SALTA (Redacción) – La negociación entre el Gobierno y la oposición por el acuerdo con el Fondo está atravesando horas cruciales. Es que a pesar de mostrar su conformidad, el arco opositor rechaza el paquete económico y por esa razón se harán modificaciones en el proyecto final. A pesar de que el ministro Martín Guzmán manifestó que los dos puntos son inseparables y están dispuestos a ceder. El encargado de alcanzar el apoyo de los que están disconforme es Sergio Massa.
El objetivo prioritario del Gobierno nacional es que el acuerdo con el Fondo se apruebe en el Congreso de la Nación. Para lograr sus fines, en el oficialismo están dispuestos a modificar el proyecto final. El asunto es que desde Juntos por el Cambio mostraron su disconformidad con el programa económico pactado en el marco de las negociaciones con el FMI. No obstante, está confirmado que apoyarán totalmente el refinanciamiento de la deuda.
Así el acuerdo con el Fondo tuvo un pequeño traspié pero todo indica su irrevocable aprobación. «Ahora algunos dicen ‘yo quiero el financiamiento, pero no me hagas votar las políticas’. No existe. A ver si se entiende«, explicó Martín Guzmán. Y aclaró, al mismo tiempo, que «el financiamiento está asociado a un acuerdo de políticas económicas y financieras. Es una sola cosa», manifestó en un programa radial.
La oposición ya había anticipado su postura sobre el acuerdo con el Fondo
Vale recordar que ya durante el fin de semana, Patricia Bullrich, expuso su posición y la de la toda la alianza opositora. En un programa televisivo había anunciado que no iban a apoyar el programa económico. No obstante, había aclarado que si respaldarían y favorecerían el refinanciamiento pactado en el acuerdo con el Fondo. Pero, después de que Guzmán presentará el proyecto a los diputados el panorama se había complicado otra vez.
Por su parte, Sergio Massa, en su rol de presidente de la Cámara de Diputados; es el encargado de lograr el apoyo de la oposición. Este proyecto es clave porque la refinanciación de la deuda de 45.000 millones puede marcar el rumbo y futuro próximo del Gobierno. Pero también del país ya que un default no ayudaría a nadie. Ni a los políticos, ni a los sectores privados y recaería el peso sobre los sector más vulnerables de la sociedad.
