El escritor francés Yann Moix encendió la mecha en ocasión de unas declaraciones que realizara a la revista Marie-Claire. En aquella oportunidad se desencadenó una lluvia de críticas y desaprobaciones a los dichos del autor de 51 años, ganador del prestigioso premio Renaudaut en 2013, quien se declaró incapaz de amar a una mujer de su edad o mayor con el físico como único argumento. «El cuerpo de una mujer de 25 años es extraordinario. El cuerpo de una mujer de 50 años no es extraordinario en absoluto», dijo sin ponerse colorado.
Sus palabras calaron hondo mas allá de las propias fronteras de Francia, país cuyo presidente Emmanuel Macron tiene por esposa a Brigitte, una mujer 24 años mayor. Entre las voces que expresaron su malestar, se contó la de la ex primera dama Valerie Trierweiler, expareja del socialista François Hollande. Trierweiler, de 54 años, fue elocuente al dedicar en sus redes sociales a Moix una portada de la revista Charlie Hebdo con la leyenda «fuck the macho».
Cinco meses después de aquellas controvertidas declaraciones, la revista Elle entrevistó a Christine Lagarde, directora gerente del FMI, para entre otras cosas, saber si estaba enterada del exabrupto de Moix. «Fue mi pareja quien me lo contó. Y su reacción fue decir: ‘Mi esposa tiene 63 años, me hace totalmente feliz y la encuentro sublime’. Mucha gente le dio la razón», adujo Lagarde.
Según la revista de negocios Forbes, ella es la tercera mujer más poderosa del mundo tras la canciller alemana Angela Merkel y la primera ministra británica Theresa May. En su postulado ante Elle, Lagarde defiende la plenitud vital de las mujeres que superan los cincuenta años de edad. «Se puede ser extremadamente feliz en todos los ámbitos: mental, físico y sexual, con 50 años y mucho más allá también», expresó exultante.
La dirigente francesa, casada y divorciada dos veces, es madre de dos hijos fruto de su primer matrimonio. Desde 2006 forma pareja con el empresario Xavier Giocanti, magnate del sector inmobiliario, un viejo amigo de la Universidad de Nanterre con el que se reencontró en Marsella en 2006 durante una reunión con emprendedores cuando era ministra del Gobierno de Nicolas Sarkozy.
Pese a la reprobación general por su comentario, calificado de machista por un amplio arco de la sociedad europea, Yann Moix no ha desistido de su visión. El novelista afirma no sentirse orgulloso de que sólo le atraigan mujeres jóvenes. «Lo vivo más como una maldición. No somos responsables de nuestros gustos», plantea. Y se refiere a sus críticos como miembros aburguesados de un «tribunal del buen gusto».
Moix afirma que sus preferencias no incumplen ninguna ley, y redobla la apuesta mostrándose provocador ante el vendaval de recriminaciones. «Debería haber dicho que prefiero a las chicas de 23 años, porque las de 25 me parecen un poco mayores en realidad, incluso mejor de 19», ironizó muy descarado.