SALTA (Redacción) – De la promesa de llenar la heladera de comida y asegurar que los argentinos volveríamos a comer asado a esta crisis de legitimidad política, ni el mismo Alberto Fernández se lo hubiese esperado. La realidad es que la interna sistemática del Frente de Todos y la pelea permanente entre Cristina Kirchner y el presidente agrava el panorama. La renuncia de Martín Guzmán fue otro de los parteaguas de esta grieta dentro de la grieta.
El exministro presentó su renuncia hace exactamente 24 horas. Es decir, el Gobierno de Alberto Fernández no cuenta con ministro de Economía hace exactamente un día. Desde la mañana temprano de este domingo se están llevando a cabo un cónclave de gran importancia en la Quinta de Olivos. Allí el jefe de Estado se ha estado reuniendo con Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados y referente del Frente Renovador, y sus principales socios de referencia.
El trasfondo de esta reunión es que no hay, o al menos no se supo, allegados de Cristina Kirchner participando de estas reuniones. Si bien, se asegura que Sergio Massa es el interlocutor de todas las partes y el garante de la unidad, lo concreto es que Alberto Fernández sigue sin hablar con su vicepresidenta. En sus horas más críticas aseguran que el diálogo está roto y que no hay forma de que haya reconciliación.
A todo este panorama se agrega otro problema: los gobernadores no estuvieron participando de esta reunión. Si bien, es cierto que hace alrededor de las 17 horas llegó el jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien podría traer el mensaje de los representantes de cada provincia. La invitación tampoco le llegó a los sindicalistas ni a la CGT, lo cual el malestar por todo esto se incrementó también desde el lado de los trabajadores y grupo afines al presidente.
Se incrementan las expectativas ante la falta de decisiones
A todo esto, como aún no hay definiciones concisas se incrementa el nivel de incertidumbre. Además, aclararon que el presidente no hablará ante la prensa, tampoco lo hará la vocera presidencial. Esta situación particular indica que aún no hay acuerdo político ni soluciones. Se menciona a Massa como posible jefe de Gabinete, mover a Manzur al Ministerio del Interior, a Wado de Pedro a Justicia y otros cambios posibles. ¿Y en economía qué pasará?
La respuesta a la pregunta más importante de todas aún no tiene definiciones porque no se sabe quién reemplazará a Martín Guzmán. La otra señal es que todo indica que pareciera ser fundamental que quien llegue a Hacienda tenga el respaldo y el aval de Cristina Kirchner. Así el presidente Fernández se enfrenta a un gran dilema: someterse o romper. Situación complicada para una frente político totalmente fragmentado.
El presidente y sus imprecisiones
La pandemia le dio una gigantesca oportunidad al presidente de demostrar que efectivamente estaba capacitado para gestionar el país y trabajar en conjunto. Hasta ese momento eran reuniones, comunicados y fotos sentado con Larreta, el principal gobernante de la oposición. También se mostraba unido internamente. Pero todo se fue dilatando y la terrible derrota del Frente de Todos en las elecciones legislativas fue el puntapié inicial para el inicio de una crisis interminable.
Desde ahí; todo fue cuesta arriba desde niveles de inflación históricos, desacuerdo en la forma de gobernar y gestionar la política económica. Desde que empezaron a aparecer problemas y números bastantes negativos, el ala dura del kirchnerismo empezó a pegarle duramente a Martín Guzmán, niño protegido por el presidente. Además, apareció el problema de la lapicera, el acto fallido de intentar estatizar Vicentin y la falta de precisiones políticas. Todo esto fue desgastando lentamente la imagen de Alberto Fernández. Todos estos puntos mencionados resumidamente, pero hubo mucho más problemas.
El nuevo capítulo que se sumó con la renuncia de Guzmán profundizó la ruptura del frente de Gobierno. No es casualidad tampoco que el exministro haya presentado su dimisión a través de las redes sociales mientras hablaba Cristina Kirchner en el homenaje por la muerte de Perón. Queda poco más de año y medio para que termine la gestión de Alberto Fernández, lo mínimo a lo que debería llegar es a garantizar la estabilidad de acá al próximo 10 de diciembre.
Mirar hacia adelante
En síntesis, estamos viviendo una crisis económica pero con trasfondo político por falta de coherencia dentro de la coalición gobernante. Por lo tanto, alcanzar acuerdos, ceder en la pelea de egos y escucharse entre Cristina y Alberto Fernández será vital. Otro punto fundamental será dejar de mirar en el pasado para empezar a gestionar la crisis y empezar a trabajar en el presente mirando el futuro.
En este barco estamos naufragando 47 millones de argentinos y si se hunde de manera definitiva nos llevará puesto a todos. La clase política tiene que dejar de pelearse permanentemente y avanzar hacia un gran acuerdo para que haya gobernabilidad y proyectos pensando en el futuro. Si realmente les importa el país deberían estar dispuestos a dejar dicho ego. Alberto Fernández transita horas cruciales y lo que se defina podría allanar el camino hacia el 2023 ya sea para el oficialismo o para la oposición. Mientras tanto, gobernadores e intendentes le piden al jefe de Estado que llame a la vicepresidenta.