SALTA (Redacción) – Hay historias que merecen ser contadas porque son ejemplo hecho carne y hueso; ejemplo vuelto acción; ejemplo en tiempo presente. La inocencia impoluta es motivo de grandes hazañas como la de Gualterio Canezza, un niño de 12 años que muestra el lado B de la educación. Salta 4400 pudo conocer su historia tras conversar con el profesor rural, Arturo Humberto Barhich de Entre Ríos.
La pandemia y la imposibilidad de asistir a clases presenciales, llamó a todos a reinventarse. Lo que parecía una consigna simple, resultó ser un desafío a tiempo completo. Un obstáculo al que muchos volvieron en una batalla ganada. Es el caso de Gualterio quien desde marzo se acercaba al molino más cercano a su hogar porque ahí tenía señal. “Yo no tenía idea de lo que pasaba”, advirtió su profesor.
“Hace 3 noches su papá, puso la foto en su Estado y ahí tomé conciencia de lo que tenía que hacer el nene para mandarme las actividades, la cual las mandó de forma perfecta. Las diez etapas de este año las mandó en tiempo y forma, completas. Realmente valió la pena ver sus actividades”, aseguró Humberto. Por este motivo, contó que tras pedirle autorización a la madre del pequeño, dejó un mensaje ejemplificador en Facebook. “No pensé nunca que iba a tener esta magnitud que tuvo”, señaló.
Como puede verse en las imágenes, Gualtero trepa al molino para poder alcanzar señal y enviar su tarea. Así las cosas, en una instancia en la que prevalece el hastío, la grieta social, la indiferencia política y la falta de políticas públicas que por ejemplo, garanticen la conectividad en tiempos como estos, hay quienes se abocan a sacar un poco de luz de este caos.
Su profesor todavía sigue anonadado tanto como aquel que descubre por primera vez esta historia, el detrás de escena de esas notas excelentes y tareas que daban gusto. “Tome conciencia de lo que había hecho el chico en estos meses y sentí culpa de no haberlo visto antes. El me comento por audio y no tome la dimensión del hecho. Entonces me sentí en compromiso de hacer algo por él y es por eso que postee lo que fue en el Facebook”, reveló.
«Deben haber muchos “Gualterios” que ojalá haya alguien que los pueda ayudar»
Gualterio vive en la zona rural, en una estancia, a 60 km de la ciudad. Su papá trabaja y su mamá es ama de casa. “Él tiene en primer año de la escuela Agro técnica, tiene 12 años, yo soy profesor de geografía e historia de él. La verdad que lo vi una sola semana, la primer semana de clases porque después entramos en cuarentena, así que cada uno trabajó desde su casa”, recordó su profesor.
Según Humberto, Gualterio se define por su amabilidad, por su respeto. En sus palabras, “un chico de campo con toda la inocencia, la humildad, siempre habla con respeto, agradece cuando uno lo ayuda”. “Gualterio tiene un plus extra que es guitarrero, pallador, toca la guitarra, el bombo. En cada acto virtual que tuvimos este año, el graba su video con ayuda de su papá en la guitarra, se subía al molino y así hacia llegar el video”, profundizó.
Con un celular de su madre y su padre, Gualterio pudo concretar su ciclo educativo. “Aparentemente desde un programa del Pollo Álvarez se le consiguió un celular y una computadora para él. Yo hable con gente que provee internet a zonas rurales y estarían viajando mañana. Ayer fueron para ver que necesitaba. Tienen que colocar una antena de 18 metros que eso va a provocar el costo más alto de esto”, advirtió.
Sin embargo, aseguró que la semana que viene, Gualterio, tendría internet en su casa. “Estos costos asume un legislador provincial, con el que estamos trabajando en esto. Hay una empresa que también está dispuesta a colaborar y que me iba a llamar hoy”, agregó. Con lo que hay al alcance de la mano, con mucho amor y voluntad, el profesor insistió a las empresas que garantizan la conectividad para que hicieran el trabajo ya que “de alguna forma” le pagarían.
A pesar de ello, Gualterio es el rostro de tantos otros con el mismo inconveniente pero con las mismas ganas e ingenio para salir a flote. “Hay otros chicos que también tienen problemas y lo han solucionado con vecinos que le prestan Wifi y así envían las cosas. Lo que a uno le preocupa es que en este país deben haber muchos “Gualterios” que ojalá haya alguien que los pueda ayudar. Yo trato de ayudar al Gualterio que conozco”, aseveró.
Las falencias del sistema educativo en el país: deserción escolar, sobre exigencia y precarización laboral
Arturo contó que tiene a su cargo 120 alumnos, al dictar dos materias. “Mando 240 trabajos prácticos. Ellos me mandan los 120 trabajos a un promedio de 8 o 9 fotos por trabajo. Corrijo cada 20 días (que es el tiempo que tienen para hacer las actividades), un promedio de 1500 fotos que estoy corrigiendo”, afirmó a modo de balance educativo en lo que va del 2020.
Asimismo, confirmó la peor postal: la deserción escolar. “Hay alumnos que no han presentado algunas etapas. Me he comunicado con los padres, les he dejado mensajes y por ahí no he tenido respuestas. He ofrecido mi ayuda, para ver como podíamos solucionar y algunos me han contestado y otros no”, lamentó. Por ello, instó a los padres a pedir ayuda.
De esta manera, Arturo abrió la puerta de un debate siempre vigente que precisa de políticas y argumentos superadores para brindar oportunidades que puedan forjar futuros diferentes y reescribir el horizonte de los niños en el país. “Lo único que hice es tratar de ayudar a un alumno mío que necesitaba. Si todo esto se generó y si hay personas que tienen culpa, harán mea culpa, recapacitaran o ver cómo empezar a solucionar esto”, advirtió.
Para Arturo se trata de poner el granito de arena de cada quien. “Si cada uno desde su lugar colabora, pone empeño, podemos llegar a lograr muchas cosas importantes”, subrayó. Así, sin sábados ni domingos, con fallas en la conectividad, Arturo hace de su vida una entrega a tiempo completo por su trabajo. “Los chicos te mandan las actividades a cualquier día y hora y hay que recibirla porque es nuestro trabajo. Hemos trabajado 3 o 4 veces más que lo normal”, sentenció.
A su vez, comentó que a través del gremio luchar por un aumento “que no ha llegado todavía”. “Nos han dado un plus de $1200, ahora nos darían otro. Pero, yo soy docente por vocación y al trabajo lo voy a seguir haciendo. Si el gobierno decide en algún momento que los docentes deben estar bien pagos, lo harán seguramente”, concluyó, sin dudar de su pasión.