Las postales de los fieles que asisten al Vaticano cambiaron radicalmente y ya no son lo que eran. En este contexto, ante el temor a nuevos contagios de coronavirus se tomaron nuevas disposiciones para los controles en la Santa Sede. Por esto, desde ayer para acceder a la Plaza de San Pedro para la celebración del Angelus, las autoridades tuvieron que reordenar los ingresos de la gente.
La Santa Sede quiere evitar el coronavirus
Para llevar a cabo esta nueva medida, las fuerzas de seguridad vaticanas ordenaron que se realicen más filas de las habituales pero con menos gente en cada una. Luego, todos los peregrinos son controlados de a uno a la vez antes del ingreso a la histórica plaza. Esto deja una distancia de varios metros entre quién se controla y las personas que están detrás de ellos.
De esta manera , se logra reunir en pocos metros cuadrados a multitudes. Por otra parte, como bien señala El Intransigente, a pesar del escenario de conmoción ante el coronavirus, en el Vaticano no se dispuso la colocación de un escáner térmico. Sí es evidente que sigue bajando la participación de fieles en las misas desde la expansión del virus COD-19 que llegó a Italia.
El único efecto positivo en China
En otro aspecto, cabe señalar que el temor ante una pandemia incontrolable hizo que el humano contaminara mucho menos. El aislamiento y el pánico de millones de personas hizo que actividad industrial en China cayera duramente en febrero. También sumado al cierre temporal de muchas fábrica para evitar más contagios. Esto influyó directamente en la reducción de la contaminación en el aire, es decir, en el smog.
Sin embargo, no fueron solo las fábricas. Desde que comenzó el brote se redujo drásticamente el transporte público en el país asiático, lo que es un factor clave para la contaminación. Según marca la agencia ANSA: “Es un fenómeno certificado por una serie de imágenes recogidas por la NASA. También por los satélites de monitoreo de contaminación de la Agencia Espacial Europea (ESA)”.
“Se puede detectar una sorprendente reducción de los niveles de bióxido de nitrógeno (NO2). Un gas nocivo emitido por los combustibles fósiles, por consiguiente en particular por los vehículos a motor y por las estructuras industriales”, detallaron los investigadores. Finalmente, estimaron que las tasas de bióxido de nitrógeno ahora se redujeron en un 30 por ciento comparadas a la media.
