SALTA (Redacción) – A lo largo del último año, miles de personas han quedado marginadas del mercado laboral a causa de los despidos o, incluso, cierre de empresas. Como consecuencia de estas desesperantes situaciones, muchos habitantes de la capital han tenido que volcarse a las calles para vender productos o alimentos para intentar afrontar la dura crisis económica que atraviesa el país. Al respecto, Mabel consideró que “cuando no hay trabajo uno tiene que hacer algo para vender”.
En diálogo exclusivo con Salta 4400, Mabel comentó que debió comenzar a vender bollos en la vía pública después de haberse quedado “sin trabajo” en el pasado mes de febrero. “Había que salir a hacer algo”, afirmó la mujer acerca de la necesidad de generar un ingreso económico para su familia. “Estoy en la calle desde las 15.30 hasta las 20 para tratar de vender todo”, planteó, ya que aseguró que no vende “pan de un día para el otro”. “Hay días que me quedo con mercadería y se la ofrezco a mis amigos o a mi familia”, agregó.
Acerca de la conformación de su familia, la mujer contó que tienen cuatro hijos. “Uno está estudiando en Buenos Aires, y los otros tres están a cargo mío”, indicó la vendedora, quien ratificó que el dinero que obtienen a diario no le alcanza para afrontar sus gastos mensuales. Ante este panorama, sostuvo que recurrió la gastronomía, ya que aludió que cuenta con conocimiento en la materia. “Cuando tengo encargos, hago perniles con salsa y pan casero, o empanadas”, añadió la especialista, quien relató que años atrás realizó el “servicio de catering”.
La inflación
Por otra parte, Mabel también refirió que una de las principales labores que desarrolla diariamente está orientada a la detección de los mejores valores para poder abastecerse de materia prima. “Salgo a buscar precios”, afirmó la salteña, quien sostuvo que buena parte de sus habituales consumidores están al tanto de las vicisitudes económicas: “los clientes saben que si no consigo harina a buen precio hay días tengo que aumentar”. “A veces en los que vendo a 15 pesos, otros a 20 pesos; pero tampoco me aprovecho de la situación porque sé que todos estamos mal”, enfatizó.
En ese sentido, mencionó que “hay días que el kilo de harina está a 24 pesos; otros, a 34 pesos; y hay días en los que no hay”. Además, expuso que semanalmente también debe adquirir “aceite para hacer buñuelos”. Asimismo, detalló que antes utilizaba grasa para este fin, pero que la crisis ha afectado la oferta de este producto para los minoristas: “Antes sabía conseguir grasa de un carnicero, y hoy ya no me la puede vender porque no vende carne. Hasta las carnicerías grandes no tienen grasa”.
Igualmente, Mabel advirtió que fundamental tiene que aprovechar los días de semana para sacarle un importante rédito económico a estas actividades, debido a que formuló que “los feriados o los fines de semana son días muertos porque en esta calle no pasa mucha gente”. Por otra parte, lamentó que las tarifas de luz y gas “han subido bastante”. “Ahora estoy viendo la posibilidad de comprar un horno”, confesó la vendedora, quien informó que su electrodoméstico “ya está pidiendo auxilio” y le insume mayores gastos. “Calculo que con un horno industrial va a ser diferente”, estimó.
Otros casos
Por otra parte, otro vendedor de esta clase de productos repudió que le habían aumentado el costo de la harina “a 1.400 pesos”. “Compro seis o siete bolsas, sino no me conviene por kilo”, agregó el hombre que concurre todas las mañanas al Parque San Martín. “Utilizo grasa pella, harina y levadura. Hago todo en horno de leña y de gas. Tengo panadería y reparto a otros lugares, pero vendo aquí para que me alcance para pagar los servicios”, expuso. Consultado por la repercusión que poseen sus productos, indicó que “los sábados, lunes y miércoles se vende bien”.