SALTA (Redacción) – La pandemia trajo consigo un sinfín de pálidas, pérdidas y desazones que terminó por agotar a las personas. Las ganas de bajar los brazos y decir: “hasta acá llegué”, fue una lucha interna constante. Sin embargo, la vida misma es todavía una posibilidad. Muchos partieron, pero otros llegaron como un aliciente para las heridas y un voto de esperanza para lo que todavía queda transitar. Así las cosas, el universo político, a veces tan repudiado y frivolizado, invita a creer otra vez. Laura Cartuccia, diputada provincial, tiene una historia de amor que nos habla de milagro, fe y resiliencia.
Con 43 años, Laura Cartuccia vive hace 20 años en Salta. Tras recibirse, llegó a la Provincia para concretar su residencia en el hospital San Bernardo. Mujer soltera y recién recibida, conoció fortuitamente en el año 2007 a quien hoy es su feliz pareja, Carlos Vargas. Todo comenzó un 23 de diciembre como lo que ella califica como “una linda amistad”. Las cosas buenas, fluyen. Esta historia no es una excepción. “Conformamos una pareja y al poco tiempo nos casamos”, subrayó felizmente en diálogo con Salta 4400.
Si bien nunca se le había dado la posibilidad de quedar embarazada y hacía tiempo lo buscaban, nada parecía llegar. De manera previa a oficializarse la pandemia, Laura tuvo una noticia que le dio un giro 360° a su vida. Fue en enero cuando todo cambió. Al igual que su historia de vida y amor, otra vez un nuevo capítulo fluyó sin más. “ Solamente llegó, fue un bebe súper buscado durante muchísimos años”, comentó.
Bautista: la señal en el camino
Así es, un bebé llegó como corolario de su historia. “Cuando fui a hacerme el control y me pidieron los análisis me llamo mi ginecóloga. Ella me dijo que estaba embaraza. Yo al principio no le creí, le dije que me dijera la verdad. Y no, me confirmo que estaba embarazada y fue una hermosa noticia”, recordó. Fue así como a la par, codo a codo, emprendieron el camino de la maternidad.
“Empezamos a escuchar el embarazo para que estuviera todo bien, hicimos los controles. Yo no lo conté enseguida, espere los tres meses para contarlo, para asegurarme que estuviera todo perfecto, que no sucediera nada y la verdad que una experiencia muy linda”, apuntó. Luego de los meses de espera, por cesárea llegó Bautista.
Laura reveló algunas curiosidades y misterios tras el nombre del niño. “Teníamos varias opciones de nombres. “En realidad habíamos tenido una discusión con el tema de los nombres. Yo me entero que quedo embaraza y al tiempo viene todo esto de la pandemia, lo de del aislamiento, así que me agarro toda esta etapa. Pero, cuando empiezan a flexibilizar las actividades, vamos a almorzar un viernes, al medio día y Carlos se baja del auto”, explica.
Tras ello, Laura contó que Carlos encontró al bajar un alambre tirado en el piso y lo levantó. “Entramos al restaurante y yo me voy al baño. Cuando regreso, Carlos me dice mira lo que dice el alambre y el alambre era esos alambres que escriben los artistas y decía Bautista. “Hasta el momento no sabíamos que Bauti era varón, eso fue un viernes al medio día y a la semana siguiente me entero por la ecografía que estaba esperando un varón”, comentó.
Nada es casualidad, es causalidad, dicen. “Inmediatamente supimos que se iba a llamar bautista porque lo tomamos en ese momento como si hubiera sido una señal”, subrayó.
Una mujer que le puso el cuerpo a la vida
A pesar de los tiempos opacos y turbios que corren, para la diputada resultan tiempos de revelación. “La verdad que tuve un embarazo soñado”, aclaró. Sin embargo, Laura debido sobrellevar las contingencias propias de la pandemia. “Se suspendieron todos los controles médicos. Tuve muchas preocupación, con todos los miedos lógicos pero bueno, lo llevé solo hablando con mi ginecóloga por teléfono”, aseveró.
A su vez, debió lidiar con la transmisión comunitaria en constante ascenso. “Me preocupó mucho al momento de internarme, al momento de concurrir a un control, de pensar cómo va a estar todo. Mi preocupación era que el este bien y los dos estuviéramos bien para que ninguno este aislado”, analizó. Así, con preocupación, ansiedad y miedo, pero con la certeza y fortaleza de una madre, Laura salió airosa conjugando sus emociones, su profesión, su embarazo y su trabajo.
“Todos los días es un nuevo aprendizaje, aprendo algo distinto todos los días. Sigo trabajando, yo nunca dejé de trabajar a pesar de que todos me decían que cuando lleguen los seis meses me iba a pedir la licencia y esa nunca fue la idea”, agregó. De hecho, su labor parlamentaria se mantuvo constante hasta el martes 13, a pesar de que el 14 llegó el momento de dar a luz. “Esta semana comencé devuelta con todas las actividades, reuniones de bloque, de comisión, me voy a haciendo tiempo para todo”, destacó.
Los hijos son el milagro
Hoy Laura es una madre que se desvive por Bautista, latiendo a la par y haciendo del amor una trinchera de resistencia ante todos los males. “Cuando tenés tu propio bebé en brazos y vivís esta experiencia, como la experiencia misma del parto, son momentos únicos, irrepetibles, emocionantes”, aseguró. El hecho de poder generar vida, de saber que tenes una personita adentro tuyo, que depende de vos, que te tenés que cuidar para que este bien, son sensaciones que son únicas, indescriptibles”, agregó.
Con la suerte de tener un padre presente, Bautista es fruto de un amor transparente. “Carlos es un papa muy presente, me ayuda a la noche también. Él tiene experiencia también, es papa y aprendo mucho de él también”, explicó. Como aprendices mutuos, se encaminan a vivir el minuto a minuto de esta experiencia reveladora como la de ser padres.
Con dos hermanos, una hermana y un hermano más grande, Laura resultó ser la única en la familia que trajo un niño. “Bauti es el único sobrino de la familia así que contentos”, subrayó. “Yo siempre dije que soy muy creyente y la verdad que dios hace las cosas en el momento justo y adecuado, cuando el considera que es el momento siempre está. Así que sí creo que es un milagro”, concluyó.