SALTA (Karla Bauch) – Juan Fuentes, un nombre que tiene vida propia. Un nombre que tiene folclore; que vibra al son de las más sentidas canciones. En el habita un hombre que vino al mundo para trascender. Juan hizo de la vida el mejor escenario y del repertorio de experiencias surgieron las mejores obras e interpretaciones. La música es un destello de su mejor versión. “La música me eligió a mí, y no al revés. Es una cosa maravillosa que te pasa y te acompaña por el resto de tu vida”, subraya Juan.
Recientemente separado del popular y tan idolatrado grupo “Los Huayra”, Juan contempla el camino que se divisa delante de sus ojos. Se trata de un paisaje donde se proyecta a sí mismo como solista, abrazado al folclore que lo acogió desde aquel primer momento cuando daba sus primeros pasos. Es el momento del alba de su proyecto como solista. “La verdad es que estoy contento. Trabajando muy a conciencia para poder entregar lo mejor de mí y de la música que quiero mostrar. Quiero representar mi lugar, mi forma de pensar a través de la música”, asegura.
Una voz privilegiada y distinguida que se prepara para surfear la cresta de la ola, un momento crucial, tan desafiante como necesario. Juan sabe se encuentra en el mejor momento de su vida. “Tengo un montón de sueños e ilusiones que son los que hacen que uno se levante cada día, pensando que podés ser un poquito mejor y que podés aprender un poquito más”, expresa.
Los grandes logros requieren grandes riesgos
Los Huayra. Un grupo de amigos que calaron profundo en el corazón de millones de fanáticos y amantes de la música. Un grupo musical sin techo, que hizo de sus canciones éxitos rotundos. Cada letra es un homenaje al sentimiento. Cada melodía se infiltra sin pedir permiso y se graba en la memoria. Todos distintos, todos necesarios. Emprendieron un viaje de ida, que los llevó a ser palabra mayor.
“Fueron 15 años maravillosos, de los cuales me quedan muchos recuerdos. Me queda muchísimo aprendizaje. En cuanto a lo profesional fue lo más importante que me pasó y que hice”, analiza Juan. Es de público conocimiento que el cantante tomo la decisión de partir y migrar hacia una nueva faceta musical, su carrera como solista.
Cada cambio conlleva una decisión. Todo cambio es una manifestación de oportunidad, deseo, instinto, fuerza, convicción, determinación y amor. Pero no por ello se trata de una transición liviana o menos difícil. Lo cierto es que la vida no es sinónimo de comodidad. Se requiere valentía para entender que la mayor falla es no intentarlo.
“Todas las separaciones traen consigo separaciones personales y hay mucha gente que se puede llegar a sentirse atacada por estas decisiones. Pero, son decisiones tomadas en grupo, entre todos; decisiones que habría que respetar y sobretodo, conservar el hermoso recuerdo de lo lindo que paso durante esos 15 años como agrupación”, profundiza.
Se me viene a la cabeza la frase viral de Mascherano al “Chiquito” Romero: hoy te convertís en héroe. En pocas palabras, el empuje necesario para dar vuelta el resultado y a partir de ahí, conquistar el mundo. Un tanto así sucede esta vez. Ser solista y salir a la cancha otra vez, dista bastante de su etapa anterior. “Me parece que las virtudes de encarar este proyecto “a solas” radican en que las cosas que se ven arriba del escenario tienen que ver con la decisión y la forma de pensar de uno. El desafío es que uno tiene que tener la suerte o la forma de hacer un grupo de trabajo, donde el resto te ayude a sortear las cosas que vos no sabes”, reflexiona.
Nuevas sensaciones
“Fiel a mi corazón”, es el nombre de su primera canción como solista, hace tan sólo unos días estrenada. Después de un año de espera y mucho trabajo, cocinando a fuego lento, sus decisiones dieron fruto, sin prisa pero sin pausa, haciéndole caso al corazón. Una obra que reúne una sonoridad meliflua, robusta y vigorosa, tan sensible como tajante.
“Es una canción que la trajo Abel Gorosito, el hermano del escritor Dan Gorosito, escritor de la música y la letra junto a Gimena Teruel. Una tarde paso por mi casa. Se trata de una canción que tenían guardada hace muchos años y desde el primer segundo que la escuché, me la imagine cantando. Finalmente, quedó”, recuerda Juan.
Al momento de escribir canciones Juan entiende que no es uno de sus fuertes, aunque quizás, este nuevo rumbo, le permita redescubrirse en otras facetas. “Cuando me toca hacerlo, cierro los ojos me imagino mi lugar, o pienso en un lugar hermoso donde estuve alguna vez, pienso ene so y trato de escribir”, admite.
Pero detrás de una figura tan importante para el acervo cultural de toda la región, yace un hombre con sueños en pie. Su mayúscula voz, de un alcance inconmensurable, todavía tiene una materia pendiente. “Hay muchísimos sueños que sigo anhelando. Todavía estoy en los primeros escalones de mi carrera y todo lo que me queda por delante son sueños por cumplir”, revela.
En su mejor momento, la disciplina es la clave para mantenerse presente. Mientras, su motivación tanto como su cobijo, son los brazos de Cire y Vero.
Salteño hasta los poros
Cuando converso con Juan llego a la conclusión que ama a su ciudad. Ser salteño es su mejor cualidad humana y profesional. Desde su tonada, su humildad, su templanza, su dejo de nostalgia hasta su idiosincrasia, lo vuelven un ser característico de estos pagos. Sin filtros ni añadiduras. El folclore de su tierra le es inevitable, tanto como su pasión. Uno buen conocedor de la geografía, sus versos y su música.
“El presente cultural en Salta es espectacular porque tiene muchísima música y muchísima gente emprendiendo. Si hay falencias, creo que hay una cosa que me gustaría que tenga la ciudad sería un festival grande, un festival del que nos sintamos orgullosos y que se vea en todo el país. Esto debido a que me parece que somos grandes exportadores de la música del folclore”, asevera.
Aunque como público tendemos a idolatrar a quienes logran tocar el cielo con las manos y los admiramos por haberse aferrado a sus sueños, son terrenales. Juan es un salteño que llegó. Que vive de lo que ama, con todo lo que eso signfica. Pero el canto es más que su bandera, es su manera de ser y estar. Cantar es una forma de expresión. Una manera de existir.
Puedo decir que la música fue su nexo con el mundo. “Siento que soy una persona muy de familia. Trato de compartir con mi pequeño círculo, trato de disfrutar de cosas simples y de juntarme con gente que es lo más lindo que me puede pasar”, agrega.
Más allá de la experiencia posible
En este sentido, Juan se rige por una premisa que es clara: la vida es con todos. “Hay que tener en cuenta a todo el mundo y para todas las cosas, porque la única forma de salvarnos es todos juntos”, reflexiona. Auténtico y amable, todavía nos deja vislumbrar a ese pequeño niño que empezaba a encontrarle el gustito a la música. Un niño que se abrió, sin más, y que permitió que el folclore lo interpelará de pies a cabeza.
“A ese niño le diría que tiene que seguir esos mismos pasos. Le diría que tiene que hacerle caso a su corazón. Que tiene que ser libre que es lo más hermoso del mundo”, concluye.
Juan me resulta inspirador. Me atrevo a decirle a ese niño, que representa a tantos otros en la misma búsqueda, que durará siempre. Que la iridiscencia que da origen a los arcoíris, existe. Que habiendo tenido principio, nunca tendrá fin.