SALTA – No es un error tipográfico ni una exageración. Son más de cuatro millones de pesos por mes para ocupar una banca en el recinto más opaco de la política salteña. Tras un informe realizado por el medio Chequeado, se supo que los senadores de Salta cobran $4.294.055.
En Salta, mientras miles de familias pelean día a día para llegar a fin de mes, hay un grupo selecto que no tiene de qué preocuparse. Lejos de ajustarse a la realidad económica que atraviesa la ciudadanía cobran un sueldo que supera con holgura cualquier lógica. Este monto posiciona a los senadores de Salta como los mejores pagos de todo el país.
El debate público prácticamente es inexistente y las leyes que impulsan rara vez responden a las necesidades urgentes de la población. Pareciera que la cámara alta de Salta sólo funciona como una agencia de empleos de lujo que como un órgano legislativo. En la provincia, ser senador no exige sacrificios ni vocación. Es una inversión que rinde millones.


¿Se justifica ese salario en los senadores de Salta?
La bronca social está justificada. Los números hablan solos. ¿Qué hace el Senado salteño para justificar este nivel de ingresos? ¿Por qué se permite semejante desproporción entre la realidad del pueblo y los privilegios de sus supuestos representantes?
Mientras Salta sangra por todos lados, sus senadores viven en una burbuja de millones. Y lo peor: nadie parece dispuesto a pincharla. Los salteños sobreviven como pueden, rebuscándosela con lo que tienen a mano. Resignados a una vida mala, para poder mantener el lujo de quienes deberían velar por una sociedad más igualitaria.
En paralelo, la provincia atraviesa una crisis estructural. Hospitales sin insumos básicos. Los centros de salud no cuentan con lo mínimo indispensable para poder brindar un servicio de calidad. Las escuelas con techos que se caen, y en esta época de frío, no tienen las ventanas en condiciones. Rutas destrozadas, barrios sin servicios esenciales. Todo esto mientras una casta política se blinda con privilegios indecentes.
