SALTA ( José De Álzaga) – Fue en cierta ocasión en que por entretención social halléme en los palcos del River Plate de Buenos Aires degustando unos chupitos de Cristal con amigos, entre los cuales se hallaba Alejandro Domínguez, a la sazón presidente de la Conmebol, que desandamos desde entonces una cercanía propias de las que comulgan las elites.
Diré, para información de los simples, que quienes solemos frecuentar los sitios deportivos para solaz de observar el comportamiento emocional de la chusma, de cuando en vez, tenemos liberalidades hacia esas gentes a quienes motivan sentimientos básicos. En mi caso, suelo tener uno o dos actos filantrópicos anuales como para anotar algún mérito a la causa de los derechos humanos. Porque diré, ocupar un hemisferio cerebral –a veces los dos- en causas tan inútiles como el fútbol son inscriptas como derechos fundamentales.
Ya supe tener una de estas caridades -obsequiando mi palco en el óvalo del Texas Motor Speedway , ubicado a las afueras de Fort Worth Tx, no apto para insolventes, obviamente-, a mi pupilo, Marcos Urtubey, un apasionado “de la grasa y el aceite batidos” a 300 km/h. Pero aquello era en cierta manera un mecenazgo para alguien que vibra con ese deporte. ¡Qué decir, en ocasiones, un bulón tira más que un Códice!- y no os refiero a vos Joven Maravilla!!!
Pero hete aquí que mi amigo, Mena Saravia, más dado que yo últimamente a las complacencias etílicas y sibaríticas con el vulgo, me suplica en favor de un amigo suyo que se hallaba presto a cruzar el Altiplano cocalero para llegar a Lima siguiendo a su equipo, el dicho River Plate, solicitándome darle una regocijo para una vida anodina e insípida, según me describe.
Así fue que completé mi cuota de altruismo intercediendo ante el amigo Domínguez para que dejara caer una migaja de generosidad otorgando el lugar en el sector VIP del estadio, que Conmebol me otorgara a mi persona en ocasión de la final del equipo argentino con otro formado por una recua de “nigger”, según creo.
Encuentro ahora la fotografía del beneficiado haciendo gala de su trofeo con expresión desorbitada, desconcertándome si es acaso un gesto de algarabía o el producto de una fumata con hierba del altiplano , exhibiendo el impreso que lo habilita a posarse entre los elegidos.
¿Cómo describir esta escena propia de un caníbal mostrando su objeto de deseo? Suele afirmarse que las mentes más primitivas obran la conducta de enseñar su deseo de posesión, caso común entre los felinos domésticos que vuelven al amo a enseñarle la alimaña que se fagocitarán. Es el ego desbordado ante la falta del equilibrio que proporciona la cultura lo que motiva a que el sujeto muestre sus instintos más primarios.
Vemos así a este ser registrado en el catálogo entomológico como “Kimón Ellin Demitrópulos”, “saboreando el acceso al mundo de los menos iguales” que le otorga el derecho de compartir esa caldera de humanoides, que recorren largos kilómetros a fin de satisfacer esa necesidad primaria.
¡Ah, tiempos clásicos donde los caballeros se reunían a observar justas ecuestres! Ahora, estos se reúnen a rugir en torno a veintidós disminuidos que en lugar de la testa, han desarrollado las piernas. Darwin no encontraría sitio para esta especie que involuciona.
Y digo “Kimón”, apelativo peregrino e infrecuente si los hay; de etimología cítrica, de allí quizás su personalidad ácida y un tanto cáustica –según afirman los que dicen conocerle-. Como se sabe, para los griegos que edificaron el pensamiento occidental, este nombre no era el favorito ¿O acaso entre los sabios, filósofos y pensadores, existió algún “Kimon”?
Y ahora, me pregunto… ¿Por qué razón he gastado tanto de mi tiempo en dilucidar la hermenéutica (para vosotros legos en estudios clásicos os explicaré que es el término que deriva del griego ??????????? ????? (hermeneutiké tejne), que significa el “arte de explicar, traducir, aclarar o interpretar)- de un individuo que sigue a un club de fútbol por el mundo? Definitivamente, debo estar poniéndome viejo.