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SOCIEDAD

La discapacidad, un entramado de seres extraordinarios

Pablo Lenes, Profesor de Teatro, dedica buena parte de su tiempo a trabajar con personas con discapacidades. En esta charla, nos revela la magia que yace detrás de esos rostros

APADI - Fuente: Salta 4400

SALTA (Redacción) – Una de las palabras más fuertes, necesarias y memorables que nos dejó nuestro paso por la escuela, era la respuesta que sucedía a la pregunta de la maestra o la preceptora, buscándonos a viva voz, por nombre y apellido. Ahí estábamos, gritando, firme y claro: ¡Presente!. Y no cabían dudas. Quizás se trate de un hábito que no debimos perder jamás. No se trataba sólo de asistir a la escuela de manera rigurosa, significaba no perdernos un día de esa existencia. Lisa y llanamente, estábamos presente. La pregunta es: ¿lo estamos?

Sin embargo, decir ¡Presente! no una manera de estarlo. Cuando le acertamos con la elección de una profesión, una amiga o una pareja, así como cuando nos damos la posibilidad de vivir buenos momentos o valernos de la belleza de lo simple, estamos manifestándonos en presente. Tomar decisiones y elegir, es una forma de libertad que nos garantiza una vivida existencia.

Pablo re descubrió el sentido de su vida a través de otros. Cuando se dejó interpelar por ellos pudo comprender el valor del “aquí y ahora”. Con 41 años está terminando la carrera de Profesor de Teatro en el ISPA (Instituto Superior de Profesorado de Arte). Pablo Gustavo Lenes, se sabe detallista y perfeccionista, rasgos de su personalidad que no le permitieron hacer la vista gorda en ningún momento y estar al día con cada pequeña cosa que el camino le interpuso.

«Parece que la vida está hecha de necesidades. Andaba buscando trabajo y un día Cristian Villarreal, profe de Teatro, me dice que por razones de horario no podía trabajar en APADI. Y la pregunta fue: ¿te animás? Ni lo dude. Había sentido nombrar la institución, pero no sabía con qué me iba a encontrar. Y así fue que por una necesidad económica empecé. Hoy la necesidad económica persiste, pero encontré el amor de los pibes, lo cual es muy gratificante, y además redescubrí el sentido del Teatro», recuerda Pablo.

Diferente no es mala palabra

APADI. Una sigla que no nos resulta indiferente. Asociación de Padres y Amigos del Discapacitado. «El origen de APADI es por una necesidad. Hace 38 años atrás, las personas con discapacidad no podían acceder a la educación o alguna institución que los contuviera. Entonces un grupo de padres decidió que tenía que existir un lugar en donde sus hijos pudieran aprender algún oficio para poder desenvolverse o insertarse en la sociedad. Existe una preocupación que todo padre tiene: “¿qué pasará con mi hijo cuando yo ya no esté?” Así, nace APADI, por una necesidad vital», explica Pablo.

Tras años de gestión,  rescata el hecho de los que «los pibes», como a él le gusta llamarlos, han alcanzado grandes metas, tanto individuales como grupales. Desde un desayuno hasta tener una merienda, realizar talleres de diversos oficios (zapatería, actividades del hogar, pintura, carpintería, jardinería, cerámica), Educación física, Música, Danzas, Teatro, hasta psicólogos y demás profesionales a su servicio. «¿Cómo no valorar esta gestión que casi tiene mi edad? ¿Cómo no ser parte de esto? Uno puede observar el progreso que los pibes logran, además del amor y la sinceridad que ellos tienen con todos», agrega.

Si bien en la actualidad, se trata de un público al cual se ha naturalizado, no dejan de existir algunas nubes que empañan la definición. Algunos pecan de maldad y otros desde la ignorancia. Más vale entonces, referirnos con propiedad.

«Decir que una persona es Discapacitada, es una sentencia severa. Porque implicaría que no puede hacer muchas cosas y por ende, necesita asistencia de otra persona para todo», enfatiza Pablo, marcando la diferencia entre ese término y el decir «persona con discapacidad». Este último implica que si bien el sujeto tiene una discapacidad, aún puede realizar tareas y puede llegar a ser autónomo.

«Esto está basado en un enfoque biopsicosocial sobre la discapacidad que revaloriza a la persona. No se deja de lado la condición de su salud, pero hace hincapié en la interacción de la persona con su entorno. Por lo tanto, su participación en la sociedad aumentará o disminuirá sus limitaciones o restricciones. La inclusión es responsabilidad de todos. Entonces, a través del Teatro salimos con los pibes a ganarnos dicha inclusión», reflexiona.

La experiencia artística  como práctica reveladora

El arte, sea cual sea el lenguaje expresivo que elijamos, resulta entonces pertinente al momento de estructurar una currícula de enseñanza y educación o incluso, al plantear actividades de carácter social. La sensibilidad del artista es  esperanza en el marco de un mundo hostil.

«Hay una frase que dice “el arte puede salvar el mundo”. Con respecto al Teatro te puedo decir que no sólo sirve para que los pibes puedan pensar y expresarse, sino también se busca que logren autonomía. En el escenario, se necesita un actor que se maneje solo y que pueda improvisar ante alguna circunstancia imprevista. Cuando empecé a dar clases, los pibes necesitaban la aprobación sobre todo lo que hacían, así que el objetivo primario fue que fortalezcan su estima y ganen confianza en hacer cosas o acciones sin la aprobación de otro», analiza.

Desde aquel momento, y desde  hace ya cuatro años, el grupo ha logrado hacer una obra de teatro de media hora y han fortalecido el trabajo grupal gratamente. El arte, en el transcurso de esa media hora que puede durar una de sus obras,  les ha salvado la vida. Les ha permitido reconocerse y asumir su misión. Los ha dotado de herramientas y recursos para alzar vuelo y soñar distinto.

Pero APADI también interpeló la conciencia y la filosofía de Pablo. «Mejoró mi confianza personal. No me equivoque en elegir esta profesión. Todos los días es un placer darles clase. Con respecto al Teatro, me di cuenta que es acción, que son cuerpos en movimiento, cuerpos expresándose; que el Teatro es una forma de decir: “acá estoy, soy yo”, profundiza.

Un espacio con múltiples vetas al que debemos animarnos. Gracias por tanto, perdón por tan poco, es la síntesis. Cuando salimos allá afuera o nos miramos hacia adentro, nos encontramos con un mundo que tiene mucho para entregarnos. «El teatro es algo que por lo menos una vez en la vida, todos deberíamos hacer un taller. Te vas a descubrir de una manera única. Y te aseguro que nunca más serás el mismo después de esa experiencia», advierte Pablo.

Sobre el idioma universal del amor y sus efectos

Pero en esta oportunidad, el matiz más sobresaliente reside en las virtudes que ofrece APADI, como tantas otras organizaciones que reúnen a personas con discapacidad y que valen oro. Su discapacidad no los define, o sí. Los vuelve profundos y verdaderos.

«El público debe acercarse para conocer el amor, la visión de vida que tienen los pibes. Es única. Muchas veces las cosas para ellos son blancas o negras, no hay termino medio. Cuando aman, aman de verdad. No van a ser hipócritas con vos. Y siempre tienen esa disposición de aceptarte como sos. Compartir con ellos una tarde es ver el mundo desde otros ojos», asegura.

La inclusión y la igualdad son la causa y la meta de APADI. Todos los que hacen posible que la Asociación se movilice son parte de esta transformación. Pero hay una cuota que le corresponde a la sociedad en su conjunto.  Una persona con discapacidad es un mundo, en su sentido más maravilloso y más atrapante. Pero además, son parte de un mundo compartido, por todos y cada uno de nosotros.

«Los pibes están y seguirán estando. Ahora el resto de los ciudadanos o sea, todos y me incluyo, debemos trabajar, pensar o tomar consciencia de la inclusión, no dejarlos de lado. Pero es difícil que todos seamos conscientes de que hay gente que puede sentirse o ser excluida, por más que recibamos la información. Entonces, con los pibes salimos a la calle a mostrarnos, a decir acá estamos y para eso nos subimos al barco del Teatro», remarca.

El teatro le has permitido superarse ampliamente cuando se abre el telón pero también cuando éste  se cierra. «En el escenario los pibes se convierten en protagonistas, en los héroes de la historia. Ahí no necesitan ser incluidos, ahí marcan camino. Muchos se sorprenden al verlos actuar. Ser protagonista ayuda a ganarse un lugar propio, sin necesidad de que alguien te lo tenga que otorgar», asevera.

Los hechos hablan por sí  solos. El grupo se ha presentado en la Fiesta Estudiantil de Teatro. Ahora se presentarán en la Casa de la Cultura, y me revelan que les gustaría estar en la Fiesta Provincial de Teatro.

La aleación de voluntad, perseverancia y trabajo frente a los cabos sueltos

Sin embargo, el desconocimiento y la falta de difusión son una materia pendiente. La lucha por tener mejores y más políticas referidas a la inclusión y la cultura es un abordaje en continuo perfeccionamiento.  En este sentido, APADI recibe ayuda del Estado y eso es gracias a la gestión de la comisión directiva de la institución, presidida por Marta Alicia Araoz y a su coordinadora Mirtha Martínez. «Lentamente se van abriendo las puertas, pero estas puertas no se abren solas, nosotros tenemos que ir y golpear fuerte para que nos abran. Se lucha por los Derechos. Aún nos falta mucho», admite Pablo.

Sin prisa pero sin pausa. Cuando la convicción es grande, la certeza ineludible y el amor puede más, no hay imposibles.

Desde la Asociación se encuentran impulsando la construcción del Hogar APADI, el cual refleja una necesidad que cada vez es más grande. «Hay muchos pibes que tienen una edad avanzada y sus padres también. La preocupación radica en que pasará con los pibes cuando sus padres no estén. Entonces, nació la idea del Hogar APADI para darle asilo, techo y comida a los pibes”, afirma.

Pero como es sabido, la inestabilidad política y económica ponen en juego la proyección de muchas propuestas sociales. “La situación económica no está ayudando mucho, pero bueno estamos en la lucha para concretar su construcción. Ya tenemos el terreno, donado por el gobierno. Por ello, buscamos fondos y que mejor manera que los pibes ganen dinero con su propio trabajo, en este caso las obras de Teatro», analiza.

Abrazar el concepto de  otredad

La Discapacidad tiene historia. No es un tabú. Es un hecho y un milagro de la existencia. Seres tan distintos como especiales. En el país existen diversos grupos que están abriendo camino con presentaciones y sobre todo contención; que hacen de la diferencia un valor agregado; que abrazan el talento como un potencial; que hacen de la discapacidad una capacidad singular. Que hacen del arte un idioma de igualdad, inclusión, tolerancia  y transformación.

El Teatro vino entonces  a acortar la brecha entre nosotros, entre la ficción y la realidad. El poder de crear es inherente al ser humano y su capacidad más inagotable. Crear es una posibilidad tan rústica como moldear una masa y tan mística, como darle forma a las ideas. Crear es forjar otros mundos; abrir nuevas puertas; desdibujar los límites; colorear nuevos paisajes. Crear es ganar la guerra.

Al respecto, Pablo vuelve a una frase: “El Teatro sabe».  «Se utiliza en esos momentos de incertidumbre de la creación de alguna escena. Pareciera que no hubiera caminos y todo se vuelve una búsqueda pero no sabes qué, ni adónde irás a parar. Entonces aparece esta frase en tu cabeza; es como decirse “Confía ”. Y en algún momento, se resuelve todo. Hay gente que no entiende el momento de incertidumbre de la creación, esperan que uno tenga ya todo definido. Y no es así, uno crea o construye con el aporte de sus estudiantes. Y eso es lo más lindo de ser profe de Teatro… “el Teatro sabe”, concluye Pablo.

Así sucede en la vida. El Universo sabe. Más vale estar presentes y despiertos, el resto…que suceda. Dispuestos y accesibles a los accidentes de la vida. Entregarnos a la obra que transitamos desde que nacemos hasta que morimos. Ser merecedores de todos los aplausos. Sin importar la condición, la vida como el teatro, nos disponen al diálogo y al  encuentro con el otro. Un otro que tanto tiene de nosotros mismos.

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