SALTA (Redacción) – Este martes 6 de julio declararon cinco testigos ante el tribunal de la Sala IV, durante el juicio contra el exsacerdote Rubén Agustín Rosa Torino. Uno de los testigos aseguró que debió robar un pendrive para disgustar a las autoridades de la congregación y poder salir. Cabe mencionar que el proceso judicial proseguirá mañana con la recepción de las últimas declaraciones testimoniales.
En tanto, cabe apuntar que el exsacerdote está imputado por abusar de tres víctimas. volviendo a juicio, entre las personas citadas estuvo el exsacerdote Sergio Salas. «Cuyo nombre religioso dentro de la congregación Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista era el de Josué», detallaron desde el Poder Judicial. Luego, relataron que el excura ingresó a la institución en 1994 y, al momento de su intervención, en 2015, tenía el cargo de superior provincial de la orden.
Ante el tribunal, el sacerdote explicó que su rol consistía en «controlar todas las casas de la rama masculina que tenía la comunidad en el país y ver cómo estaban los hermanos». Sin precisar un número exacto por no recordarlo, dijo que la congregación tenía alrededor de 15 sedes en la Patagonia, Santiago del Estero, Salta, Misiones y Jujuy. Y mencionó que también tenían casas en México, Chile y España.
«Sus estados anímicos variaban»
Luego, el religioso afirmó que conoció a los tres denunciantes en la causa. Según detalló, con la exmonja denunciante tuvieron una relación cercana porque ambos preparaban los retiros espirituales. Y revelcó que en un momento notó que «sus estados anímicos variaban y que la gente que asistía a esos encuentros se quejaba de sus malos tratos». Aseguró que le planteó el problema a la denunciante y a ella no le gustó. Esto sucedió en 2005 o 2006.
«El exsuperior de la congregación dijo desconocer los motivos por los cuales los tres denunciantes en la causa (dos exnovicios y la exreligiosa) abandonaron la comunidad religiosa», precisaron las autoridades. Por otra parte, Salas aseguró que el trato de Rosa Torino hacia la monja era «cordial y respetuoso», al igual que hacia los hermanos ingresantes, novicios y sacerdotes. Del mismo modo, afirmó que nunca vio un «trato indecoroso» de parte del acusado hacia ningún integrante de la comunidad.
«Llamados y ayuda económica»
Otro testigo el declarar por parte de la defensa fue el primo de la esposa de uno de los exnovicios víctima, quien también se postuló en el instituto del acusado. Ante los jueces declaró que luego de abandonar la comunidad, recibió un llamado telefónico de un número de Buenos Aires. «Le ofrecieron ayuda económica por declarar lo que supiera del acusado. Afirmó que no recuerda quién lo llamó, pero que era alguien relacionado al instituto», detallaron desde el Poder Judicial.
Además, relató que lo enviaron a Puerto Santa Cruz, pidió regresar a Salta a las dos semanas “porque no le gustaba el aire que había”. En ese contexto afirmó que recibió evasivas de sus superiores y que se vio obligado a robar un pendrive para disgustar a las autoridades y poder regresar. Indicó que al poco tiempo, abandonó definitivamente la comunidad religiosa.
