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CULTURA

El lenguaje como reflejo y reconstrucción del mundo cotidiano

Paula Bertini es la actual Directora de la Biblioteca Provincial, pero detrás de este cargo yace una mujer profunda, apasionada por su trabajo y sensible hasta los poros

Paula - Fuente SALTA 4400
Paula - Fuente SALTA 4400

SALTA (Redacción) – El lenguaje es una de esas grandes ventajas y magníficas virtudes con las que cuenta la obra de la creación humana y que distinguen la existencia del hombre en la Tierra de entre otras especies. Salir al encuentro del mundo, asimilar el concepto de “otredad” y comprenderos como individuos integrados, son procesos necesarios y urgentes, que nos animan a manifestarnos en el marco de nuestra evolución.

Salir de la burbuja. Correr el riesgo. Ser expresiones vivas.  El lenguaje, verbal y no verbal, abarca múltiples dimensiones que interpelan nuestro accionar diario en relación con el  entorno. Es el lenguaje la puerta de entrada a una sociedad y su cultura. A través del lenguaje podemos saber más acerca de aquello que nos inquieta. Cuestionarnos el propio lenguaje y la manera de comunicarnos, nos pone en una posición tan vulnerable como imprescindible para el (auto) conocimiento, tanto individual como en nuestra  relación con otros.

“Creo que el lenguaje es uno de los códigos más perfectos, más ricos con el que contamos. La palabra porta sentido, la palabra porta subjetividad y  entonces, el uso de la palabra, el ejercicio de la voz nunca es azaroso, te pone en un lugar, te ubica en este mundo y en este juego de roles que es la vida. La palabra te representa, te individualiza y te permite la conexión con los demás”, reflexiona Paula Bertini, actual directora de la Biblioteca Provincial.

Desde su punto de vista, el ejercicio del lenguaje, la palabra de todos y todas, es un ejercicio de poder. La palabra es la materia prima con la que construimos identidades, es la bandera con la que hacemos historia, es nuestro documento. En un par de letras asociadas cabe un mundo. Una palabra puede resultar la mejor alquimia en condiciones óptimas, o bien, ser la gota que rebalse el vaso.

Deletreando la vida a cada paso

Paula es una coleccionista de palabras. Una artesana del lenguaje. Una amante de la literatura. Tiene un favoritismo por las letras antes que los números. Desde hace 40 años se aboca a este universo paralelo  que tanto bien le hizo a la humanidad. Es tucumana, pero su corazón late fuerte por Salta. Se considera a sí misma  una persona muy reflexiva y serena, tanto en el ámbito personal como profesional.

 “No suelo ahogarme en un vaso de agua sino que enfrento los conflictos sin desesperarme. Obviamente, tengo mis momentos de furia, pero, en general no soy muy impulsiva y eso me ayuda sobre todo en el ámbito laboral, en el que tenés que tener siempre mucha paciencia, mucha templanza  y sentido común”, asegura. Todas y cada una de estas cualidades y aprendizajes  vinieron de la mano de la literatura y la influencia de ésta a lo largo de su vida.

Todo empezó cuando Paula se inscribía en U.N.Sa en la carrera de Historia. “Me encontré en ese primer año cursando Introducción a la literatura con Alejandra Cebrelli como docente. Siempre tuve una relación afectiva con los libros y la literatura, pero su mirada y su propuesta me cautivaron tanto que, al año siguiente, me pasé a Letras”, recuerda, con la misma emoción de aquel entonces.

Tras ello, emergió su gusto por una de las vertientes de la literatura, que pone la lupa en el análisis del discurso y en el abordaje de los textos culturales, la idea del sujeto lector con el concepto de subjetividad (ideológica, cultural, vital) y la lectura como construcción. Este razonamiento minucioso, la complejidad de la teoría y la concreción de la praxis,  la llevaron a reinterpretar el rompecabezas en el que se hallaba inmersa.

Colorín, colorado…este cuento nunca se acaba

Sin embargo, su amor por las letras me conduce directo a su infancia. Paula daba sus primeros pasos, y ya un dejo de literatura se infiltraba en su crianza. A la mayoría al menos, no podía faltarnos un cuento antes de dormir o en algún rato libre. Quizás, uno de los gestos más bondadosos, superadores y altruistas del ser humano, tiene que ver con el ritual de  contarle cuentos a un niño o acercarle un libro, para dispararle su imaginación, poner a flote su creatividad y garantizarle una oportunidad a largo plazo.

 “Mi vieja me contagió el entusiasmo por la lectura. Había una linda biblioteca en mi casa. Empecé a leer desde muy chiquita y, como siempre fui bastante introvertida y solitaria, encontré mucho placer por los libros”, recuerda. Con cierta nostalgia y añoranza, Paula se hace cargo de aquellas primeras  lecturas más juveniles como Luisa May Alcott o Lucy Maud Montgomery con la saga de “Anne”, Agatha Christie, entre otras.

 “Obviamente, en esa primera etapa no sólo quería ser escritora sino también huérfana, desde esa mirada idílica de Anne, por ejemplo”, ríe, mientras me asegura que los libros fueron su mejor compañía desde el primer pestañeo matutino hasta el último bostezo por la noche.  “Me daba mucho placer escaparme de las fiestas para irme a mi casa a leer”, agrega, todavía convencida de ello.

Alas para que  las quiero, si tengo libros pa´ volar

En paralelo al mundo corriente, ordinario y mundano, con todas sus maravillas y asperezas, emerge la literatura como un punto de fuga, o si se quiere, como un cable a tierra. “Mira, mi vida no existe sin la literatura y sin los libros. Creo que tiene ese doble poder; por un lado, a veces te presenta el mundo en toda su crudeza, otras, te cuenta historias maravillosas, llenas de magia y finales felices. Yo disfruto todas las lecturas”, asevera.

Para Paula dar vuelta la página es abrirse a lo desconocido y dejarse transformar por cada texto que sus ojos pillan. Su profesión la invita todos los días a tener un pasaporte en mano y sólo tener que elegir a dónde partir. De repente el poder de la escritura y la lectura recrean mayores posibilidades y acortan la brecha. Desdibujan los límites y conquistan la mente de millones.

 “Los libros me permiten viajar en el espacio, por ejemplo cuando te encontrás leyendo autores de otras latitudes que te ofrecen una cadencia en el relato, expresiones lingüísticas (a pesar de la traducción), una manera de ver y de hacer el mundo, y de repente sentís que conocés esos lugares que no pisaste jamás. Tambiénresultan una máquina del tiempo. Te permiten vivir otras épocas, otro tiempo en la historia de la humanidad y eso me alucina”, subraya.

Cada letra, cada palabra, cada oración, cada párrafo acaba siendo entonces tan inspirador como vital. La lectura revoluciona los tejidos. La literatura nos habla de emancipación. Cada página no se acaba en el borde del papel. Continúa dentro de aquel que la leyó. “Cuando conocés muchas veces replanteás preconceptos y prejuicios. No digo que la lectura sea el único modo de conocer, para nada, pero es un camino”, agrega.

 “Con la literatura abordás los escenarios y personajes más diversos, que quizás no tienen que ver con tu cotidianeidad y eso es increíble. Porque todo lo hacés abriendo este artefacto hecho de papel y palabras. Entonces, creo que esa invitación a los «mundos posibles» de la literatura lo que hace es ponerte en un lugar más reflexivo, más empático, más curioso”, reflexiona.

No dejes para mañana lo que puedes leer hoy

Tanta dedicación y devoción le permite sentir a cada libro como una religión y una aventura al mismo tiempo. Paula pone a disposición de cada lectura todo su bagaje cultural, sus premisas, su fe, sus emociones y la dosis de adrenalina necesaria.  Cada página es vivida de manera diferente. No hay protocolos cuando la literatura nos empuja a la apertura. El que se encasilla, pierde.

“Creo que, sin que esto signifique una crítica a la Academia, cuando estás dentro de la carrera y hacés un camino más  académico, estás quizás más atado a algunos lineamientos o debés ser más prolijo en tus itinerarios. Yo me recibí y casi inmediatamente, pasé a trabajar en la gestión pública, en la biblioteca y me dio mucha libertad para que mis lecturas fueran así de caóticas y así de placenteras”, admite.

Precisamente sus lecturas favoritas van desde un amor especial por algunos libros distintos entre sí como  “Orgullo y prejuicio” de Jane Austen,  Adán Buenos Aires, “El Banquete” y “Megafón”, esa trilogía increíble de Marechal. Se suman a ellos “Final de Juego” de Cortázar y el célebre Stephen King. “Como ves, eclecticismo puro. Pero eso también es lo que aprendí”, expresa.

Muéstrame tu biblioteca y te diré quién eres

“La biblioteca es un poco el camino que has hecho como lector y como persona. Tengo libros en mi casa que me representan de alguna manera, así como hay muchos otros que están ahí pero podría donar, canjear o prestar sin ningún problema. Igual, no tengo una veneración por las bibliotecas personales, por el acopio de libros en las casas. Creo que mi paso por la biblioteca pública me ayudó a ver lo maravilloso, sustentable, económico y solidario de un grupo de lectores haciendo uso de una misma biblioteca”, analiza Paula.

En este punto vale recordar que ella es la Directora de la Biblioteca Provincial, una institución que fecha tras fecha cautiva al público local con propuestas innovadoras,  que fomentan  la lectura y la escritura como mecanismos y bienes culturales al alcance de todos. “La biblioteca es un espacio convocante, vemos a diario muchísimos estudiantes, lectores. Creo que se convirtió en un lugar de lectura, pero también de encuentro, de discusión, de recreación”, destaca.

Cabe señalar que, recientemente, la institución participó  de la IX edición de Expo Libros Salta, donde quedó evidenciado el interés del salteño por la escritura y la lectura. “Creo que, como en muchas otros lugares, el libro, la lectura, la literatura tienen un lugar firme”, añade Paula, orgullosa  de las iniciativas  de gran convocatoria que se desarrollan mes a mes, y con excelente convocatoria.

Su rol se reivindica una vez más, ya que en poco tiempo cumplirá una etapa de diez años al frente de la Biblioteca Provincial.

Cada mérito, una lección

Paula ingresó a la Biblioteca Provincial como asesora,  luego pasó a ser directora en 2014 y desde 2018 quedo a cargo del Archivo Histórico también. “Lo que te puedo decir es que el aprendizaje de estos años es inmenso. Igual, creo que es sana la renovación, que oxigena a las personas y a las instituciones. Necesito reevaluar mi lugar, lo que quiero, dónde estoy parada. Es un buen momento para hacer un balance y ver cuál es el próximo paso”, analiza.

Una mujer que con vocación de servicio se introdujo en el sistema y se hizo responsable de forjar mejores realidades para la comunidad, valiéndose de sus convicciones, sus valores y sus conocimientos.  “La verdad es que siempre lo viví como una responsabilidad enorme al ser Directora, nunca como un honor. Fueron años de mucho trabajo. Ser funcionaria pública para mí significó conocer y trabajar en cada paso de la gestión: desde la generación de una idea, la ejecución, la evaluación”, argumenta Paula.

“Te puedo decir que aprendí a hacer todo: lo administrativo, legal, contable, trabajé en los depósitos, en la atención al público, acarreé cajas y firmé convenios. Hice todo. Una de las cosas que más me molestan es la actitud de los jefes que se sientan en un acto a lucirse con el trabajo ajeno. Yo me siento en un acto o tomo la palabra cuando formé parte de las etapas de ejecución de esa gestión sino, realmente, no lo siento”, advierte.

En este tránsito salen a la luz los populares  “anónimos del sistema” que sostienen este engranaje, lo enriquecen y lo mantienen en movimiento, sobre todo cuando la marea esta turbia.  “Aprendí muchísimo del personal de la biblioteca, quienes siempre me transmitieron la idea de que somos servidores, prestamos un servicio, en este caso hermoso que es el préstamo de libros, el acceso a la literatura y la información”, revela, agradecida por aquella herencia.

El misterio de  un lenguaje inacabado y perfectible

La Biblioteca Provincial es una segunda casa para Paula. Es el resultado de su madurez y de las decisiones que tomó el camino. Una institución que le ofreció tanto como lo que ella pudo darle.  “Si la gente cree que la biblioteca es un buen lugar para estar, que la siente como propia, que es una referencia para otras bibliotecas y actores del universo del libro, entonces hemos cumplido con buena parte de los objetivos”, señala.

Con una verborragia oportuna, reflexiones admirables y la autenticidad de quien sabe lo que quiere, Paula es una mujer ejemplar. Una profesional que destila sabiduría, humildad y esperanza. A través de Paula, entiendo que los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro paso por este mundo. ¿Y de qué sirve agotarnos en un único intento? “Podemos construirnos desde el discurso, habilitando la comunicación con otros; instituyendo una voz, voces que construyan desde la más absoluta libertad, una forma de ver el mundo y de habitarlo”, concluye.

“Hay en el mundo un lenguaje que todos comprenden: es el lenguaje del entusiasmo, de las cosas hechas con amor y con voluntad, en busca de aquello que se desea o en lo que se cree”, expresa Paulo Coelho. En este sentido, Paula Bertini es el eco de aquellos que moldean el presente en pos de mañana poder escribir y contar la historia de una humanidad que no se dio por vencida, que contó más victorias e intentos que derrotas y actos fallidos; que habito tantos mundos como el uso de la palabra se lo permitió.

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