Son tiempos extremos, donde el mundo no sólo enfrenta la pandemia sanitaria del Covid-19 sino que además camina hacia un desastre económico global junto a una crisis por la devastación de los recursos naturales y su impacto por el cambio climático, sumado al inicio de procesos cósmicos como el mínimo solar que amenaza un “invierno global” con pronósticos de caída en la producción de alimentos, enfermedades y hambrunas.
Tan extremo es el panorama que algunos informes científicos hasta se animan alertar sobre la posibilidad de una extinción masiva.
El confinamiento social obligatorio conlleva un adormecimiento de la voluntad individual, las personas pasan a ser “uno solo” participando de la misma desgracia y esa solidaridad impuesta termina comulgando dócilmente con las decisiones políticas, económicas, sociales y culturales que se tomen desde los gobiernos, sean nacional o provincial.
La situación podrá ser un plan prediseñado o no, eso es cuestión discutible, pero no se puede esperar soluciones globales sino que deben ser regionales y/o provinciales, porque la idiosincrasia de los pueblos cambia según su contexto cultural.
Luego, es necesario ir fundando nuevas políticas de Estado para enfrentar esta coyuntura desconocida e incierta, pero para eso es necesario contar con un gobierno que tenga liderazgo y equipos capacitados, porque los temas que ya hay que resolver no se parecen en nada a lo que la política venía administrando. Y si siendo conocidos los problemas lo hacían mal… ¿qué se puede esperar ahora?
Ningún gobierno podrá enfrentar esta inédita crisis en soledad, porque los cambios son de tal magnitud que será necesario apelar a un nuevo “Pacto Social” ya que todas las variables han sido alteradas.
No es tiempo de revolución, sino de Re-evolución. Hay que repensar todas las categorías sociales.
La política del bolsón, del “asesor”, del puntero, va camino a la extinción. El asistencialismo morirá por la falta de recursos, con lo cual si no se cambian los paradigmas el estallido social está a la vuelta de la esquina. Es imprescindible reconvertir a la política.
Qué significa un nuevo “Pacto Social”
Es apelar a la capacidad de resiliencia de la sociedad reelaborando y proponiendo nuevas políticas de Estado, donde la reforma de la Educación es la base de un nuevo proceso. Luego la Salud, obviamente, porque un pueblo enfermo es un pueblo en extinción. Pero ninguna de las dos será sustentable si no se aplica una política ambientalista. Nadie crece ni se educa en un medio ambiente devastado o contaminado.
Será preciso convocar a los mejores en cada área porque sin ideas visionarias la mediocridad socavará las bases de cualquier gobierno. Los burócratas en esta etapa no contribuyen sino que resultan hasta peligrosos porque no admiten los cambios ya que la inercia de la nada es lo que los sostiene. Y este nuevo orden es extremadamente dinámico y desconocido. Es tiempo de mentes audaces.
Liderar para el cambio que ya está impuesto es la única salida para evitar el caos social. Devolver a la política el concepto de Justicia Social y Distributiva es la ecuación de la paz común. Claro es entonces que resulta necesario antes devolverle su majestad a la Justicia, hoy asaltada también por oficinistas titulados a sueldo.
La tarea no es menor y exige un esfuerzo de imaginación y una capacidad de decisión que interpela a los gobernantes actuales. Parece una tarea imposible con las actuales autoridades, pero ensayar lo antes posible el cambio es como le respondiera el General San Martín al Director Pueyrredón, cuando este le alertara que “¡No me pida más, carajo (…) porque lo que Usted quiere hacer –Cruzar los Andes- es imposible!”.
Si, “Es imposible, pero es imprescindible”. Tomar estas decisiones hoy, también lo es.
