SALTA (Redacción) – Durante el verano, el dilema de los padres consiste en descubrir qué hacer con los niños, cuando las altas temperaturas aquejan las jornadas y las vacaciones dejan muchos ratos librados al azar. Y aunque la pileta es la número uno en la lista de opciones, existen curiosas opciones que invitan a disfrutar de esta época tan esperada. En esta oportunidad, se trata del Instituto de Innovación y Tecnología Aplicada, el cual dará inicio a una colonia tecnológica a partir del 7 de enero.
Este espacio busca entretener y potenciar a los más chicos, invitándoles a descubrir sus habilidades en programación, mecánica, física, matemáticas, trabajo en equipo, mientras desarrollan la creatividad y la imaginación de una manera natural y divertida. Cabe recordar que las inscripciones se realizan en calle Buenos Aires 135, primer piso, oficina 102, edificio Palermo. Conversamos con el ing. Gustavo Viollaz, director del proyecto.
En un mundo interpelado de pies a cabeza por las tecnologías de la información y la comunicación, resulta inevitable hacerse preguntas y encontrar respuestas que nos lleven a adaptarnos y comprender aún más la época en la que nos toca convivir. “Cuando formamos IITA nos centramos en armar una propuesta educativa distinta, abocada a las nuevas tecnologías que ya están en condiciones de aplicarse para resolver un problema, para mejorar la forma en que hacemos alguna actividad comercial o incluso la forma de enseñar”, analiza Gustavo.
Siempre entusiasmado por motivar a la juventud, y con una apuesta firme en las nuevas generaciones, Gustavo y su equipo trabajan para exprimir su potencial al máximo. Considerando la eficiencia y accesibilidad que los avances tecnológicos traen consigo, hacen foco en la función social y cultural que los mismos representan cuando estan en buenas manos.
“Hay tecnologías que todavía no se usan pero que ya son suficientemente maduras como para que nos permitan hacer alguna actividad en forma más eficiente, sobretodo en la parte educativa. En este sentido, hay tecnologías para mejorar la interacción entre adolescentes y alumnos, impulsando una enseñanza que sea dinámica y personalizada”, advierte.
Robótica educativa: entre el ingenio y el compañerismo
En este sentido, la propuesta de la colonia tecnología radica en complementar lo trabajado durante el año con los niños. “El año pasado hicimos un taller de arte robótica que anduvo muy bien, entonces después lo repetimos durante todo el año. Este año queremos hacer algo más variado para que los chicos puedan descubrir y pasear por distintas tecnologías en un curso de 8 clases intensivas durante enero”, adelanta Gustavo.
Programación, impresión 3D, mecánica, entre otros conceptos y prácticas propias de la robótica educativa, serán abordados en un marco de creatividad, diversión y trabajo en equipo, que lejos de saturarlos, les permitirá desarrollar una consigna educativa y atrapante. Cada niño podrá experimentar vívidamente la robótica como una disciplina a su alcance.
“En este caso para los chicos tenemos abstraído la dificultad de la electrónica en miras a que ellos tengan la posibilidad de interactuar con los otros compañeros, descubrir qué tipo de sensores le resultan más convenientes y qué tipo de construcción van a usar. Esa investigación sobre diferentes componentes para resolver un problema concreto, que les damos en cada clase, es lo que hace que se diviertan y que aprendan”, asegura.
Aquí lo interesante reside no sólo en la temática sino también en la dinámica de las clases, basada en optimizar el proceso de enseñanza y compartir conocimientos desde un punto de vista colaborativo. “Son clases muy especiales donde son pocos chicos, donde hay tres docentes simultáneamente guiando la dinámica, donde nos preocupa mucho cómo se produce la interacción entre los alumnos, cómo se produce el armado de los grupos y cómo cada alumno puede desarrollarse dentro de cada grupo de trabajo”, aclara Gustavo.
“Deberían asistir porque es una actividad interesante donde podrán descubrir lo que es la robótica educativa; uno a veces mira un video sobre esto o puede presenciar una clase pero no se va a sentir atraído por la actividad hasta que no la vivencie en carne propia, hasta que no comparta con un grupo donde exista un objetivo por clase. Se trata de empezar a ver la actividad como un desafío; como una forma de experimentar”, explica.
El desafío del siglo: el uso responsable de las tecnologías
Aunque muchos piensan que la tecnología vino a entorpecer más que a simplificar y agilizar el entramado social con su fuga de pantallas, desde IITA se animan a pensar y materializar otro panorama en el que el uso de éstas, nos permite evolucionar en conjunto, valiéndonos de sus grandes potenciales y ventajas técnicas. Al final, la tecnología es una herramienta más como tantas otras, que bajo un uso responsable, puede resultar la mejor aliada.
“No le damos ningún manual constructivo ni teoría sino que estamos para asistir a los alumnos cuando no saben cómo usar alguna tecnología, pero no para dictarle la solución del problema. La idea es que los docentes les enseñemos como usar la tecnología y después cada equipo tiene que descubrir cómo resolverlo. Ahí está el desafío, la creatividad, la motivación. Hacemos de la robótica un juego, una experiencia”, reflexiona.
Un taller de verano que nos acerca la posibilidad de conocer las profundidades de la robótica, vista como una ciencia apta para todos, sin condicionamientos. “Es una propuesta única porque los niños aprenden de forma divertida. Al final, a algunos les gustara, a otros no, pero podrán decir ya conozco de qué se trata esta temática”, subraya Gustavo.
La robótica llegó para quedarse
Aunque al hablar en estos términos, nos resulta todavía un poco distante y asunto de unos cuantos, las cifras que se manejan a nivel nacional hablan por sí solas. El análisis de la situación del país, en materia de innovación y tecnología, nos pone como referentes de muchos. Con un equipamiento de lujo y una enseñanza que da sus frutos, los argentinos subimos la vara en cada oportunidad.
“En el país se está dando un fenómeno un poco extraño. En Buenos Aires hace mucho tiempo estan con robótica educativa pero lo estan incorporando como algo más rutinario y menos motivante. En cambio en Salta, Jujuy, Misiones se están generando fenómenos más interesantes porque estamos logrando esto de que la robótica sea algo motivacional para que los chicos aprendan”, profundiza.
Según nos cuenta Gustavo, enla última competencia, la Roboliga, tanto Salta como Jujuy, sacaron el 1ero y 2do lugar en casi todas las categorías. Lo bueno es que no se trata de la primera vez. “El año pasado también nos fue muy bien y clasificamos en el primer lugar. Por eso fuimos en el 2019 a Australia y este año iremos a Francia también representando al país en el mundial de julio 2020”, aclara.
En un mano a mano con grandes líderes internacionales del rubro, los argentinos tenemos esperanza. “Cuando fuimos a Australia nos dimos cuenta que los equipamientos que usan otros países no era tan distintos a los nuestros. Ahora los chicos que se preparan para ir a Francia están trabajando por Internet, codo a codo, con un equipo de Croacia y otro de Alemania, que fueron los ganadores el año pasado”, revela.
Ser los protagonistas del cambio
Según Gustavo, y su valiosa trayectoria, las tecnologías vienen a expandir nuestros horizontes, en miras a alcanzar un desarrollo óptimo, sustentable y certero. Particularmente, en el marco de este proyecto, las mismas han posibilitado el vínculo entre chicos que están en la misma actividad, en distintos puntos del mundo, para que puedan compartir la experiencia a la que eligen dedicarle su tiempo.
“Realmente es sorprendente lo fácil y lo bien predispuesto que están todos los equipos a colaborar y compartir conocimiento. Todos quieren mostrar que saben, todos quieren compartir y aprender de otros. Y eso es lo que hay que inculcarles, el aprendizaje colaborativo, ese es el espíritu que se busca y se logra”, afirma Gustavo, convencido de esta filosofía con la que ha logrado conquistar la mente de una generación que apenas empieza a caminar.
“Creo que la robótica es un medio que genera espíritu de colaboración y les deja conocimiento útiles; les despierta la inquietud, estas ganas de hacer cosas y sentirse capaces de hacerla”, concluye. Tanto Gustavo como todos los responsables de hacer que IITA se mantenga en funcionamiento, son conscientes de los efectos que el buen uso de las tecnologías puede generar en el engranaje social. Son ellos los embajadores de un cambio que empieza a gestarse.