SALTA (Redacción) – La causa en la cual se encuentra imputado por delito de abuso sexual, Marcos Lautaro Teruel, tuvo su sexta jornada de declaraciones en el juicio en su contra. En esta ocasión, se presentaron las pruebas testimoniales de dos peritos del Cuerpo de Investigaciones Fiscales del Ministerio Público de la provincia de Salta. Además de Teruel, también están imputados Silvio Ezequiel Rodríguez y Gonzalo Isaac Farfán.
Primero testificó una licenciada en Criminalística del CIF, quien tuvo a cargo la realización de inspecciones oculares en la casa de la familia de Teruel, que es el lugar donde ocurrieron los hechos. También declararon dos psicólogos que había entrevistado a Lautaro Teruel, en el marco de la causa judicial. Fueron tres entrevistas, en las cuales siempre presentó buena predisposición el principal imputado. Certificaron que Teruel reconoció su culpabilidad en el hecho y mostró preocupación por el bienestar de las victimas.
A su vez, también los psicólogos certificaron que el principal imputado tendría un pensamiento infantil, inmaduro y omnipotente y cree que sus problemas se van a resolver automáticamente. Uno de los peritos explicó que, producto de su estancamiento psicosexual, Teruel puede ver a una persona de corta edad como un par sexual. También explicaron que Lautaro, aún no logra diferenciar lo masculino de lo femenino.
En lo que respecta al coimputado, Gonzalo Isaac Farfán, los psicólogos explicaron que también tiene indicadores bastantes similares a los de Teruel, con actos de inmadurez e infantiles, que repercute en la formación de su personalidad y es incapaz de controlar sus emociones. Además presenta agresividad y sufre estados de angustia, temor y ansiedad. Tiene un pensamiento que lo aleja de la realidad o necesita tranformarla.
Declaración y análisis psicológico de una de las victimas
La victima de la primera causa, según el análisis psicológico, presentaría indicadores compatibles con el avasallamiento sexual y que, al momento de sufrir el perjuicio sobre su persona, existía una asimetría de poder y de conocimiento sexual, lo que provocó la perplejidad de la menor. La mamá de la niña, en ese entonces, expresó que su hija había pasado por una etapa de rebeldía a partir de los 12 años.
La madre descubrió, en ese momento, que su hija se autolesionaba cortándose los brazos y piernas, pero además manifestaba problemas para alimentarse y su mamá la obligaba a comer. Como tienen un carácter bastante parecido, a pesar de llevarse muy bien, la madre de la victima explicó que se peleaban y chocaban mucho.
Además, los profesionales del Ministerio Público explicaron que, al momento de la evaluación, la victima podía mantener un alto grado de concentración y memoria. Se pudo observar cuestiones relacionadas a un desorden emocional, lo que terminó repercutiendo en su rendimiento académico y la victima buscaba ser el centro de atención pero a través de comportamientos negativos.