SALTA (Redacción) Una situación poco clara se vivió en un municipio muy cercano a la Capital. Fue en el Matadero Municipal de La Merced, según lo que se pudo conocer, un trabajador, el pasado 24 de noviembre del 2020, tuvo un accidente laboral (por falta de seguridad en un andamio a dos metros del piso y algunas tantas otras irregularidades), y habría caído de una altura considerable, perdiendo así su vida después de haber sido internado.
Richard, Eduardo Farfán, como todos los días, se encontraba trabajando. Ese 24 de noviembre pasado, “Colchón” como lo conocían, estaba faenando un animal, resbaló en medio de la sangre que derivaba su tarea y cayó, golpeándose de forma irreversible la cabeza. Si certificado de defunción dice que el motivo de su muerte, fue un traumatismo encéfalo craneano grave, que derivó a la muerte cerebral del paciente. Richard trabajó faenando por 30 años, pero nunca fue reconocido como empleado, siempre trabajó en negro, por lo que nunca ganó el monto que correspondía a su labor, sin beneficios sociales.
En su momento, Enrique Torres, quien es concejal de dicha localidad, aseguró que solicitarían informes al Municipio para aclarar la situación. Hasta el momento no se expidieron al respecto. El objetivo principal era llevar tranquilidad a todas las demás personas que trabajan en el mismo lugar, pero no fue así, porque hasta el día de hoy, este caso sigue sin esclarecerse y la familia de Farfán pide justicia. Ahora, desde el concejo deliberante, deliberan colocar el nombre de Eduardo Farfán al matadero, en honor a los años desempeñados por el difunto.
El responsable del matadero municipal es el veterinario Hugo Correa, quien si se comunicó con familiares del difunto. En el hospital, en su momento, Correa había declarado ante la mujer de “Colchón”, que “no se preocupe, que el municipio iba a correr con todos los gastos” pero eso se fue borrando en el transcurso del tiempo. Hoy Gabriela Morales, su mujer, después de perder a su marido, tuvo que pagar la excavación y el terreno en donde enterraron el cuerpo de Farfán. Nunca nadie se hizo cargo de nada.
Finalmente, en alguna oportunidad, Morales contó que se dirigió a la intendencia de Javier Wayar, para solicitar ayuda, para pedir que el municipio se hiciera cargo de la negligencia que había cometido y que la habían dejado viuda, pero no obtuvo respuestas. En primera instancia fue mal tratada y le dieron un “subsidio” a modo de “limosna” considera Gabriela y que en la proximidad se iba a firmar un acuerdo para esclarecer la muerte, pero después de 3 meses, aún no sabe nada. Por ese motivo, después de tanto peregrinar, decidió iniciar acciones legales contra la comuna por el fallecimiento de su marido en el matadero municipal en horas laborales.
