SALTA (Redacción) – En una nueva ola de estafas a lo largo de la Provincia de Salta, un jubilado de 85 años del barrio Tres Cerritos perdió una suma de 120 mil pesos a manos de una banda de estafadores inescrupuloso. Se trata de una seguidilla de hechos que se registraron en distintos puntos de la capital, en especial en las zonas residenciales, según lo informado por fuentes policiales a Salta 4400. Además, señalaron que esta clase de situaciones ya ha puesto en alerta a buena parte de los familiares de adultos mayores que residen en el Municipio, ya que nadie se encuentra libre de sufrir estos fraudes, que cuenta con una detallada planificación.
En esta oportunidad, la maniobra delictiva se llevó a cabo el 11 de abril pasado en una vivienda de calle Los Tilos al 200, donde reside Cristóbal, un jubilado que justamente se hallaba solo en su casa cuando se presentó uno de los estafadores. El sujeto tocó el timbre de la vivienda y, al momento en que el jubilado abrió la puerta, se encontró con un vestido de manera impecable. El malviviente se presentó como el gerente de una sucursal del banco Macro y, sin perder tiempo, le comentó que había sido enviado a su domicilio por su esposa, con el objetivo de retirar una determinada suma de dinero que había en el inmueble.
Precisamente en ese momento, según la denuncia que radicó una de las hijas del anciano ante la Policía de la Provincia, sonó el teléfono de la casa. Ante ello, el abuelo atendió la llamada inmediatamente y, del otro lado del tubo, le respondió una supuesta nieta. La mujer le comunicó que un gerente del banco iba a pasar por su casa para buscar el dinero que tenía ahorrado. Incluso, la estafadora le explicó que necesitaban el efectivo para comprar dólares, debido a que se produciría una importante suba de la moneda estadounidense en los próximos días, y por ese motivo, no querían que los pesos perdieran valor.
En ese contexto, y para despejar cualquier tipo de dudas que le podrían haber surgido al dueño de casa, la joven agregó que estaba en el banco junto a la abuela, quien había aceptado que retiraran el dinero de sus vivienda para llevar a cabo esta operación monetaria. De esta manera, el hombre finalmente terminó por la validar la veracidad de la situación y, en consecuencia, buscó sus ahorros, que representaban una suma de 120 mil pesos, y se lo entregó al supuesto gerente. Cumplida esta tarea, el estafador saludó al anciano y se retiró de inmediato, presuntamente en dirección a la entidad financiera para finalizar con las gestiones.
De acuerdo con la información que suministraron los responsables de la causa policial, la mujer de Cristóbal efectivamente había salido temprano de su casa en dirección del banco, donde debía cobrar su jubilación y, además, tenía que pagar varias boletas de impuestos. Por este motivo, el hombre ni siquiera había atinado a desconfiar de las palabras de su la supuesta nieta cuando le comentó que se hallaba en la entidad financiera junto a su abuela. Sin embargo, el adulto mayor no sabía que toda esta puesta en escena se trataba de una mentira e, incluso, que la mujer con la que había conversado tampoco era pariente suya.
En ese momento, el jubilado decidió llamar a otro hijo, quien tiene un comercio en el caso céntrico, para preguntarle si su mujer había pasado por el negocio. En esa charla, el abuelo le contó que había pasado por su vivienda el gerente del banco, al que le hizo entrega del dinero para comprar dólares. Al escuchar esto, el hijo se percató de que su padre había sido víctima de una estafa, por lo que alertó a una hermana sobre lo sucedido. Minutos después, la mujer y la esposa del jubilado aparecieron en la casa, donde el abuelo, para su pesar, se dio cuenta de que todo había sido una treta para arrebatarle el dinero de sus ahorros.
Posteriormente, los familiares del anciano concurrieron a la comisariía correspondiente para radicar la respectiva denuncia del caso y, a su vez, aportaron otros datos en busca de que la policía pueda dar con esta banda de estafadores. Según se sospecha, los malvivientes podrían estar en complicidad con algún empleado del banco, pues conocían el momento justo para presentarse en su casa y ejecutar la maniobra de fraude. Además, los delincuentes también habría realizado un seguimiento de los movimientos de los ancianos durante las semanas anteriores al ilícito, debido a que contaban con información precisa sobre sus rutinas y sus relaciones familiares.