cuya nacionalidad amasara y fundara con elementos perdurables”.
El templo de la patria permaneció en el olvido a merced de la indiferencia pública hasta que en el año 1878, pueblo y gobierno decidieron sacarla de este injusto olvido, visitando el salón histórico, dedicando esta fecha del 9 de julio, para honrar la memoria de los prohombres de aquel Primer Congreso Argentino.
Las cosas volvieron a olvidarse, como tantas otras relativas a la patria, hasta que en el año 1888 o sea diez años después, el Gobernador Quinteros cumplió, asociando al pueblo a este deber ineludible.
A este breve entusiasmo, siguió una enervante apatía que la Sociedad Literaria Sarmiento, sacudiera en el año 1891, lanzando un manifiesto en el que incitaba a rendir pleito homenaje a la Patria, festejando solemnemente el día 9 de Julio.
Este impulso significó la concientización de este sentimiento nacional, donde nuevamente pueblo y gobierno se aunaron en aquel esfuerzo común, y para fomentar esta iniciativa, aseguraron desde entonces un programa digno de tan magna fiesta de la nacionalidad.
Respondieron a esta iniciativa en un primer momento las Uniones Universitarias de Montevideo, Buenos Aires y Córdoba en el año 1893. Siguieron en 1894 las escuelas de Santa Fe con sus primeras autoridades, con las consiguientes manifestaciones espontáneas de pueblos y gobiernos.
De esta manera se pudo contar con el recuerdo permanente, aunque tardío de los argentinos hacia esa Casa- Cuna donde naciera la Patria Grande. Otra nota del año 1916 nos cuenta que la bandera de Belgrano, celeste y blanca, que se conserva en la ciudad de Jujuy, como una reliquia de los heroicos hechos del pasado, también visitara por espacio de algunas horas, esta Casa, consagrada por la Asamblea Patriótica de argentinos ilustres. Vino a confirmar por decreto del mismo mes de Julio, el Juramento que se hizo por parte del General Belgrano y sus tropas en las márgenes del Río Pasaje en aquel venturoso año de 1813.
La fachada de la Casa Histórica o sea el exterior, fue enteramente modificada, luego de una demolición completa de sus muros, pues hasta 1816, ofrecía un aspecto de difícil descripción por el estado de deterioro en que se encontraba. El frontis sobre la calle correspondía a una arquitectura de estilo barroco español del siglo XVII. Poseía una mezcla de la forma morisca y romana, cargada con el lujo del renacimiento. El portal era de un aspecto grandioso, situado entre dos pilastras, cada una de las cuales se abría formando un nicho, donde una columna salomónica o en espiral con doble capitel, sostenía un arquitrabe (1) que seguía todos los ángulos entrantes y salientes de dichas pilastras. Era notoria la presencia en el centro del alquitrabe, un pedazo cuadrado de madera simulando una llave del arco de la puerta, seguramente destinado a números o fechas. Se podía también observar en el friso (2), en algunos puntos, una rara ornamentación, y sobre el portal, algo así como un escudo, probablemente el de la familia o tal vez el escudo de España o quizá adornos caprichosos sin idea ni motivo alguno. Sobre el friso aparece la cornisa del mismo estilo, dando vuelta como el alquitrabe, alrededor de las pilastras y columnas. Este portal concluye con un ático (3) sin base y con molduras semejantes.
A ambos lados del portal y de las pilastras existen dos pequeñas ventanas con rejas salientes y su aspecto era por demás ruinoso y pobre, con grietas y revoques desmoronados y desgastados por la acción de las lluvias y del abandono general. Toda esta situación dejaba en claro la indiferencia del gobierno y del pueblo de la república, hasta que un tucumano ilustre, el doctor don Uladislao Frías que, en su cargo de Ministro del Interior y según la ley del Congreso de 1872, compró la casa para la Nación, el 25 de Mayo de 1874. Firmó la escritura de aceptación el Gobernador de la Provincia de Tucumán don Belisario López. Fueron sus vendedores el doctor Fernando S. de Zavalía, doña Gertrudis y Amalia de Zavalía y señora Carmen de López, que recibieran esta propiedad en calidad e herederos.
La mencionada Casa Histórica estaba ubicada en lo que se llamaba la Calle de la Matriz, Independencia desde 1855 y Congreso desde 1867, a cuadra y media de la Plaza Independencia en dirección sur.
Continuando con la descripción de esta casa diremos que consta de 35 varas o sea, 30 o 31 metros de frente y 71 metros de fondo, habiendo sido adquirida por la suma de 25.000 pesos fuertes. Por aquellos tiempos todavía existía el derecho de alcabala (4), siendo la compra exonerada de este tributo, como así también el pago de contribuciones.
De inmediato comenzó la ejecución y rehabilitación de la propiedad, construyendo planos y condiciones para el inicio de los trabajos. Se decretó por parte del Presidente Sarmiento y su Ministro Frías la licitación de las obras que comprendía demolición, excavación y construcción de dos salones y un zaguán al frente y cuatro salones más sobre el patio. La ejecución recayó en el señor Ramón Berroa y Capinal de origen español, que con el Gobierno de la Provincia firma el contrato por la suma de 8.700 pesos, obra esta que fue terminada diez meses después en 1876, siendo ocupada por el Juzgado Nacional y la oficina de Correos y Telégrafos.
La única parte del edificio que fue salvada de la demolición fue el Salón de la Jura de la Independencia. En el año 1904, por orden del gobierno nacional, éste fue cubierto por un templete o pabellón de ladrillos, con abundantes estructuras de hierro y vidrio, de estilo Art Nouveau. En ese templete, el gobernador Ernesto Padilla presidió los festejos del primer centenario de la Declaración de la Independencia.
Una comisión especial, formada por Ricardo Levene, Martín Noel, Mario J. Buschiazzo, y Alejandro Figueroa, estudió un proyecto de reconstruir la casa tal como era en los tiempos del Congreso de Tucumán. Una ley de la Provincia de Tucumán aprobó esa obra, y se decidió que la misma fuera dirigida por Buschiazzo, un arquitecto. Éste se basó en las fotografías de Paganelli de 1869 y los planos levantados durante el proceso de su compra por el estado nacional. Durante las excavaciones previas a la reconstrucción se encontraron los cimientos de la edificación original, que facilitaron la reconstrucción del edificio.
Como habíamos dicho anteriormente, fue de la familia Zavalía, la propiedad de la casa y por derechos de sucesión estos señores fueron los hijos de doña Carmen de Zavalía y Pedro Patricio Zavalía. Doña Carmen fue hija de doña Gertrudis Laguna de Bazán, casada con Pedro Antonio Zavalía.
A su vez doña Getrudis Laguna de Bazán fue hija de doña Francisca Bazán casada con don Miguel Laguna. Doña Francisca Bazán fue hija de don Juan Antonio Bazán y doña Petronila Esteves, habiendo fallecido don Antonio en 1796. Según documentación de la época se sabe que casi toda la manzana pertenecía a la familia Bazán. La construcción de esta casa se remonta a la época de la segunda fundación de la ciudad de Tucumán. La familia Bazán estaba emparentada con la de Ramírez de Velazco, pues un antecesor de los Bazán fue el señor Pedro Bazán Ramírez de Velazco encomendero de Aconquija, encomienda esta que antes había pertenecido por dos vidas, a don Juan de Mena (El (Viejo) y a don Juan de Mena (El Mozo).
Cuando se realizaba el Congreso, doña Francisca vivía aun en la casa, debiendo trasladarse provisoriamente a otro lugar durante el desarrollo de las sesiones.
Existe un recuerdo histórico de don Pedro Bazán Ramírez de Velazco, que según consta en un documento de 1916 estaba en el Museo del Colegio Nacional de la ciudad de Tucumán. Se trata de un pedazo de madera de algarrobo de santa María en el Valle Calchaquí. En ese trozo de madera está grabado su nombre.
La disolución de la Asamblea del año XIII, impuso al gobierno que surgió de sus cenizas, la idea de la celebración de un Congreso que, reunido fuera de Buenos Aires, calmara las desconfianzas de las provincias del Centro y Norte del país. La reunión del Congreso en Tucumán, salvó la causa americana y quedó inaugurado el 24 de marzo de 1816, a las 9 de la mañana después de los oficios del culto y de un Te-Deum el día siguiente con todos los honores y pompas correspondientes.
Acta de la Independencia
“En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de julio de 1816: terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España, los representantes sin embargo consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya, pueblos representados y posteridad. A su término fueron preguntados ¿Si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli? Aclamaron primeramente llenos de santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron (sic) sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la independencia del país, fijando en su virtud la declaración siguiente:
«Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas, y cada una de ellas, así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, baxo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración.» Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del Congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios.
El 19 de julio, en sesión secreta, el diputado Medrano hizo aprobar una modificación a la fórmula del juramento. Donde decía «independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli», se añadió:
«…y toda otra
dominación extranjera»
Firmantes de la Declaración de la Independencia
Presidente
Francisco Narciso de Laprida, representante por San Juan
Vicepresidente
Mariano Boedo, representante por Salta
Secretarios
José Mariano Serrano, representante por Charcas
Juan José Paso, representante por Buenos Aires
Diputados
Por Buenos Aires
Dr. Antonio Sáenz
Dr. José Darragueira
Fray Cayetano José Rodríguez
Dr. Pedro Medrano
Dr. Esteban Agustín Gascón
Dr. Tomás Manuel de Anchorena
Por Catamarca
Dr. Manuel Antonio Acevedo
Dr. José Eusebio Colombres
Por Córdoba
Eduardo Pérez Bulnes José Antonio Cabrera
Lic. Jerónimo Salguero de Cabrera y Cabrera
Por Jujuy
Dr. Teodoro Sánchez de Bustamante
Por La Rioja
Dr. Pedro Ignacio de Castro Barros
Por Mendoza
Tomás Godoy Cruz
Dr. Juan Agustín Maza
Por Salta
Dr. José Ignacio de Gorriti
Por San Juan
Fray Justo Santa María de Oro
Por Santiago del Estero
Pedro Francisco de Uriarte
Pedro León Gallo
Por Tucumán
Dr. Pedro Miguel Aráoz
Dr. José Ignacio Thames
Por Mizque
Pedro Ignacio Rivera
Por Charcas
Dr. Mariano Sánchez de Loria
Dr. José Severo Malabia
Por Chichas (incluyendo a Tarija)
Dr. José Andrés Pacheco de Melo
Estuvieron imposibilitados de presentarse cuatro diputados:
el coronel José Moldes (Salta), que se encontraba detenido en Salta; el coronel Juan José Feliciano Fernández Campero (Chichas), que estaba al mando de tropas en el frente de combate; el presbítero Miguel Calixto del Corro (Córdoba), que estaba realizando una misión diplomática ante José Artigas. el diputado Juan Martín de Pueyrredón (San Luis), que había viajado a Buenos Aires para asumir el cargo de Director Supremo. Hubieron otros antecedentes de la celebración del 9 de Julio, pero como decíamos anteriormente cayeron en el olvido.
1-Arquitrabe: - Parte inferior del entablamento, la cual descansa inmediatamente sobre el capitel de la columna.
2. m. Friso Arq. Parte del cornisamento que media entre el arquitrabe y la cornisa, donde suelen ponerse follajes y otros adornos
3- Ático Arq. Cuerpo que se coloca por ornato sobre la cornisa de un edificio.
4-Alcabala- Tributo del tanto por ciento del precio que pagaba al fisco el vendedor en el contrato de compraventa y ambos contratantes en el de permuta