SALTA (Semanario El Intransigente) – Las dificultades económicas, recurrentes y cíclicas en nuestro país, explican en parte por qué algunas demandas de la sociedad quedan cada tanto invisibilizadas en la agenda pública frente la urgencia de no llegar a fin de mes o, incluso, la imposibilidad de mantener una alimentación decente.
Tal es el caso de la falta de infraestructura vial, un reclamo que lleva tantas décadas como el crecimiento urbano. Puntualmente, en la ciudad de Salta, el deplorable estado de las calles es una queja masiva y recurrente: barrios fundados hace décadas en los que todavía no se hizo ni el cordón cuneta, cráteres que se multiplican diariamente ante un bacheo mediocre e ineficiente, asfaltos millonarios que no duran ni dos meses, adoquines mal emplazados y calles de ripio que con lloviznas se convierten en ríos.
Los reclamos
El problema es amplio y no distingue latitudes. Los portales de noticias locales tienen largos historiales de notas sobre vecinos denunciando el problema y reclamando soluciones. Desde zonas residenciales con calles agrietadas y llenas de baches hasta barriadas enteras a las que no puede ingresar ni el colectivo.
Un plazo inaceptable
Bettina Romero, la flamante intendenta de la Ciudad, llevaba cinco días al frente del ejecutivo municipal cuando en una entrevista exclusiva con El Intransigente trazó un diagnóstico tan gráfico como desesperanzador: “aproximadamente son 4.000 las cuadras que hoy en Salta necesita pavimentarse y tenemos un presupuesto que solo permite 160”.
Suponiendo el imposible de que en Salta no se desarrollen nuevas urbanizaciones, el cálculo arroja que llevaría 25 años terminar de pavimentar la totalidad de los barrios de la ciudad, siempre teniendo en cuenta el último presupuesto municipal.
Lo que refleja el presupuesto
En esa línea, la intendenta explicó que el 85% del presupuesto municipal es consumido por gastos corrientes, mientras que el margen para inversiones en materia de obra pública queda acotado al 15%.
Así las cosas, el desafío de la gestión que recién comienza estará signado por la búsqueda de recursos genuinos que permitan solventar las inversiones necesarias en materia de infraestructura pública.
Más allá de las gestiones
Romero no fue la primera intendenta en admitir que el estado de las calles es uno de los principales reclamos de los salteños. Incluso, fue uno de los mayores problemas que enfrentó su antecesor y actual gobernador, Gustavo Sáenz, cuando en una entrevista televisiva en 2016 llegó a decir que “las calles de Salta parecen Kosovo”.
Más atrás en el tiempo, en 2014, el por entonces intendente Miguel Isa aseguraba: “el principal problema de la ciudad es el estado de las calles”. Y si bien se despidió de su gestión de 12 años exhibiendo como un logro la pavimentación de 4.000 cuadras, lo cierto es que actualmente media ciudad aún espera su turno.
Una Salta de primera y otra de segunda
En el año 2015, la Encuesta Permanente de Hogares que monitorea el INDEC vino a confirmar una realidad que muchos sospechaban: Salta no era solo “La Linda”, sino también la más desigual.
De acuerdo con los números del informe sobre Distribución de Ingresos, Salta se ubicó como la provincia con más inequidad del país: el 10% de la población con menos recursos recibía por entonces el 1,2% del ingreso bruto, mientras que la décima parte más rica se quedaba con el 35,3%.
En este contexto, el estado de las calles en la ciudad viene a reforzar la tesis de que hay una Salta de primera y otra de segunda.
Baches en calles céntricas – Foto: Salta 4400 Baches en calles céntricas – Foto: Salta 4400
Conviven así dos ciudades diferentes. Por un lado, “La Linda”, de casco histórico y monumentos imponentes, de grandes espacios verdes y recreativos, de paseos, calles asfaltadas y barrios residenciales. Como contracara, una Salta que no aparece en las postales: la de urbanización precaria y emergente, la de los microbasurales, la Salta de barrios históricos sin pavimento, alumbrado público ni cloacas.
La calle como pilar de urbanización
El pavimento no es una cuestión estética ni un privilegio. En el acuerdo “17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible” celebrado por Naciones Unidas en 2015, Argentina se comprometió a garantizar una urbanización inclusiva en sus ciudades, “asegurando el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles”.
Baches en calles céntricas – Foto: Salta 4400 Baches en calles céntricas – Foto: Salta 4400
Cuando el pavimento llega a un barrio eleva la calidad de vida de miles de vecinos, fortalece los lazos comunitarios, mejora el acceso a servicios básicos como alumbrado, cloacas y transporte público, revaloriza espacios verdes y propiedades, llegan más rápido los patrulleros y las ambulancias, mejora la seguridad ciudadana y estimula la radicación de nuevos comercios y emprendimientos.
Por todo esto, las 4.000 calles que faltan asfaltar en Salta no pueden esperar 25 años.