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POLÍTICA

Sergio Leavy: el mariscal de la derrota kirchnerista en Salta

Compartimos con nuestros lectores un analisis de la columnista Matilde Serra

Sergio Leavy - Fuente: Salta 4400
Sergio Leavy - Fuente: Salta 4400

SALTA (Matilde Serra) – El pueblo se ha expresado y desde las urnas brota el mensaje más esclarecido que señala el camino por donde el pueblo desea que la política se encamine. Se trata justamente de eso, de comprender la política y su conjunción con el tiempo, de otra manera los simples hablarán de “voto castigo”, de “hartazgo”, incluso de “fraude”, pero no, hay que hablar de nuevas formas del pensamiento social y de mensurar en su justa medida el mensaje del electorado.

Una ecuación imposible de comprender para un hombre como Sergio “Oso” Leavy que llevó adelante una campaña basada en un férreo voluntarismo, pensando que la provincia era su feudo donde desde hace décadas las elecciones se construían según su propio diseño. Tan obtusa fue la visión de Leavy que subestimó al electorado con su juego de dobles candidaturas pensando que la gente acompañaría su capricho personal y no pensaría en que se jugaba algo mucho más grande que un conjunto de cargos.

Otro problema, este de carácter existencial para Leavy, fue su exacerbada devoción al kirchnerismo y a la figura de Cristina Fernández en grado de sumisión antes que de militancia que lo convirtió en un genuflexo con una gestualidad lindante en el “Síndrome de Estocolmo” perdiendo la dignidad como peronista y mucho peor aún, como hombre.

No supo aprovechar Leavy la bonanza de una elección nacional donde el kirchnerismo apabulló a Cambiemos rompiendo el marco de las expectativas que avizoraban las encuestas, mucho menos siquiera considerar qué ventaja no sólo cuantitativa sino cualitativa le proveía aquella enorme diferencia con Cambiemos, porque porcentualmente los valores del triunfo kirchnerista en la nación se repetían en la provincia.

Simplista en su razonamiento y arrastrado en su accionar, Leavy construyó en su ideario un escenario precario, tanto que a desprecio del electorado se dispuso a repartir cargos sucesorios para senador, para intendente y aún para él mismo, total la distancia al triunfo y a la banda de gobernador era sólo un trámite.

Imprudente, necio y soberbio, tampoco supo catalizar cuánto significaba la abrupta suspensión de la venida de Cristina Fernández a Salta dejándolo con la mesa puesta. Su llamada desesperada a Buenos Aires: “¿Y ahora qué hago con todo lo que gasté?”, obligando a que Alberto Fernández viajara a salvarle la situación no sirvió para llamarlo a la reflexión y todavía se hundió más en su reducción a la servidumbre publicando un twit con lenguaje suplicante. Su expresión “te esperamos con los ojos húmedos” provoca vergüenza ajena.

Puesto a competir con un deteriorado Miguel Isa, tampoco supo capitalizar cuánto le aportaría acercarlo, porque en mostrarse de brazos abiertos con su competidor le otorgaba talla de líder, pero encaramado a su necedad lo segregó del acto con Alberto Fernández y el vicegobernador le marcó la cancha cuando quiso haciendo callar a la hinchada con un solo ademán de mano. Los votos dicen que ese liderazgo era justamente “para la tribuna”, en realidad, para “esa tribuna” nada más.

En suma, Sergio Leavy demostró no saber nada de peronismo, o al menos no comprender los códigos de ese Movimiento que no admite ni a débiles ni a ineptos en la dirigencia. El peronismo exige carácter, formación y mando. El “Oso” ha demostrado que registra mejor en la categoría de plantígrado que en la de dirigente, y menos aún peronista, porque ni siquiera aprendió la regla básica que enseñaba el General Perón cuando decía que “Conducir no es mandar, conducir es persuadir y al hombre siempre es mejor persuadirlo que obligarlo”. Para más, Leavy carece también de esa otra condición que señalaba Perón, no tiene “El óleo sagrado de Samuel dado al nacer”, es decir, no tiene carisma.

La hora le exigía a Sergio Leavy una comprensión de la realidad y meditar que para el peronismo primero está el Movimiento, por último los hombres. Él invirtió esa ecuación consagrándose factótum del kirchnerismo en Salta, discerniendo cargos y hasta violentando los tiempos. El resultado está a la vista, en la provincia donde el peronismo es más una opción política una tradición y en un momento en que Cambiemos pierde en todo el país, Leavy logró que el peronismo quede seriamente herido.

Y en apenas treinta días esa herida será muy difícil de restañar.

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