POLÍTICA

Coronavirus: el drama de un repatriado que desnudó la triste situación sanitaria del norte

Desconociendo el protocolo, autoridades sanitarias, municipales y policiales lo obligaron a albergarse en un supuesto centro sanitario de campaña, montado en un complejo deportivo.

Coronavirus: el drama de un repatriado que desnudó la triste situación sanitaria del norte

SALTA (Redacción) – Tras 24 horas de un viaje agotador por territorio boliviano, Anibal Quiroga llegó al país junto a otros 180 repatriadios. Oriundo de Mosconi, y de acuerdo al protocolo por coronavirus que le indicó el Consulado, debía quedarse en esa localidad, en su casa, cumpliendo la cuarentena. Su calvario empezó cuando el colectivo lo dejó varado a un kilómetro del ingreso al pueblo.

Según le habían indicado las autoridades, allí lo estarían esperando personal médico y efectivos policiales, para realizarle chequeos de rutina y trasladarlo a su domicilio para que cumpla el aislamiento social, preventivo y obligatorio.

Sin embargo, y tras esperar una hora, por fin se acercaron miembros de la Policía y una ambulancia: lo revisaron, comprobaron que no tenía síntomas, pero nadie se quería hacer cargo de su traslado.

Un periodista local que cubría la escena logró captar el nerviosismo, la indiferencia y los maltratos con que el “equipo sanitario” asistió al recién llegado.

Finalmente, a Quiroga lo subieron como si fuera un detenido a la caja de un patrullero y lo llevaron hasta su casa. La cosa se pondría peor un rato después.

A las dos horas, aproximadamente, sonó el timbre de su domicilio. Recién se había terminado de bañar cuando abrtió la puerta: era Marcelo Benavidez, el gerente del hospital local, junto a una ambulancia y un patrullero. “Nos vamos al Complejo Deportivo”, ordenaron sin mayor explicación. No le dieron tiempo ni para que busque sus cosas.

“Lo peor es que me pidieron que salga y yo dejé todo, pensé que me llevaban al hospital a hacer algún estudio de rutina y terminé pasando la noche en ese lugar sin ni siquiera abrigo ni comida”, explicó el joven, en un video que subió a las redes sociales y se viralizó rápidamente.

Pensó que lo habían vuelto a buscar para realizar algún tipo de estudio o, lo que sería lo más lógico, el testeo de Covid 19. Pero no. A secas, el director del hospital le explicó que pasaría la noche en el complejo, y que al otro día analizarían “cómo seguir”.

De acuerdo a lo que infiere Quiroga, su caso tomó estado público desde que fue entrevistado en la ruta, cuando llegó en el colectivo de repatriados. En el pueblo empezó una cacería de brujas y las autoridades empezaron a sobreactuar, incluso contrariando el protocolo que estableció el Ministerio de Salud junto a los consulados: “Yo creo que se vieron presionados porque el video que subió el periodista comenzó a circular, y la gente no sabía quién era yo, o si estaba contagiado o no, son tiempos en donde te matan si dudan que podés tener coronavirus”.

El recién repatriado no podía creer. Quedó prácticamente detenido, encerrado sin comida ni agua en una cancha de basket.

Supuestamente, con la veintena de camas que montaron en el lugar, al Complejo Deportivo Mosconi lo convirtieron en un “hospital de campaña”, montado para enfrentar un eventual brote de coronavirus en el norte de la Provincia.

“El lugar está deplorable, todo roto, con caca de paloma y de perros, ahí no puede pasar una noche quien esté vulnerable con una enfermedad”, denunció Quiroga. Su relato fue acompañado con videos y fotografías contundentes: Literalmente hay caca de paloma por todo el complejo, caca de perros, la mayoría de los vidrios de las ventanas están rotos, los baños sin un mínimo de higiene, no hay agua caliente ni tampoco sábanas y frazadas: “Parece que pusieron las camas para la foto, porque acá realmente no pueden traer a ninguna persona enferma o vulnerable”.

El caso que desnudó la precariedad

Tras pasar la noche en la cancha de básket, al repatriado finalmemente le permitieron volver a su domicilio para cumplir con el aislamiento, tal como lo establecía desde el principio el protocolo.

“Venían todos a pedirme disculpas por lo que había pasado y se culpaban unos a otros”, contó Quiroga, quien lamentó tener que hacer público su drama para que las autoridades rectifiquen el procedimiento.

Lo que terminó desnudando este caso, más allá de los inconvenientes personales, es que en el interior provincial no todos los municipios están preparados para enfrentar la crisis de la pandemia: reina el desconcierto en el personal de salud y de seguridad, e incluso entre las autoridades sanitarias: hay desconocimiento sobre los protocolos, y -lo que es peor- la infraestructura sanitaria se encuantra en un estado de absoluta precariedad: la cancha de básket del Complejo Municipal de Mosconi no podría bajo ningún punto de vista alojar pacientes ni a personas consideradas de riesgo.

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