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POLÍTICA

Matías Posadas: Un grave caso de Trastorno de identidad disociativo político

Dicen que la política “el arte de lo posible”, pero el caso de este hombre es emblemático

Matías Posadas
Matías Posadas - Fuente Salta 4400

SALTA (Matilde Serra) – La definición más tradicional de la política solía ser aquella que definía a esta como “el arte de lo posible”, pero en el ambiente de los que fungen de políticos han ocurrido fenómenos que rayan lo paranormal, y en algunos casos, lo anormal. El caso de Matías Posadas es emblemático en este sentido.

Se trata de un personaje cuyo apellido contiene ADN radical, pero lo que quizás para sus ancestros hubiera sido un motivo de orgullo como sería la pertenencia a un centenario partido, para este Matías Posadas se convirtió en un “fácil hacer” para lograr un buen vivir. Sin pudor alguno supo saltar el cerco de la ética política y la prosapia familiar pasó a revistar en el Frente que proponía el gobernador Juan Manuel Urtubey ofreciéndose como un multipropósito que podía tanto ser un administrativo como un gerente, como en el colmo de la generosidad que podía otorgar la diosa Murcia, aquella patrona de la pereza y la holgazanería, ser diputado provincial.

De allí en más el camino de Matías Posadas fue este de convertirse en un alcornoque, material hábil para mantenerse a flote a pesar de los vaivenes errantes de las aguas, ya calmas, ya pantanosas, igual podía embarrarse que mantenerse limpio, pero justamente esa era la cuestión: mantenerse.

Con tono profético quizás, Eladia Blázquez escribía aquello de “permanecer y transcurrir”, para decir a modo de sentencia que eso “no es existir, ni honrar la vida”, porque “hay tantas maneras de no ser”, y justamente de esto se trata en el caso de Posadas, de no ser… no ser radical, no ser justicialista, no ser “U”, un raro apotegma que ni la física cuántica podría descifrar. Han descubierto la “Partícula de Dios”, pero no se podría encontrar qué clase de elemento es Posadas ni mucho menos para qué sirve.

En un universo político como el de Salta donde existe toda clase de “De sabihondos y suicidas”, diría Discépolo, hay quienes parecen haberse inclinado por el hábito de coleccionar especímenes extravagantes. Este es el caso del actual intendente de la Capital, Gustavo Sáenz que más que un espacio político parece haber conformado una suerte de “Corte de los Milagros” donde hormiguea todo el rezago de la política salteña. Bien podría decirse que Sáenz más que una arritmia está padeciendo del “Síndrome de Diógenes” por su demostrada afición de acumular desperdicios políticos.

Entre esos chirimbolos desusados, Sáenz ha sumado a Matías Posadas, que, a pesar de la generosidad –por decirlo de una manera elegante- del intendente de aceptarlo en su rejunte, este insiste en mantener su actitud de brújula descontrolada siempre buscando un nuevo norte o apeadero.

Prueba del Trastorno de identidad disociativo en tono político que sufre Matías Posadas es que continúa con su conocido modus operandi de recalar aquí y ofrecerse allá. En la jornada pasada, Posadas estuvo ofreciendo su CV al ministro de gobierno, Marcelo López Arias, mientras que a la noche se contaba entre los comensales que asistieron a deglutir la incertidumbre en la casa de Gustavo Sáenz, quien parece pensar que con el plantel del Sacachispas puede aspirar a ganar un Mundial.

Lo de Matías Posadas es un ejemplo claro de la reducción de la política de aquel “arte de lo posible” a un “curro” donde no importan las aptitudes personales ni la pertenencia ideológica sino ofrecerse como un boy scout con la mano levantada y “¡Siempre listo!”. La diferencia estriba en que un Scout sirve a la comunidad, pero un Posadas no le sirve absolutamente a nadie.

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