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CULTURA

El Éxodo Jujeño: Tambores de guerra se agitan en el norte

Al conmemorarse los 207 años de la gesta patriótica compartimos con nuestros lectores un imperdible escrito

POR JOSÉ POSSE POSSE – En 1812 Manuel Belgrano, al mando de los restos del Ejército del Norte, marchaba en retirada desde Jujuy con rumbo a Córdoba, con la orden del Triunvirato porteño de abandonar las provincias arribeñas (incluido el Alto Perú), a la ira de los realistas. Para Buenos Aires, asediada por los artiguistas, la única preocupación era formar un fuerte ejército en Córdoba para evitar su caída.

El general Manuel Belgrano ordenó al pueblo jujeño, a hacer abandono de sus posesiones y quemar todo aquello que no pudiera transportarse. La estrategia era dejar “tierra arrasada” a los realistas y así retrasar su avance ante la falta de suministros. El 29 de julio en un terrible bando militar ordenaba que todos los habitantes se unieran al ejército llevando cuantas armas de fuego y blancas tuvieran en su poder, además de todos sus ganados vacunos, caballares, mulares y lanares, hasta los charquis debían ser sacados de los campos y llevados con los soldados. Los comerciantes debían embalar sus mercaderías y remitirlas a Tucumán. Las sanciones eran severísimas. Todo aquél que se encontrara fuera de las avanzadas del ejército o intentara franquearlas sin pasaporte, sería fusilado en el acto, “sin forma alguna de proceso”. Igual pena se destinaba para quién “por sus conversaciones o por hechos, atentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese”. También se fusilaría a “los que inspirasen desaliento”, con solo la declaración de dos testigos e igualmente serían tenido por traidores, “todos los que a mi primera orden no estuviesen prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad”.

Claro que las reacciones no se hicieron esperar. El primero de agosto de 1812: Belgrano contestó al Teniente de Gobernador de Salta que, a pesar de ofrecer colaboración, deseaba la atenuación del bando del éxodo: «… Mi bando se ha de cumplir con la mayor exactitud posible; yo no oigo los clamores de los particulares, sino el bien general de La Patria, y éste es el que me ha obligado a dictarlo: el amor patriótico debe hacer callar los lamentos y vencer los imposibles mismos; mis medidas están tomadas y ellas se han de llevar a cabo sin réplica ni excusa «

La situación era crítica, el comandante realista Pío Tristán, enviado del teniente general José Manuel de Goyeneche, encabezaba una fuerza militar punitiva que avanzaba sometiendo cada ciudad y población importante. A su paso iba ajusticiando de manera cruel a los líderes revolucionarios y empujando a sus familias a la miseria. Las cabezas en lo alto de picas sangrientas en las principales plazas, altoperuanos, así lo atestiguaban .
El 4 de agosto de 1812 Manuel Belgrano desde Jujuy, informó al gobierno sobre lo ocurrido el 27 de mayo de 1812, en Cochabamba, en dónde el propio Goyeneche después de vencer en la batalla de Pocona, atacó la ciudad. En ella fueron principalmente mujeres las que se atrincheraron en la punta de la colina de San Sebastián, en el lugar conocido como “La Coronilla”, a unos 1400 metros del centro de Cochabamba. Allí los soldados realistas las masacraron, luego de una sangrienta lucha. En ese informe Belgrano manifestó que, desde ese día, en su campamento: «Todas las noches, a la hora de la lista, un oficial de cada cuerpo militar preguntaba en alta voz: “¿Están presentes las mujeres de Cochabamba?”. Y otro oficial respondía: “Gloria a Dios, han muerto todas por la patria en el campo del honor”… ¡Gloria a las cochabambinas que se han demostrado con un entusiasmo tan digno de que pase a la memoria de las generaciones venideras!

En aquel contexto de desesperación generalizada, la orden de Manuel Belgrano era terminante y debía cumplirse sin réplica alguna. Los jujeños, en su forzado éxodo, habían sido obligados por las circunstancias y marchaban habiendo abandonado sus posesiones más preciadas. Acompañaban en jornadas extenuantes a su general, siendo picados en su retaguardia por el ejército español, el que a duras penas fue repelido en el Combate de la Piedras; paraje del territorio salteño, donde un grupo de Decididos de Jujuy y Salta, comandados por Díaz Vélez, demostraron que los Godos no eran invencibles.

Bernabé Aráoz, el Tucumano de la Independencia. José María Posse POSSE

El éxodo jujeño

          FUENTE EL HISTORIADOR

El 23 de agosto de 1812 el ejército patriota a las órdenes del general Manuel Belgrano comienza el heroico éxodo del pueblo jujeño en dirección a Tucumán. Ante la inminencia del avance de un poderoso ejército español desde el norte al mando de Pío Tristán, el 29 de julio de 1812, Belgrano emite un bando disponiendo la retirada general. La orden de Belgrano era contundente. Había que dejarles a los godos la tierra arrasada: ni casas, ni alimentos, ni animales de transporte, ni objetos de hierro, ni efectos mercantiles. Para recordar este heroico episodio transcribimos a continuación el bando de Belgrano y unos fragmentos del libro Jujuy. Apuntes de su historia civil.

Fuente: Carrillo, Joaquín, Jujuy. Apuntes de su historia civil, Universidad de Jujuy, Jujuy, 1989, pág. 142-149.

Los días fastos en que el pueblo conmemoraba los sucesos nacionales habían ya sido cambiados. (…) En vez del natalicio de los reyes, comenzaba a marcarse en el calendario popular la festividad nacional del 25 de mayo, día de libertad y de esperanzas. Jujuy debía celebrarlo con pompa y solemnizarlo con una ceremonia memorable, que cumplió con entusiasmo sin igual en los períodos de sus glorias y sus trabajos. El 25 de mayo era ocasión de reanimar con formalidades tocantes el espíritu que había comenzado a levantarse con la marcha del ejército sobre los territorios antes abandonados. El sentimiento patriótico de Belgrano tuvo fecundidad en la invención de una ritualidad patriótica para herir el corazón de los pueblos y retemplarlos en la fatiga, sublimándolos para el sacrificio en el ardor de las más rudas batallas.

Aquel día (25 de mayo de 1812) el ejército apareció de pie, en formación, cuando el horizonte, tiñéndose del albor esparcido por los rayos del sol naciente, parece abrirse como inmensa cortina, para que despertado el orbe eleve sus cánticos: en aquel momento resonó en la plaza municipal de Jujuy un himno enfático al Dios de la Libertad de América. Lo entonaba aquel pueblo cuyas masas alternaban con las compañías en organizaciones del ejército de Belgrano, y de cuya fraternización en el culto patriótico de aquel día, debía nacer la común resolución de mantener el juramento de ser libres. (…)

Aquel pueblo, que así se estremecía de júbilo, que por la multitud agrupada dejaba escapar las aclamaciones generales, y que por sus autoridades y Cabildo transmitía al jefe su incontrastable resolución de arrostrar el conjunto de los sacrificios que la causa imponía, aquel pueblo llenaba las cuadras designadas a sus bisoños soldados ciudadanos, con que se organizaba el Regimiento Nº 6, y cuya bandera, bendecida el 25, fue también mandada ocultar por el Gobierno. Belgrano la guardó con cariño para legarla al pueblo de Jujuy el día en que fuese coronada por los laureles de la victoria.

Cochabamba caía, cuando en Jujuy se enarbolaba y bendecía la bandera argentina, y se rehacía un tanto aquel ejército, aumentado por el número 6 de jujeños.

Manifiesto era que el itinerario de Goyeneche sería el día después de su triunfo sobre el pueblo de Cochabamba, el que lo condujese hasta los fogones del campamento de Belgrano, o a los tesoros abandonados de las provincias del valle argentino. Terminaba julio, y las avanzadas enemigas eran seriamente reforzadas. A los patriotas les vinieron también algunos fusiles, con los que prepararon a hacer algo, siguiendo a su jefe, que prefirió una retirada, como lo ordenaba el gobierno, y el abandono al enemigo de las poblaciones y ciudades de Jujuy y Salta. Pero no fue tan solo una retirada militar; ordenó un abandono del país a todos sus habitantes; un levantamiento de todo objeto de recursos, o su destrucción, si no era fácil su transporte.

El bando con que precedió su marcha retrógrada fue terrífico e hizo estremecer de ansiedad y amargura a la sociedad de Jujuy. Lo insertamos íntegro por su originalidad, y efectos que produjo.

Bando de Belgrano

“Don Manuel Belgrano, general en jefe…  Pueblos de la Provincia: Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, en que se halla interesado el Excelentísimo Gobierno de las Provincias Unidas de la República del Río de la Plata, os he hablado con verdad. Siguiendo con ella os manifiesto que las armas de Abascal al mando de Goyeneche se acercan a Suipacha; y lo peor es que son llamados por los desnaturalizados que viven entre vosotros y que no pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean ultrajados y volváis a la esclavitud.

” Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reunirnos al Ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres, trayéndonos las armas de chispa, blanca y municiones que tengáis o podáis adquirir, y dando parte a la Justicia de los que las tuvieron y permanecieren indiferentes a vista del riesgo que os amenaza de perder no sólo vuestros derechos, sino las propiedades que tenéis.

” Hacendados: apresuraos a sacar vuestro ganado vacuno, caballares, mulares y lanares que haya en vuestras estancias, y al mismo tiempo vuestros charquis hacia el Tucumán, sin darme lugar a que tome providencias que os sean dolorosas, declarándoos además si no lo hicieseis traidores a la patria”.

” Labradores: asegurad vuestras cosechas extrayéndolas para dicho punto, en la inteligencia de que no haciéndolo incurriréis en igual desgracia que aquellos.

” Comerciantes: no perdáis un momento en enfardelar vuestros efectos y remitirlos, e igualmente cuantos hubiere en vuestro poder de ajena pertenencia, pues no ejecutándolo sufriréis las penas que aquellos, y además serán quemados los efectos que se hallaren, sean en poder de quien fuere, y a quien pertenezcan.

” Entended todos que al que se encontrare fuera de las guardias avanzadas del ejército en todos los puntos en que las hay, o que intente pasar sin mi pasaporte será pasado por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso. Que igual pena sufrirá aquel que por sus conversaciones o por hechos atentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese. Que los que inspirasen desaliento estén revestidos del carácter que estuviesen serán igualmente pasados por las armas con sólo lo deposición de dos testigos.

” Que serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieran prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad, sean de la clase y condición que fuesen”.

” No espero que haya uno solo que me dé lugar para poner en ejecución las referidas penas, pues los verdaderos hijos de la patria me prometo que se empeñarán en ayudarme, como amantes de tan digna madre, y los desnaturalizados obedecerán ciegamente y ocultarán sus inicuas intensiones. Más, si así no fuese, sabed que se acabaron las consideraciones de cualquier especie que sean, y que nada será bastante para que deje de cumplir cuanto dejo dispuesto.

” Cuartel general de Jujuy 29 de julio de 1812”. Manuel Belgrano

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