Por R. Mena-Martínez Castro
Se cumplen hoy 29 de noviembre treinta días de la partida hacia los jardines del Señor de nuestra querida Elsa Michel Torino, matrona indispensable en los aires de esta provincia.
Ante su tumba traigo el gran dolor de amigo, pues desaparece una figura de privilegio donde anidaban todas las virtudes que fundaron esa dinastía de honor y de virtud, formando ese cuño de luz propia, anexado a la herencia prestigiosa recibida de sus mayores.
Fue su padre don Abel Michel Torino, destacado bodeguero del valle calchaquí y doña Elsa Figueroa, figura estelar dentro de las letras femeninas provinciales, – autora de varios libros-, y ganadora de importantes premios en el ámbito poético.
Elsa Michel Torino proviene de una familia que marcara su huella en lides políticas y sociales de esta provincia, construyendo un hogar feliz junto a don Enzo Mendilaharzu, natural de Tucumán, habiendo procreando cinco hijos, herederos de su impronta de sanas costumbres.
Ellos son Elsa María, Enzo Abel, Hernán, Inés y Sebastián
Pero esta noble recordación en ella va más allá de las banalidades mundanas, para posarse en el espectáculo triste de quienes ven doblegadas sus espaldas por dolores espirituales, tal vez en hogares desvalidos, y para quienes debieran vedarse las amarguras de este mundo pleno de realidades infaustas.
Allí estaba Elsita, con su palabra suave y profunda constituyendo el bálsamo ineludible en hogares o infancias desamparadas, donde el dolor y la angustia componen crímenes de lesa humanidad.
Su quehacer estaba siempre presente donde hubiera una necesidad, un sufrimiento o desasosiego, donde sus palabras se trasmutaban en flores de esperanza aromatizando la vida. Era precisamente allí, el lugar donde la misericordia cumplía su propio mandato de piedad.
Elsa Michel Torino siempre negó el gesto esquivo y convencional de quien vuelca sobre el desposeído la miseria de un mendrugo, mirando su prédica con esa caridad otorgada por Dios ante el infortunio o las equivocaciones de los hombres.
Desde niña tuvo un fuerte arraigo a la Iglesia siendo posteriormente convencida catequista.
Su espíritu intensamente piadoso, le llevó a reconfortar a los enfermos terminales en momentos desapacibles, llevando hacia ellos la confesión y la palabra de Dios junto la unción de los enfermos.
Dentro de sus tareas sociales colaboró con las cooperadoras de los hospitales Cristofredo Jacob y Arturo Oñativia, y su alto sentido de caridad le llevó a visitar las cárceles de la ciudad aconsejando con su palabra serena el cambio de rumbo hacia una vida transparente y honrada.
Trabajó en la empresa familiar vitivinícola Suc. Abel Michel Torino en calidad de gerente de la misma, y junto a su madre doña Elsa Figueroa seleccionaban personalmente los vinos de su producción.
Su espíritu inquieto y trabajador le llevó también a trabajar en la Universidad Católica de Salta y en Radio Nacional.
Desempeñaba sus tareas llenas de misericordia con los ojos clavados en Dios, y hasta se dijera, a la espera de una respuesta esperanzadora.
Rezaba infatigablemente, con esa pureza de labios que no engañan, llevando la caridad a veces invisible que pone el Nazareno sobre la tierra.
La presencia de Elsa Michel Torino en los hogares de su destino, era quizá, como esa flor perfumada que embalsama el aire de los sufrientes o bien de aquellos necesitados de palabras de consuelo.
Que la gratitud, ponga una lágrima en el alma de quienes fueron sus amigos, pensando que en este mundo existen grandes amarguras, pero también almas que abrigan profundas conmiseraciones, envolviendo el dolor en un camino menos solitario, refugio de los puros de corazón.
En nombre de las emociones que su presencia en este mundo ha despertado dejo sobre su tumba el sentimiento de un afecto profundo jamás olvidado.
Permanezca entonces, perdurando en el espacio como un latido, el murmullo de un cariño que se filtra por el ramaje silencioso de los tiempos, mientras pasa ante nuestros ojos la herida de un desgarramiento que busca en esencia el camino de la Luz.
