El histórico dirigente Juan Carlos Romero sorprendió al salir del molde libertario con un apoyo explícito a varios gobernadores. Distanciado de esa línea ideológica, decidió dar respaldo político a quienes consolidan poder en sus provincias.
Romero explicó que esta decisión responde a una lógica de “federalismo pragmático”, en la que prioriza la gestión territorial y la “defensa de las autonomías provinciales”, por sobre equilibrios ideológicos rígidos.
Este movimiento —que rompe con su perfil más liberal— lo alinea con mandatarios que han fortalecido la recaudación y la inversión. Según Romero, esta sintonía provincial es más efectiva para avanzar en propuestas, incluso por encima de una agenda libertaria pura.
También justificó que el giro estratégico tiene detrás un análisis de contexto: “no alcanza con ideas, hay que construir consenso”— dijo, refiriéndose a la necesidad de articular con el poder regional consolidado.
Este gesto deja ver una nueva faceta en la carrera del expresidente del Senado salteño, de quien ahora destacan un perfil más “aliancista” que “doctrinario”. Con ello, se suma al mapa de dirigentes que abandonan etiquetas rígidas.
Mientras tanto, en círculos del libertarismo salteño, su decisión generó desconcierto. Algunos analistas advierten que, aunque rompe con el discurso original, le da aire a una política basada en la «alianza por conveniencia».
