SALTA (Redacción) – La Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (Cepal), en el marco de la presentación de su informe Panorama Social 2019, remarcó que América Latina cometió el pecado de subestimar la desigualdad. Por lo que, según explicaron, este problema estructural fue la base de todas las protestas violentas en los distintos países de la región sudamericana.
«La urgencia de avanzar en la construcción de Estados de bienestar»
Debido a esto, el informe detalla: “Por casi una década, la CEPAL ha posicionado a la igualdad como fundamento del desarrollo. Hoy constatamos nuevamente la urgencia de avanzar en la construcción de Estados de bienestar, basados en derechos y en la igualdad, que otorguen a sus ciudadanos y ciudadanas acceso a sistemas integrales y universales de protección social y a bienes públicos esenciales, como salud y educación de calidad, vivienda y transporte”.
Por su parte, la secretaria ejecutiva del organismo, Alicia Bárcena, aseguró: “La desigualdad en la región es estructural y está asentada en una matriz productiva altamente heterogénea y en una cultura del privilegio, palabra clave para entender el profundo descontento”. “Con la reducción de la pobreza, ha surgido un estrato medio -que no es lo mismo que clase media- que tiene una alta vulnerabilidad, con trabajos precarios y sin un piso social garantizado”, detalló la agencia ANSA del informe de la CEPAL.
«Hubo un periodo muy importante donde la desigualdad cayó»
Además, según Bárcena: “Hubo un periodo muy importante donde la desigualdad cayó en Bolivia, Argentina, El Salvador, Perú, entre 2002 y 2014, y sigue cayendo pero a un ritmo mucho menor, lo que nos mantiene en constante alerta”. “Cuando medimos la desigualdad, no captamos al 1% más rico, entonces hemos subestimado la desigualdad en América Latina», explicó.
Finalmente, entre las razones que originaron y llevan a reiterados hechos de violencia perpetrados por la población de cada país, la titular de la CEPAL remarcó: “Hay un punto de quiebre en la continuidad del modelo de concentración y una cultura del privilegio que se traspasa a instituciones, que reproducen el comportamiento de agentes con mayor ingreso económico”.
