Meghan Markle y el Príncipe Harry están disfrutando de sus primeras vacaciones de verano en familia y eligieron Ibiza como destino para disfrutar. Como informó el medio Look, el matrimonio real voló desde Londres hasta la isla Pitusa con Archie Mountbatten-Windsor, su primer hijo que nació hace unos meses. Claro que fueron a bordo de un vuelo privado y estuvieron en el destino paradisíaco una semana para regresar ayer lunes a Reino Unido.
Obviamente estuvieron siempre acompañados, como siempre, por su seguridad, por lo que no necesitaron el apoyo de las fuerzas de seguridad españolas. Los duques contrataron cinco escoltas españoles que estuvieron con ellos las 24 horas. Aunque se desconoce el lugar que alquilaron, fuentes seañalan que le habrían pedido a Kate Middleton, la esposa del príncipe Guillermo, hermano de Harry. Es que el tío de la duquesa de Cambridge, Gary Goldsmith, es propietario de una imponente mansión en Cala Jondal, Villa Tesoro de Oro, que suele alquilar por semanas.
Según señalaron fuentes cercanas a la familia real británica, los amigos de Meghan Markle y el príncipe Harry han dejado de invitar a la pareja a sus reuniones debido a que desaprueban sus muestras de amor en público. Según reseñó Mail on Sunday, el duque y la duquesa de Sussex siempre suelen sentarse juntos en los eventos, incluso si su anfitrión decide sentarlos por separado. El periódico informa que la duquesa deliberadamente quiere romper la etiqueta de las fiestas desde hace mucho tiempo, ya que lo considera demasiado tradicional.
Además de ignorar los protocoles durante las reuniones, los expertos también afirmaron que la duquesa siempre se muestra abiertamente cariñosa con su esposo en estas ocasiones, lo que hace que causa incomodidad a amigos del príncipe Harry por sus «costumbres americanas». Incluso, el círculo íntimo de Harry ha «dejado de invitarla a cenar» para evitar las muestras públicas de afecto que son mal vistas en dichas reuniones. En las ocasiones donde la pareja ha asistido a evento con la alta sociedad, se les ha exigido a los invitados seguir al pie de la letra el protocolo de etiqueta.
La primera regla exige que ciertas palabras dichas en público deben ser pronunciadas en francés, lo que implica enfatizar cada una de las sílabas. La segunda regla dicta que las parejas no deben sentarse juntas para evitar cualquier comportamiento afectivo que cause incomodidad a las demás personas. Durante estos eventos, los invitados siempre deberán sentarse donde se les ha pedido para lograr una mesa perfecta y equilibrada tal y como lo exige la alta sociedad. Esta no es la primera vez que la duquesa Meghan y el príncipe Harry han roto la etiqueta con demostraciones de su amoroso afecto.
Poco después de casarse, el príncipe Harry se negó a tomar la mano de Meghan en un evento real por respeto a la reina. El mes pasado, la duquesa fue atacada por usar jeans cuando fue a ver a su amiga Serena Williams jugar en el torneo de Wimbledon. Una fuente cercana a la familia real, afirmó que Meghan fue una «pesadilla» durante su asistencia al torneo donde le exigió a sus guardias de seguridad que le prohibieron al público que le tomaran fotos. Según reseñó The Times, la duquesa no pudo sentarse en los asientos reservados para la familia real porque llevaba jeans».
La exactriz estadounidense se convirtió oficialmente en duquesa de Sussex luego de casarse con el príncipe Harry en mayo de 2018. Tras su casamiento, un año después se convirtió en madre de su primer hijo llamado Archie Harrison Mountbatten-Windsor. Y aunque la mujer de 37 años aparentemente disfruta de una vida como de cuentos de hadas, detrás de las puertas del palacio la realidad parece ser otra. «Creo que es muy difícil para ella», dijo la periodista británica Angela Levin en una entrevista con Fox News. Mirá todo lo que declaró haciendo click acá.