SALTA (Redacción) – La crisis no tiene freno en la Argentina y encontró en la pandemia el escenario más oportuno para potenciarse haciendo mella en la sociedad. El párate en la circulación fue proporcional al párate económico y productivo. Así las cosas, la pobreza, el hambre y la inseguridad alimentaria son parte de un flagelo que caracteriza a la Argentina con índices alarmantes.
Tal y como difundió El Intransigente, un reciente informe del Observatorio de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina (UCA) divulgó que el 64,1% de los niños y adolescentes menores de 17 años viven en hogares sumidos en la pobreza. Además, el estudio señaló que unos dos millones de niños padecieron hambre en algún momento este año en medio de la pandemia.
Los detalles del informe: son 590.000 niños más con hambre que un año antes
El estudio fue realizado sobre una proyección de 13 millones de chicos y adolescentes en el país. De los 8,5 millones que habitan hogares pobres, poco más de 2.000.000 sufrieron “insuficiencia alimentaria severa” durante el año, de acuerdo con el informe correspondiente al período julio-octubre. Asimismo otros 2.500.000 no alcanzaron a recibir las cuatro comidas diarias
. De esta manera, la insuficiencia alimentaria total representa el 34,4%, o más de 4,5 millones, según el estudio. De 13.700.000 niños y adolescentes (0 a 17 años) que habitan el país, se estima que 4.720.000 padecían carencias alimentarias, 590.000 más que un año antes, hasta octubre. Si algo le faltaba a este lamentable escenario, es el último indicador del INDEC, a junio de este año.
El mismo señala que en el índice de pobreza se elevó al 40,9% de la población, incluido un 10,5% que está directamente en la indigencia. Luego, al cierre de 2019, la tasa de pobreza había sido del 35,5% y la indigencia del 8%. El informe agrega que la situación de aislamiento social “profundizó problemas sociales pre-existentes que afectan de modo particular a las infancias en el país”.
“Si bien en el marco de esta pandemia las infancias no se constituyeron en la población de mayor riesgo en contraer la enfermedad, se conjetura que la situación de aislamiento extendida en el tiempo ha producido un incremento de su vulnerabilidad en el pleno ejercicio de múltiples derechos”, advierte el informe de la UCA. En esta línea, sostienen que “uno de los principales efectos” de la pandemia “es una nueva poda del capital humano».
La poda del capital humano desde el 2011 en ascenso
En cuanto a datos globales, a partir de 2011, con el 23,5%, la inseguridad alimentaria entre niños y adolescentes tuvo un crecimiento persistente y pegó un fuerte salto entre 2017 y 2019, para volver a subir este año al 34,4%. Ianina Tuñón, investigadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, explicó que hubo un período más estable entre 2011 y 2017. Esto se debió a las ayudas alimentarias directas realizadas a través de la escuela y comedores barriales.
