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SOCIEDAD

La pandemia del coronavirus y un desafío a la ciudadanía salteña: ¿estamos a la altura?

En las redes sociales se desató una ola de escraches contra el primer paciente de coronavirus confirmado.

Virus COVID - 19
Virus COVID - 19

SALTA (Patricia Manrique) Mientras en Salta las calles seguían transitadas, los bares llenos, y los turistas recorriendo libremente el casco histórico, en las redes sociales se desató una ola de escraches contra el primer paciente de coronavirus confirmado. La necesidad de abandonar como sociedad la fascinación por el escándalo y convertir esa energía ciudadana en acciones concretas, funcionales y productivas.

La Argentina está frente a una de las situaciones más críticas que le tocó atravesar a lo largo de su historia. La llegada del brote de coronavirus COVID 19 obligó al Gobierno a disponer progresivamente de medidas inéditas para reducir los efectos de la pandemia en el territorio nacional. Para ilustrar la gravedad del asunto, el presidente Alberto Fernández fue categórico: “Se debe entender que estamos frente a un enemigo invisible”.

Ni en épocas de dictaduras la totalidad de la ciudadanía estuvo obligada a paralizar completamente sus actividades y confinarse a un aislamiento preventivo y total. Con el correr de los días, la Argentina dejará de ser el país que creíamos conocer. En las calles solo habrá fuerzas de seguridad impidiendo el libre tránsito de las personas: quienes no cumplan con la medida estarán incurriendo en un delito penal grave. 

Con el objetivo de garantizar los servicios públicos esenciales, están exceptuados del aislamiento funcionarios del Gobierno, médicos, enfermeros y trabajadores de la salud, efectivos de las fuerzas de seguridad, bomberos, defensa civil y la prensa.

Por su parte, los supermercados, las farmacias y los almacenes de proximidad permanecerán abiertos, al igual que algunas estaciones de servicio que garantizarán el suministro de combustible.

Las restricciones impuestas por el Gobierno Nacional y ratificadas por todas las provincias establecen que la gente solo puede romper el aislamiento en un peíodo breve de tiempo y ante la necesidad de abastecerse de alimentos, remedios o artículos de limpieza en el supermercado, farmacia o almacén más cercano a la residencia.

De la obligación a la concientización

La lucha contra la pandemia del COVID 19 obligó a cerrar la grieta política y mostró unidos al Gobierno y a la oposición, pero con ese gesto no alcanza: es fundamental que la sociedad toda esté a la altura de la crisis y mantenga una conducta racional, responsable y comprometida.

El estado de conmoción al que asiste nuestro país puede tener dos derroteros: o la sociedad muestra su mejor versión y enfrenta la crisis, o abandona los rasgos civilizatorios y se entrega a la mezquindad y la catástrofe. El devenir de los aciagos días de aislamiento exhibirá de qué estamos hechos los argentinos.

Hasta el momento, el país de la polarización ya mostró las dos caras de lo que podemos ser, y todo en un mismo día. Por un lado, kilómetros de autos desvergonzados llegando a la costa atlántica para vacacionar en medio de la cuarentena. Por el otro, cientos de miles de argentinos coordinados en todas las provincias, aplaudiendo -desde el confinamiento y sus balcones- a los trabajadores de la salud que por estos días estarán enfrentando el reto profesional más intenso de sus vidas.

Salta y sus dos caras

En nuestra provincia, el primer caso confirmado de coronavirus desató más escándalo vulgar y chisme que preocupación concreta frente a la pandemia. Apenas confirmada la noticia por las autoridades, los Whatsapp de toda Salta empezaron a viralizar rumores, versiones y escraches de todo tipo contra el primer paciente. Se lo acusó de todo, incluso hasta de propagar voluntariamente el virus entre sus familiares y amigos.

Contradictoriamente, parte de esa sociedad que se dedicó a escrachar al paciente por supuestamente no respetar el protocolo de cuarentena es la misma que seguía transitando libremente en las calles salteñas, llenando bares y confiterías, comprando cantidades irresponsables de productos de primera necesidad y subestimando todas las medidas de aislamiento. En Salta, borrar con el codo lo que se predica con la mano es una práctica frecuente.

Para enfrentar un problema grave como el que se avecina, es necesario relegar las nimiedades y enfocarse en lo importante, lo útil y lo funcional. La Justicia investigará, determinará y sancionará a cada uno de los casos en los que se violen las medidas de seguridad sanitaria. De hecho, desde el Ministerio Público se está intentando determinar si tanto el primer paciente de Salta como sus compañeros de viaje respetaron o no el protocolo. Pero la condena social anticipada y el escrache no es el camino. Incluso, no solo es inmoral, sino también ilegal: El escrache está vinculado a los delitos de calumnia e injuria, tipificados en los «Delitos contra el Honor» del Código Penal.

Es momento, más que nunca en la historia de la Argentina, de que las instituciones funcionen de la mejor manera: que el Gobierno coordine los esfuerzos del Estado, que la justicia investigue y sancione, que las fuerzas de seguridad protejan y prevengan, que los organismos de salud asistan y curen.

Para enfrentar la emergencia que se avecina, no necesitamos que todos los salteños sean políticos, policías, médicos, jueces o verdugos… necesitamos simplemente que cada salteño se atenga a cumplir su rol como ciudadano serio, activo, responsable y solidario. Podemos y debemos estar a la altura.

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