SALTA (Ernesto Bisceglia) – Desde los orígenes de este país el periodismo jugó un papel político, social y económico adelantando los procesos políticos. Manuel Belgrano fue el primero en advertir la importancia de la prensa y animó a Francisco Cabello y Mesa a publicar el 1 de Abril de 1801 el “Telégrafo Mercantil”, impreso en la Real Imprenta de los Niños Expósitos, hoy expuesta en el “Museo del Vino” en la ciudad salteña de Cafayate.
Más tarde, Mariano Moreno, hizo de la prensa la herramienta para consolidar el poder y el orden de las ideas y así vio la luz la “Gazeta de Buenos Ayres”, el 7 de junio de 1810, desde donde Moreno –según su propio decir- hacía “Caer las ideas de la Revolución como una llovizna sobre Buenos Aires”.
Juan Manuel de Rosas tuvo prensa adicta y ejerció la primera brutal censura. Los disidentes –Echeverría, Sarmiento, Alberdi, etc-, partieron al exilio a ejercer la resistencia desde los periódicos de Chile y Uruguay. En esos artículos fundaron las ideas de República y la Constitución que hizo realidad Justo José de Urquiza tras derrocar a Rosas en 1853, quien a su vez había comprendido la importancia de una prensa propia y llevaba una imprenta volante en sus expediciones militares.
Hacia mediados del siglo XIX, desde “Los Debates”, Bartolomé Mitre pensó el país moderno y consolidó su proyecto político desde “La Nación”, aparecido el 1 de enero de 1870 y que transcurre hasta nuestros días.
El celebrado poeta, José Hernández, inmortalizado por su “Martín Fierro”, fue periodista y legislador y desde sus publicaciones anticipó lo que serían las primeras leyes de la legislatura porteña, antecedentes de nuestro Corpus legal actual.
La clase alta y parte de la oligarquía encontró en José C. Paz y “La Prensa” (1869) su canal de expresión para defensa de sus intereses en un momento en que el país ya asumía forma burocrática y política.
El Centenario
La prensa celebró el Centenario alabando las grandes conquistas argentinas y mostrando a las personalidades que visitaron entonces el país, pero también escondiendo a la opinión pública la grave crisis social que desembocaría años más tarde en la “Semana Trágica” de 1919, bajo la presidencia de Hipólito Yrigoyen.
También fue el periodismo el que horadó las bases del segundo gobierno de Yrigoyen, ya con la aparición de las revistas de corte satírico que venían saliendo desde una década antes, de las cuales “El Mosquito” y sus famosas caricaturas ridiculizaban al presidente al que mostraban como el “Peludo”. Fue la misma prensa que celebró el golpe del 6 de setiembre de 1930 dado por el salteño José Félix Uriburu que sentó el infausto antecedente para los militares de que la carrera de las armas tenía un grado más: el de presidente de la nación.
Con Juan Domingo Perón aparecieron los primeros grupos mediáticos, principalmente aquellos manejados por el gobierno peronista. Se transformó también la misión del periodista que pasó a ser el “formador de opinión”, un sujeto a sueldo del gobierno para modelar a la opinión pública.
Fueron Bernardo Neustad y Mariano Grondona los nombres más emblemáticos en esta materia de trabajar para todos los gobiernos, ayudando a subirlos, a mantenerlos y a bajarlos cuando los intereses lo aconsejaran.
La prensa desde entonces formó en distintas trincheras ideológicas: Clarín, nacido junto con el peronismo en 1945, se alineó con los intereses de la clase media y el empresariado que iniciaba la década peronista. La Nación aglutinaba a la oligarquía terrateniente, mientras La Prensa continuaba ejerciendo como decano en materia de opinión.
Desde los ’70 del siglo pasado una cantidad apreciable de medios gráficos ha surgido y se mantiene mientras ganaba espacio la televisión, también nacida en el peronismo que cambió las reglas de la lectura y la forma de transmitir la información.
El periodismo en la pos pandemia
Como se comprueba en tan breve síntesis, el periodismo acompañó la historia de la Argentina desde sus albores como antesala del próximo devenir de cada proceso.
En este momento en que la pandemia del COVID-19 le ha puesto literalmente una bisagra a la historia mundial, en la Argentina, el periodismo debiera tener la responsabilidad de realizar una pedagogía del nuevo tiempo, motivando el pensamiento para que el impacto social de lo que viene se atenuara con la capacidad de resiliencia del pueblo, pero lamentablemente los debates (o intereses) están transitando por otros carriles.
Ya no son los mismos tiempos y el periodismo ahora es básicamente un ariete político y un negocio donde la facturación puede más que la doctrina.
Podría decirse más, el periodismo en la pos pandemia muy probablemente jugará el papel que los dueños del sistema le indiquen a través de las pautas oficiales.
Así, la noticia y la verdad serán las primeras víctimas de este convulsionado e incierto tiempo que ha comenzado.-
