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CULTURA

Benito Fernández, un intrépido diseñador, devoto de la mujer y la moda latinoamericana

Benito es un ícono de la moda y el estilo en todo el mundo. Nos dimos el gusto de estar sentados codo a codo para explorar aquel universo hecho de puntos y puntadas hasta su costado más íntimo.

Benito Fernández - Fuente: Salta 4400

SALTA (Redacción) – Una imagen vale más que mil palabras. Si volvemos a los inicios de los tiempos y viajamos hasta la actualidad, sea cual sea el punto geográfico en el que elijamos estar parados, toda sociedad ha forjado su propia cultura y con ella una identidad. Vestirse es una forma de decir. Es un idioma. Cuando elijo qué ponerme, cómo y cuándo, estoy diciendo y siendo al mismo tiempo. Decir que todo entra por los ojos podría sonar petulante y reduciría el discurso a su mínima expresión. Pero… la imagen, lo que vemos, lo de afuera, conserva un debate mucho más amplio, no así superficial.

Recientemente, en el marco de Casa Dir, Benito Fernández visitó la ciudad y nos dimos el lujo de compartir unos minutos con él. Pudimos vulnerar gratamente las fronteras vigentes entre un sillón frente a frente y la televisión de todos los días. En eso, me encontré con un Benito que atraviesa un muy buen momento, en lo personal y laboral, disfrutando sus logros plenamente, por fuera y por dentro. «Me gustar estar en mi casa con mi perro, José Antonio, mi pareja y mis hijos. Soy muy casero. Esta carrera me ha llevado a tener que salir mucho y estar expuesto constantemente. Entonces disfruto de esos momentos y esas personas», aclara.

Coser siempre está de moda: las facciones de una  nueva generación

Actualmente, Benito es moneda corriente en la televisión. «Corte y Confección», es un reallity show dedicado al mundo de la moda que pone a prueba a diez participantes a lo largo del ciclo. En él, Benito es parte del jurado. Y aunque resulta poco convencional, lo cierto es que el programa se ha convertido en un éxito rotundo. Más allá de los números, esta premisa nos lleva a pensar que estamos viviendo un cambio como sociedad, oportuno y novedoso. Hace algunos años era impensado. En el presente, la moda es un fiel reflejo de la realidad en movimiento.

Benito Fernández – Fuente: Salta 4400

«Este proyecto comenzó por dos o tres meses. Nos sorprendió a todos la capacidad de los chicos de hacer todos los días un nuevo desafío. La capacidad de costura, el poder reivindicar el oficio de la costura y no solo el diseño. Sabemos que hay diseñadores en Argentina, sabemos que hay buenas universidades e institutos que imparten su enseñanza, entonces me sorprendió de manera súper agradable el impacto que tuvo en la gente el programa”, declara. 

Benito Fernández – Fuente: Salta 4400

“La moda nunca rindió en televisión, salvo los míticos desfiles de Roberto Giordiano. Nunca rindió como contenido y por ello, nos sorprendió. Ahora estamos en la segunda temporada y con un esfuerzo sobrehumano. Hoy es un sacrificio, pero lo hacemos con mucho placer. Disfruto mucho lo que genera. Ver a una abuela que lo ve con su nieto. Incluso nos decían los sponsors de las máquinas de coser que antes tenían un target de 30 a 60 años y ahora se bajo la edad. Es decir que, la gente joven empezó a coser. Para mí, que amo mi profesión, ver que bajan y desempolvan esa vieja máquina de coser de la tía, es un placer», analiza Benito.

La valentía de dar el primer paso

Este cambio cultural generacional, cobra mayor énfasis si nos ponemos en los zapatos de Benito. Un profesional que caminó durante años el cosmos del diseño, las pasarelas, las telas, los colores y las puntadas, y que fue un fiel testigo de las virtudes y desavenencias del mismo.

Cabe entonces contar que Benito era un chico disléxico, lisa y llanamente. Aunque en la actualidad puede tratarse de una condición habitual y tratable, en algún momento resultó un tabú dentro de los tantos que caracterizaban otros tiempos. Esto hizo que resultase difícil para él pensarse en cualquier tipo de carrera, debido a los prejuicios y trabas. «No solo la dislexia me limitaba cuando pensaba en qué lugar iba a funcionar, sino que la carrera no existía en mi país. Cuando vi que más o menos algo se podía hacer, emergió la mirada del prejuicio, a cerca de que el hombre no podía, que no te ibas mantener, que no podías vivir de esto. Por eso encontré la carrera de grande, recién a los 24 años», revela.

Asimismo, agrega: «si miro en retrospectiva, me doy cuenta que desde chico me gustaban todas las películas sobre la temática, desde asesorarla a mi madre hasta teñir las remeras para tener siempre remeras diferentes. La moda siempre estuvo, sólo que en ese momento no podía ver que iba a ser mi vocación, mi pasión y mi profesión».

La educación como molde del vestido ideal

Casi como una revelación, cuando Benito descubrió, y se descubrió, haciendo lo que amaba, inmediatamente el Universo lo escuchó y se lo reconoció. Más tarde, el mundo estaba a sus pies. El poder de la convicción, la determinación y el amor fueron sus fuertes para hacerle frente a lo que vendría. «Muerto antes que sencillo», destaca mientras se ríe. Pero, la fórmula se reduce al trabajo y la educación jugando en equipo.

Desde hace 15 o 20 años, Benito viste a la reina más mirada de Europa, Máxima Zorreguieta. En una oportunidad, según me cuenta, la cuñada de la reina debía estar en el casamiento de Máxima, ya que los padres no podían asistir por razones políticas. Martín Zorreguieta ocupó el lugar entonces con Mariana André. Ella, cuñada, se tenía que vestir. Entonces decidió llamar a un diseñador y la atendieron por teléfono. La atención no fue grata ni oportuna.

 Por esas vueltas mágicas de la vida, le recomendaron a Benito. «Me llama y yo ese día estaba al lado del teléfono. Si suena, atiendo. No es que digo – Ay no, yo Benito no atiendo el teléfono -. Entonces quedamos en vernos y le hice los vestidos para el casamiento; después a la madre de Máxima cuando fue a visitarla y a Máxima durante 15 años. Siempre le digo a los alumnos que lo más importante es el trabajo y la educación. Yo estaba trabajando ese día y pude agarrar ese teléfono y atendí con educación. Yo recalcó que no fui la primer opción de esa chica pero yo atendí con educación, y eso es el valor agregado para el mundo de hoy», reflexiona.

Las reglas están hechas para romperse

Sus valores, principios e ideología se traducen en sus creaciones. Benito es un artista con carácter, sensible y apasionado. Aunque a simple vista no se deja ver en su totalidad, basta escucharlo para decodificar su inmensidad. Ser artista, es más que ser diseñador, valga la aclaración. La profundidad del artista tiene ángel. Trasciende. Cada decisión es una acción vuelta obra maestra. El artista puede cambiar el mundo. Su pasión e intensidad penetran las fragilidades y callosidades de todos los días, y cual alquimista, lo convierte en oro.

Benito Fernández hizo de su nombre y su elección una marca registrada, con una sólida identidad. «Se trata de una identidad más latina. Las estampas y los colores transmiten una energía positiva. La mujer que se viste con Benito es una mujer diferente, que se atreve, que no tiene prejuicios. De hecho, mi colección «Etnia», que estuvo presente en el Fashion Week de New York, quince días antes también estuvo presente con Natalia Lobo en los Martín Fierro. Esa colección representa cuatros viajes míos a Bolivia, México, Perú y Salta. A partir de allí, mezclé esos telares, coloridos, pompones y aguayos», describe.

Pero no todo fueron rosas. Benito conoció que la riqueza de la rosa, también yace en sus espinas. Su vestido más sentido, resultó ser el vestido más criticado por la televisión argentina. Todos los programas, desde Susana Roccasalvo, Viviana Canosa hasta Mirtha Legrand, sentenciaban una y otra vez que no se podía ir con ese vestido a un evento tan importante, tanto que fue comparado con un disfraz.

«Primero tuve que entender que no es fácil para el ego de un diseñador que no guste el vestido. Entonces, comprendí que puede no gustar. Pero el motivo principal del enojo en aquel momento, fue el hecho de que juzgarán que no podías ir al Martín Fierro con texturas y colores que hablan sobre nuestra identidad. Ahí dije: Acá me planto. Y eso se revirtió a los pocos meses. Después todas las tapas de revistas eran sobre esa temática del Norte de nuestro país. Así que yo te diría que ese vestido es el ADN de Benito. Fresco colorido y con energía joven. Fue un antes y un después para mi carrera. Pese a que he hecho más de 30 vestidos para Máxima, si me decís cuál es el vestido, definitivamente es el de Natalia lobo», ratifica convencido.

Dime qué vistes y te diré quién eres

No me caben dudas que la moda latinoamericana tiene un carácter diferencial, que la distingue desde de su fibra más íntima hasta su rasgo más visible. «Para mí lo que tenemos es que ya empezamos a pensar que no somos más europeos. Tengo mis parientes que nacieron allá pero soy argentino, soy latinoamericano. Somos conscientes de eso. Estamos cortando el cordón umbilical y otra cuestión es que somos jóvenes. Esa característica nos da otra visión. Trabajamos con otros colores, formas, otras dinámicas y por eso hay mucha gente que se esta destacando en el arte, en lo actoral, en lo deportivo, etcétera», asegura.

Podríamos decir que somos el acento de cada palabra. El destacado de la nota. El ejemplo. Sin ir más lejos, Máxima no sólo es la reina, sino que es la reina más mirada. «A mí me toca vestirla y cuando me preguntan por qué ella me elije, yo creo que es porque ama su país. Quiere tener un guiño con su país y además, porque con mi ropa a ella se la ve joven, nueva y fresca. Los latinoamericanos somos el aire fresco», remata Benito.

La mujer como meollo del debate

Si bien la cultura conserva sus estructuras, el cambio es inherente al tiempo. Benito no es ajeno a la vorágine de la evolución humana, menos aún si se trata de la indumentaria. Pero es imposible no hacer foco en la figura de la mujer como protagonista de la época.  Precisamente, Benito las ha vestido desde su inicios. Como olvidar aquellas novias.  Aunque no lo parezca, la ropa tiene que ver con la matriz. El vestidor de una mujer, más allá de las modas, acompaña su madurez.

«Me parece que la mujer ha evolucionado en estos últimos 20 años. Su crecimiento, los prejuicios que han atravesado, los derechos que han adquirido. Sobretodo ahora me da la sensación de que la mujer cambió de adentro para afuera. El afuera sigue siendo bastante parecido, en el sentido de que es una mujer que me encanta a mí. Por eso me gusta vestir a las argentinas”, advierte.

“Porque es una mujer que trabaja, es linda, es femenina, es una mujer que cuida a su familia, que no por hacer una cosa deja la otra. Siempre la ves impecable, cuidadas. Me encanta. Tienen polenta. Por ejemplo, yo tengo muchas alianzas con marcas de empresas argentinas y algunas multinacionales radicadas en Argentina, y muchas reuniones son con mujeres. Puestos que antes eran impensados. Más que lo externo, yo valoro haber estado acompañando el crecimiento interno de la mujer», asevera.

Para Benito, la mujer ha sido motivo de reinvención. Le ha permitido ahondar en el ingenio para concebir y proyectar ideas novedosas y rentables, adaptadas al medio. «Yo tengo 30 años en el circuito y no es fácil mantenerse en este mercado en el que lo nuevo es lo atrapante. Es gracias a esta evolución de la mujer que yo he podido crecer», subraya.

 La identidad como estilo  frente a la banalidad

«Un buen diseño puede soportar la moda de 10 años», pensaba Yves Saint Laurent, uno de los diseñadores de moda más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Valiéndonos de aquella premisa, podría opinar que los diseños de Benito soportan el paso del tiempo. Sus estampas y colores lo vuelven un clásico, siempre vigente, décadas tras décadas. «A veces las morfologías te limitan. Por ejemplo, el pantalón se usaba con el talle bajo, ahora con el talle alto. Entonces ahí podes quedar afuera. Cuando sós un diseñador basado en la morfología es más difícil», explica.

Benito es una constante. Al menos, una vez lo escuchaste. Lo viste. O tuviste la grata sorpresa de conocerlo. Se trata de un profesional que no se agota en la moda. Logró hacer de su trabajo un estilo definido capaz de ser replicado. «La moda tiene que ver con lo que nos sucede, con lo social, con lo que el hombre va necesitando. Con todo lo que afecta y viene de afuera. Es ir adaptándose a eso. La moda trabaja con el inconsciente. Mientras tanto, el estilo habla de cada uno. Cada quien tiene un ADN que lo va perfeccionando y lo hace propio. Creo que el estilo, tiene que ver con la personalidad de cualquier profesional, con el bagaje de información que tiene y lo que quiere transmitir con lo que va a hacer», argumenta.

El diseño llegó para quedarse

A Benito no le gustan, bajo ningún punto de vista, los cordones. Lo exasperante. Siempre a favor de las prendas cómodas. Vamos por un jean, una remera y una campera holgado y confortable. Fanático del chal, su must. Me atrevo a contar que a Benito le cuesta el smoking. De hecho, dejo de ir a ciertos espacios y dio de baja algunas fechas cuando la ropa resultó ser sinónimo de incomodidad.

Aún así, no podría concluir una nota sobre él abarcando solo su dimensión superficial y su ropero. En él cabe además un mundo. Un proceso de introspección que vale la pena contar. «La moda tiene muchas aristas. Primero, la moda, el desfile, la estética. Después, viene lo que el diseñador construye y quiere decir, independientemente de que guste o no. Esa dimensión tiene que ver con mis experiencias y vivencias, formas de vida. Y luego, hay una tercer pata que es la industria del diseño; lo que genera el diseño, se puede generar muchas fuentes de trabajo. En países como el nuestro es fundamental», enfatiza.

«Uno siempre ve el trabajo terminado en una foto divina con una modelo divina, pero mi trabajo quiere decir muchas cosas más. Por eso también me gusta mostrar las ropas en muchas mujeres. No sólo en modelos. Me gusta la mujer en general. No sólo la que tiene 20 años y mide 1.80. Me gusta la ciencia de la mujer», concluye.

Benito es un sabio conocedor. Un artífice. Un artesano que supo moldear sus ganas, sus gustos, sus verdades más duras y sus victorias. Benito no da puntada sin hilo, literal. En él, y con él, camina una generación que cree en los nuevos paradigmas. Laxos, auténticos y libres.
Como bien dicen, ¡Hay tela para rato!

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