POLICIALES

Un interna en el Penal Villa Las Rosas terminó con un recluso apuñalado

Dos compañeros de celda se agarraron a los golpes porque supuestamente uno de ellos rompió los códigos y quiso meterse con la mujer de su par.

SALTA (Redacción) – La vida dentro de la prisión no es nada sencilla, en especial cuando se trata de disputas personales o rupturas de códigos internos. Eso es lo que parece haber ocurrido en el Penal Villa Las Rosas donde se produjo una nueva pelea entre dos presos que comparten la misma celda. Uno terminó sufriendo aproximadamente 8 puñaladas por escribirle a la mujer de su compañero y fue traslado al servicio de salud.

Es un hecho ya conocido que los reclusos siguen utilizando celulares y que con ello muchas veces encomiendan actos delictivos desde dentro de la prisión. Para esta ocasión no fue eso lo que ocurrió sino que uno se «pasó de vivo». El conocido ladrón Roberto «El Gato» Molina se agarró a facasos con su compañero de celda de apellido Salinas. Este último sufrió heridas de armas blancas.

Según los datos recopilados por El Tribuno todo el hecho se dio después de que Molina le prestase el teléfono a Salinas. El recluso herido solicitó el aparato telefónico para hablar con su familia, sin embargo terminó realizando algo que generó malestar en su compañero. Resulta que le había escrito a su mujer y le terminó «volando la cabeza, se puso como loco».

Códigos rotos

Para el Gato Medina esto se trató de una clara ruptura de los códigos esenciales del ámbito carcelario. No tardó en reclamarle a su compañero por lo que había hecho lo que terminó en una pelea que arrojó como saldo a Salinas herido. Recibió entre cinco y seis apuñaladas, en la cual luna le rozó el corazón.

Inmediatamente intervino el personal penitenciario para separar a los dos sujetos y se lo trasladó de urgencia al Hospital San Bernardo. El hecho ocurrió este domingo aproximadamente a las 11 de la mañana. En cuestión, vale remarcar que en la jerga tumbera esto se define como hacerse el «picarón con la visita». Ese fue el fundamento que sostuvo Molina para justificar el ataque a su compañero.

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