SALTA – (Redacción) La palabra aborigen nos lleva poner la lupa en los primeros habitantes de nuestra tierra, quienes dieron vida a nuestro patrimonio social, histórico y cultural. En ellos se conserva la génesis del tiempo, con todas las historias, costumbres y tradiciones. Sin embargo, el avance de la existencia, ha dejado en el camino debates todavía abiertos, que hacen del reconocimiento de sus derechos y sus necesidades, los ejes a considerar.
Fue el 19 de abril de 1940 cuando se celebró en Patzcuaro (México) el primer Congreso Indigenista Interamericano para una Conferencia Interamericana Indigenista. El mismo tenía el objetivo de salvaguardar y perpetuar las culturas aborígenes de todo el continente. Se habló de la situación social y económica de estos pueblos, de sus problemas y sus necesidades.
Esta conferencia produjo un documento que creó el Instituto Indigenista Interamericano, con sede en México y dependiente de la OEA. Así fue como se instituyó esta fecha que boga por la concreción de condiciones de igualdad laboral, educativa, cultural y social. Argentina fue uno de los países que adhirió a esta iniciativa, declarando su debido respeto hacia las tribus aborígenes de la región.
El cine como reflexión
Si bien el debate da para largo y tendido, en este espacio nos abocamos a difundir una propuesta audiovisual que contiene en esencia a estas comunidades. Se trata de la película “Pallca”, a cargo del reconocido y respetado productor, guionista y director de cine, Alejandro Arroz. Es la primer película nacional con la totalidad de los papeles principales interpretados por integrantes de una comunidad kolla.
“Celina, una pequeña niña de 11 años perteneciente a una comunidad kolla, quiere ser maestra y usar los tradicionales zarcillos de la puna. Mediante esta sencilla trama, Pallca se propone mostrar los contrastes entre una antigua forma de ver el mundo y la actual vida de las grandes ciudades latinoamericanas inmersas en la globalización. De cómo subsisten ancestrales ritos mezclados con la falta de oportunidades para crecer como seres humanos. Y de cómo transcurre parte de la vida cotidiana en la montaña”.
Sinopsis de la película Pallca (2012)
Cabe recordar que este largometraje ha sido merecedor de múltiples reconocimientos, considerando su aporte a las fibras de nuestra historia primitiva, la urdimbre social y cultural. Por consiguiente, ha sido parte de la programación de numerosos ciclos culturales y cinematográficos. Asimismo, fue reconocido con el Primer Premio del Concurso Nacional de Guiones sobre Niñez y Juventud (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. INCAA).
La diversidad cultural y la heterogeneidad discursiva
La composición musical, los escenarios y el paisaje, las participaciones, los colores hasta la estructura de su relato, se conjugan en la misma sintonía circular. “Reproducen una de las características más importantes de la cosmovisión andina, que a lo largo de los siglos consideró al tiempo como un eterno retorno donde la vida se renueva”, analizan. De esta manera, este film se considera un testimonio fiel y genuino de los valores y pilares aborígenes, dando cuenta de la riqueza humana que yace en ellos.
Alejandro Arroz y su equipo técnico se basan en la interculturalidad como matriz del contenido. La misma es entendida como un concepto teórico-práctico fundamental para el reconocimiento del derecho a la diversidad y la democracia; la interculturalidad se presenta como la salida frente a todas las formas de discriminación y desigualdad social. La reflexión se aboca a asimilar la diferencia como puntapié para consolidar las relaciones humanas.
“Vivimos en un mundo intercultural en el que tiende a imponerse una sola voz. La apuesta por la interculturalidad como principio rector se opone radicalmente a esa tendencia homogenizante, culturalmente empobrecedora. Parte de constatar las relaciones interculturales de hecho y afirma la inviabilidad a largo plazo de un mundo que no asuma su diversidad cultural como riqueza y como potencial”, reflexiona.
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