La familia real danesa tuvo que tomar nuevas medidas de seguridad respondiendo ante un posible ataque terrorista. A partir de ahora, nadie podrá aceder en auto al área del palacio de Amalienborg, solo a pie o en bicicleta. Con propósito de aumentar la seguridad, las entradas a la plaza del castillo estarán bloqueadas para los vehículos con 52 barreras de acceso en las cuatro entradas. Además, habrá otras 13 puertas de acceso reforzando el palacio. Nikolaj Jensen, el subdirector del castillo de Amalienborg, se ha posicionado al respecto: “Debemos, por supuesto, asegurarnos de que es seguro moverse en la plaza y, por lo tanto, hemos decidido establecer una seguridad permanente en el área del palacio”.
¿Cómo se protegen las otras familias reales? La británica pone mucho énfasis en proteger a los más pequeños. Recordemos que tanto Kate Middleton y el príncipe William como Meghan Markle y el príncipe Harry tienen hijos. Para ser su niñera un requisito es estar preparado para cualquier ocasión. Reciben formación en la prestigiosa escuela Norland, que es especializada en el cuidado de niños. Ahí aprenden incluso cómo defenderse ante un ataque terrorista, defensa personal o conducción en situaciones de riesgo.
Debido a que George, Charlotte, Louis y Archie son tan famosos como sus padres, aumentaron la seguridad para ahuyentar a los paparazzis, así protegían la privacidad de los pequeños para que pudieran jugar tranquilamente en el jardín. La solución fue sencilla: un muro de plantas de 290 metros. Fue plantado en Abril, y aun se espera que crezca para alcanzar su altura máxima. Además, evita que los miembros de la familia real sean vistos cuando suben y bajan del helicóptero cuando se desplazan a los actos oficiales.
Yendonos a España, la princesa Leonor y la infanta Sofía, disponen de escoltas que permanecen en su colegio, el Santa María de los Rosales, mientras las dos hermanas atienden a las clases. Además cabe destacar el gran operativo de seguridad que tuvieron hace años los reyes Felipe y Letizia cuando se llevó a cabo su boda. José Bono era ministro de Defensa en esas fechas, contó cómo se vivió el evento y todas las medidas que se tomaron.
El 22 de mayo de 2004 todo estaba listo para el gran día. El operativo de seguridad era enorme. Ya que tenían que proteger la integridad de autoridades y funcionarios españoles entre los que se encontraban, el rey Juan Carlos, jefe de Estado y papa del novio, José Luis Rodríguez Zapatero, entonces Presidente del Gobierno y mil doscientos invitados más entre los que destacaban monarcas, funcionarios, celebridades, invitados especiales y familiares.
Cabe destacar que había una gran preocupación por el antecedente del 11M. Los atentados terroristas del 11 de marzo de ese mismo año, en contra de cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid, ocurridos a plena luz del día y que dejaron más de 190 muertos y casi 2000 heridos. Es por eso, que la boda real contó con más de 20 mil agentes especiales y una inversión de más de siete millones de euros para garantizar la seguridad y protección antiterrorista.
“Lo que queríamos era que la celebración acabara cuanto antes y los mandatarios extranjeros se fueran pronto”, explicó Bono. En su libro “Diario de Ministro” contó otros detalles que no se sabían. “Yo, como ministro de Defensa, recibí una información por parte del Centro Nacional de Inteligencia muy inquietante. Habían robado varios ultraligeros, la situación era preocupante y el rey Juan Carlos estaba enterado de la situación, pero el príncipe Felipe, no. Era su día”. El político comentó que lo que todos los involucrados en la seguridad estaban deseando era que cada invitado se fuera a su casa y el CNI estuvo en alerta máxima ese día.
