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El desafío de convertir a Cabra Corral y los valles en “el Carlos Paz del norte argentino”

El dique Cabra Corral es sin dudas uno de los emblemas de la provincia. Semana tras semana, miles de personas visitan este paraíso ubicado en uno de los valles más pintorescos de Salta.

Dique Cabra Corral - Foto: salta.gov.ar/
Dique Cabra Corral - Foto: salta.gov.ar

SALTA (Semanario El Intransigente) – Ya sea para encontrar relajación y escaparse de la rutina, para pescar, practicar deportes náuticos o caminar por cuevas pintadas que habitaron pueblos originarios, Cabra Corral es un gran atractivo para pasar unos días en contacto con la naturaleza.

Si bien en los últimos años la oferta hotelera y gastronómica que rodea al embalse experimentó un discreto crecimiento, la realidad evidencia que aún queda mucho por crecer y desarrollar. No solo en materia de emprendimientos privados, sino principalmente en cuanto a la infraestructura pública.

Un poco de historia

Fue en los años 80 durante la gestión de Roberto Romero cuando el turismo empezó a pensarse como una política de Estado, como un motor de desarrollo que movilizaba la economía, generaba puestos de trabajo y atraía recursos genuinos a la provincia. El teleférico, por ejemplo, fue uno de los símbolos de aquella época.

En eso años, no eran pocos los que soñaban con hacer del dique Cabra Corral, junto a los pueblos de los Valles Calchaquíes, “el Carlos Paz del norte grande”. El desafío era prometedor y ambicioso, pero la provincia tenía por entonces otras urgencias y el empuje estatal fue disminuyendo.

A fines de los 90, en plena modernización (y privatización) del Estado, bajo la gestión de Juan Carlos Romero se pusieron en marcha nuevas políticas públicas de promoción turística. Se profundizó la puesta en valor del patrimonio cultural con nuevos museos, teatros y polos gastronómicos y se dieron cientos de créditos flexibles para el desarrollo hotelero privado.

Más cerca en el tiempo, la gestión de Juan Manuel Urtubey mantuvo el desarrollo turístico como una política de Estado fundamental, aunque con una nueva impronta: el destino debía diversificarse y multiplicar su atractivo tradicional compuesto por paisajes, museos, edificios históricos y gastronomía.

Además del turismo clásico y religioso, y en búsqueda de nuevos visitantes, Salta empezaría a producir y mostrar una agenda cultural convocante y el desarrollo de atractivos naturales únicos en el interior de la provincia. En pleno auge de las comunicaciones, la gestión de Urtubey incluyó una fuerte agenda de promoción del destino tanto a nivel nacional como internacional.

Romper la estacionalidad y atraer nuevos visitantes

En los últimos años, tras haberse convertido en una política de Estado, el turismo receptivo salteño ha logrado cumplir con dos objetivos centrales: romper la estacionalidad y superar año tras año la cantidad de visitantes que llegan a la provincia.

Salta era una provincia para visitar en vacaciones de julio, en algunos feriados largos o durante la época del Milagro, en septiembre. En la actualidad, más allá de que hay épocas más fuertes que otras, la provincia recibe visitantes nacionales y extranjeros durante todo el año.

En el marco de las acciones para romper la estacionalidad, por ejemplo, el año pasado desde la Cámara del Turismo, el Ministerio y más de 140 empresas del sector, lanzaron el programa “Banda Negativa”, que consistía en descuentos en hospedaje y excursiones de hasta 40% entre los meses de mayo y junio. Como resultado, la actividad se mantuvo de pie en meses tradicionalmente mediocres, complicados aún más por la crisis económica nacional.

El buen presente de la actividad se sostiene con los números que difunden tanto desde la Secretaría de Turismo como desde los principales portales de viajes y reservas, Booking y Despegar.

De acuerdo con el informe de la temporada 2019 que difundió el Gobierno, en julio del año pasado, por ejemplo, la ocupación hotelera en Salta superó el 91%, mientras que en los sitios web se encontraron el 95% de las plazas ocupadas.

El objetivo para el flamante ministro de Turismo, Mario Peña, es que los números de la Capital puedan replicarse en los destinos salteños del interior: “hemos trabajado codo a codo para armar un calendario en toda la provincia, en cada uno de los municipios, con más de 280 actividades, que ya los salteños y turistas están disfrutando”.

El desafío hacia adelante

Es cierto que el turismo logró convertirse en uno de los principales sectores que genera empleo, valor agregado, riqueza y moviliza la economía en Salta. Pero si hay algo que define a esta actividad en todo el mundo es el dinamismo con el que se va transformando, por lo que sería un error dormirse en los laureles.

Los objetivos de la dirigencia del sector, tanto pública como privada, hoy están orientados a consolidar lo que hasta aquí se ha logrado y blindar de la mejor manera posible al turismo de los vaivenes de la economía nacional.

Para lograrlo, es necesario potenciar los atractivos que mueven a miles de turistas a visitar la provincia cada año y desarrollar una nueva agenda capaz de motivar una afluencia aún mayor, llegar a un público al que aún no se llega y convencerlo de pensar en Salta como destino.

Ahí es donde aparece el desarrollo del dique Cabra Corral y los pueblos aledaños como una apuesta superlativa. El espejo de agua, apostado sobre valles de postales, tiene una superficie que supera ampliamente a la del dique San Roque, emblema de Carlos Paz.

Lo que se necesita para lograr este desarrollo, por supuesto, es una firme decisión política que involucre un acuerdo serio con los empresarios del sector y la búsqueda de inversores locales y extranjeros.

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