PERSONAJES DE SALTA

Don Filiberto de Mena

Don Filiberto de Mena y Urbina, capitán de milicias, nació en Chile en 1733. Fueron sus padres don Luis de Mena y María de Urbina de destacadas familias de Santiago de Chile.

Don Filiberto de Mena y Urbina, capitán de milicias, nació en Chile en 1733. Fueron sus padres don Luis de Mena y María de Urbina de destacadas familias de Santiago de Chile. Contrajo matrimonio en esta ciudad de Salta con doña María Lucía Fernández de Córdoba y Pedroso Sierra natural de esta misma ciudad. María Lucía nació circa 1689 y f. 1749, hija de Andrés Fernández de Córdoba y Ubierna y Catalina de Pedrosa Sierra Palavecino.

Fue asimismo Defensor de naturales en el año 1766, también Defensor de la Real Hacienda y publicita de gran valor. A partir de 1755 desempeñó diversos cargos. Concurrió en 1764, con el Gobernador Juan Manuel Fernández Campero, a una azarosa expedición al Chaco, sobre la cual Mena dejó escrito un interesante Diario. A su pluma se deben también las Descripciones sobre la provincia del Tucumán, la fundación de Salta y algunas noticias acerca del Chaco Gualamba, obra escrita en 1773 por mandato del Gobernador Miguel Jerónimo Matorras. El año 1800, ante el Escribano Marcelino Miguel de Silva, testó sin dejar descendencia.

Filiberto de Mena por su apellido pertenece genéricamente a un origen común a todos ellos que, por distintas circunstancias emigraron de la península ibérica, para asentarse en las distintas localidades del nuevo mundo, o sea en lo que a nuestra región se refiere, Chile y Argentina.

El apellido que estamos tratando, es un linaje de origen castellano, originario del valle del mismo nombre, en el partido judicial de Villarcayo.
Dicha Casa Solar estaba ubicada al occidente del mencionado valle y de ella partieron las diversas líneas a que hacíamos referencia anteriormente.

Siguiendo a los genealogistas españoles, diremos que este apellido había probado su nobleza ante las distintas Órdenes de caballería, y se extendió por toda la península ibérica, avecindándose en Canarias, Murcia, las montañas santanderinas, ambas Castillas, Vizcaya, Navarra, Extremadura, Murcia, Andalucía, Portugal, pasando ulteriormente a Indias, siendo tenido tanto en España como en América como notorios hijosdalgos. El Concejo de Mula ya los calificaba como “buenos homes y mejores de esta villa”

En el transcurso de los siglos, ya en tierra americana, estos descendientes de sus mayores españoles, llevaron con honor la sangre de sus antepasados. Fueron encomenderos, escribanos públicos y de cabildo, militares, y posteriormente terratenientes u hombres de poder; en épocas posteriores actuaron como profesionales, políticos u hombres de cultura manteniendo muy en alto el legado de la sangre.

Encaramos este trabajo, como expresión de verdad histórica, pintando a sus protagonistas en la realidad de su tiempo, de su espacio, de su tiempo político y en el contexto social que les tocara actuar.

Ya en tierra americana, el hecho de pertenecer a la clase noble, de igual manera que en España, facilitaba el logro de apetecidos cargos en la función pública, y también la obtención de Mercedes Reales, para lo cual abunda en la documentación de aquellos primeros tiempos, las probanzas de méritos y servicios de los conquistadores y primeros pobladores, tanto de ellos mismos, como de sus padres, abuelos y bisabuelos. Esto importaba sobremanera, como también los auxilios de guerra, especialmente si se hacían a su “costa y minción”.

La sociedad indiana se manejaba con distintos códigos a las transitadas por sus parientes españoles. También asumimos que una familia antigua, como todas las familias de su clase, dentro de su actividad evolutiva, algunos de sus miembros sean por perseverancia, por oportunidad o por deseos de progreso, consiguieron mejores colocaciones en la vida, mientras que otros por carencia, entraron en el ocaso, sinónimo de desaparición y olvido.

Aclarado esto, comenzaremos investigando a nuestro biografiado don Filiberto de Mena que, habiendo traspuesto la barrera de los Andes, recala en tierras salteñas en 1771, perteneciente al virreinato del Perú por aquel entonces. Recordemos que recién en 1776 se crea el virreinato del Río de la Plata. Por esos tiempos, el apellido que nos compete ya estaba instalado en Chile, Potosí y más cercanamente en San Miguel de Tucumán desde mediados del siglo XVI.

En el año 1772, es contratado para presentar un informe al rey, sobre la riqueza de estas tierras, escribiendo y dando cuenta que en las proximidades del Fuerte de Cobos:

“hállase bastante cera, grana para teñir, y miel de abejas, logrando el beneficio de un arroyo que tiene cercano a dicha fortaleza de un agua muy saludable, casi de color de vino atribuyéndosele por algunos físicos, que la causa de ser tan buena proviene de que corre por un zarzal, y otras yerbas medicinales, siendo cierto de que dicha zarza se ha hecho el experimento, y es a propósito para el morbo gálico”.

El “morbo gálico” no es otro que la sífilis, que aparece constantemente como una de las enfermedades que puede tratarse con estas saludables aguas termales. Ellas serían las de nuestras termas. Se sabe que los fundadores de la villa del Rosario tenían por costumbre y por lujo visitar con frecuencia las fuentes, “atribuyéndoles un origen fabuloso y virtudes misteriosas”.

Un indígena les informó que poco más arriba, en la montaña, había un pozo donde los huevos y choclos podían hervirse sin problema para ser consumidos. Lo mismo relató el ex presidente Sarmiento quien, en el año 1886, peregrinó a las termas buscando alivio para su salud, entonces muy quebrantada. Próximo a su muerte, Sarmiento escribió que, en aquellas aguas puras y calientes, los huevos podían cocerse “envueltos en un pañuelo”.

Algunas de las múltiples exploraciones mineras realizadas por Filiberto de Mena


El siglo XVIII, se redescubrían las riquezas minerales de la mano de los Borbones
En una nota anterior habíamos hablado acerca de las minas de la Purísima Concepción y San Carlos de Austria, ubicada en la hoy provincia de Catamarca, pero otrora perteneciente a la Gobernación del Tucumán que, habiéndose desactivado tempranamente, no impidió que las exploraciones y cateos en la zona continuaran a pesar de que en la década de 1760 no se habrían concretado nuevas explotaciones mineras. Don Filiberto de Mena brinda en el año 1772, una descripción de estado de la minería en la región y dice (sic):
“Desde dho valle de Calchaqui como 60 Leguas ala partes del sur, esta la famosa sierra tan encargada por varias Cedulas R.s nombrada Anselpoca Alias Anconquija sitio elebado atoda la cordillera […] Por los autos seguidos p.r el Governa.r D.n Thomas Feliz de Argandoña, en el año de 1688, Governando estos Reynos, él exmo. D.or Duque de la Palata, consta el mineral de Plata que se descubrio dho año, en la citada sierra p.r Juan Cristóbal de Retamoro, referiendose en dhos Docum.tos según las deposiciones de Testigos contestes, que las primeras labores, q.e se descubrieron, las hallaron tapadas y con sus escalones segun, y en la forma q.e las havian travajado p.r fundicion los Indios naturales, Infieles, del valle de Calchaqui y haviendosé aquel año, y el siguiente construido Ingenio estando en lo mejor del trabajo, sacando bastante Plata, por temor delos Indios del Chaco que aun hasta aquella sierra alcanzaban con sus imbasiones, sin embargo de un Fuerte, q.e halli tubieron en un parage llamado Andalgaza des ampararon todo el Mineral, hasta q.e p.r el año de 1760, se bolvio a trabajar formando Ingenios p.r algunos vecinos de esta ciudad, los quales no dejaron de sacar considerable porcion de Marcos, los que solo subsistieron, quatro, ó, cinco años p.r carecer defomento de Gente, para las labores, y beneficiadores Peritos […] Asimismo en dho valle de Calchaqui, y en el de santa Maria, hay algunas Minas de Oro, y Plata que se reconoce haverse trabajado en la Antigüedad […] y últimamente en la cordillera vertientes delos Bipos frente de el Pueblo de Indios Kilmez, valle de Calchaqui ala p.te del sur 74 Leguas de esta ciudad, Jurisdiccion de la de S.n Miguel del Tucuman tambien hay minas de Plata, recien descubiertas sinque hasta hoy se haya trabajado, que prometen ser de bastante Ley; cuia relacion de todas las Betas, q.e se expresan me la han dado personas veridicas, y ansi me consta p.r haver visto algunas, siendo la causa de que no se trabajen las cortas facultades, y poca inteligencia de los naturales (Mena, 1772 en Rodríguez, 1916: 345-350)”.
Don Filiberto fue un incansable observador y publicista de Salta como ya lo dijéramos anteriormente, ejerciendo distintas magistraturas en una época harto difícil. Fue entre tantas otras actividades, agente y promotor fiscal en los procesos instruidos al gobernador de la extensa provincia del Tucumán, teniente coronel don Juan Manuel Fernández Campero, que sucediera a Espinosa. Con Campero, Mena participa de la expedición al Chaco en 1764, comandada por el mariscal de campo Miguel de Arrascatea con el objetivo de comunicar un camino hacia Corrientes (la octava) para comunicar la provincia del Paraguay a través del Pilcomayo. En estas circunstancias Mena escribe un Diario, donde relata detalladamente la expedición, describiendo la zona, sus recursos, y parcialidades indígenas que la habitaban.
En la década siguiente toma otro encargo oficial encargado por el virrey Amat, lo cual devino en una descripción histórica de la Provincia del Tucumán, especialmente de Salta y su fundación, y también con noticias del Chaco.
Son numerosos e importantísimos los trabajos realizados por don Filiberto de Mena, localizando y relevando yacimientos mineros en esta extensa provincia.
Esta es simplemente una recordación periodística con el objeto de homenajear a un prócer del intelecto y de la acción, aunque debemos reconocer que su nombre y trabajos obligan a un estudio más profundo. Diremos que un último manuscrito realizado por ese importante investigador, se titula “Resumen de los trágicos sucesos de la expedición al Chaco en el año de 1775”. También dentro de sus labores hace una referencia detallada acerca de la fundación de la ciudad de San Miguel de Tucumán.
No tengo conocimiento de que se recuerde como se merece a este incansable investigador que tanto realizó por esta provincia y el país, no siendo el suyo.
Su nombre y accionar en tiempos pretéritos claman por una recordación manifestada en una calle, monolito o simplemente algo que nos refresque la memoria.
Se registra únicamente en Córdoba una calle con su nombre.

El municipio tiene la palabra reivindicatoria para homenajear a este prócer en el olvido.

Por Ricardo Mena- Martínez Castro

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