SALTA (Redacción) – Sebastián Aragón es el papá del joven agredido por una manada de rugbiers a la salida de un boliche en Campo Quijano. Su hijo, de quien se preserva la identidad, tiene 17 años y fue brutalmente golpeado por 7 rugbiers en una fiesta. Producto de los duros golpes recibidos, el joven terminó internado con una conmoción cerebral, que si no era por la intervención de su prima y amigo probablemente hoy no estaría con vida.
Sebastián Aragón manifestó que su «hijo fue a una fiesta como cualquier chico de su edad, tiene 17 años, se encuentra con un grupo de rugbiers que lo empieza a increpar, particularmente uno” y una vez finalizada la fiesta fue agredido por un grupo de jugadores que forman parte del plantel de primera del Jockey Club. A su vez, Aragón también expresó que «No fue (Fernando) Báez Sosa porque estaba la prima, que se metió”.
Su prima y su amigo fueron los testigos claves frente a la Justicia de Salta. Se sabe que los principales responsables tienen entre 19 y 20 años, ya fueron imputados y están siendo investigados. También el padre del joven de Campo Quijano agregó que «a mi hijo lo empiezan a agredir, a escupir, a decirle que se vaya porque si no lo iban a reventar», sin embargo no pudo escapar y al toparse con un paredón empezó a ser golpeado por uno de los agresores y luego se sumaron los demás.
Asimismo, relató que «en ese grupo ya fueron identificados todos, entre ellos el hijo de un directivo de la Unión Argentina de Rugby» y manifestó que su hijo se salvó porque «mientras le pegaban patadas y golpes de puño en el rostro, en el cuerpo y en la cabeza, llega una sobrina mía, que tiene también 17 años y al ver la situación, se mete, se tira encima de él para evitar que lo sigan golpeando«, fue el duro relató del padre del joven.
Por último, Aragón expresó que «estos chicos están acostumbrados a la violencia, a ejercer bulling a quien no piensa como ellos, para ellos su club es más importante que la familia». Finalmente, reconoció que su hijo estuvo en la clínica internado y con la cabeza partida a la altura de la nuca y el pómulo destruido. Además, rechazó acusaciones sobre una primera agresión ya que su hijo no está acostumbrado a la violencia y que mide 1.65 y pesa 60 kilos, y los agresores miden casi dos metros y tienen el doble de su peso.