POLÍTICA

Todo el sistema educativo en Salta está crujiendo: Matías Cánepa pende de un hilo

La gestión del ministro continúan sumando duras críticas

Matías Cánepa

(Por Matilde Serra) – La pandemia del COVID-19 alteró no sólo la vida privada de las personas sino también sus planes laborales y para aquellos que estaban en la función pública, sus planes políticos. De hecho, el gobierno que conduce Gustavo Sáenz tuvo que maniobrar con energía para ir sorteando la fiereza de la tempestad. El problema que le reclaman algunos al Gobernador Sáenz es que en lugar de marineros experimentados se dio con que tenía el barco lleno de grumetes.

Para colmo de males, al gobernador se le ocurrió colocar en los puestos de mando de esta nave a la deriva a personajes que rayan lo insólito, ya por sus características personales, ya porque más que en puestos de abordaje, la mayoría sólo califican para mascarones de proa.

En una de materias claves para el desarrollo de cualquier sociedad o país, en educación, Sáenz decidió nombrar a su amigo: Matías Antonio Cánepa Outes, muy trabajador, pero poco preparado para poder capear la crisis que se le vino encima.

Ocurre que Cánepa, de a poco se fue encorsetando en su propia realidad, envolviéndose con el hilo de Ariadna hasta quedar en este momento como un gusano de seda enrollado y sin saber si podrá llegar a ser mariposa. Cánepa, como todo trabajador hormiga, es un hombre metódico, de hábitos repetitivos y sobre todo conservadores, con gran temor a la aventura, grave defecto en un tiempo donde un funcionario si quiere sobrevivir a la crisis debe improvisar sobre la marcha, que se dice, es la virtud de los elegidos.

Con un año detenido en materia de clases destruido, con un “sistema académico” que redujo los pizarrones a pantallas de celular o de computadora, con maestras que cambiaron el delantal blanco por el deshabillé y con madres al borde de un ataque de nervios, la Cartera educativa requería de un político hábil, dinámico, actualizado y con una mirada que se anticipe a los hechos. Todo lo contrario de lo que está ocurriendo con Cánepa en este momento que se encuentra atrincherado en su oficina, navegando por Zoom y alejado del mundo que se vino encima.

Esta situación la perciben los gremios que están haciendo su negocio político en las redes sociales, alimentando el descontento docente para ganar porotos y conciliando entre todos los sindicatos para fortalecerse, cosa de que cuando llegue el momento solamente deban hacer un “enter” desde la mesa de un café y Cánepa se encuentre con la docencia de paro.

La falta de una decisión política firme sobre cómo sigue el año, cómo se avizora que será el próximo, qué pasará con los alumnos, habrá promoción o no, harán dos años en uno en el 2021, será presencial o la virtualidad continuará, qué pasar con la Junta de Calificación y Disciplina y los nombramientos que ahora inscribirá de manera virtual, qué se hará con el mantenimiento de los edificios, las refacciones. Cómo se soluciona la virtualidad en sitios donde no hay conectividad, cómo afecta la nueva situación a los contenidos. Qué se hace con la famosa E.S.I. y así un larga lista de interrogantes, están hundiendo el piso de sustentación de un ministro que no tiene capacidad de respuesta y que cuenta con un equipo de burócratas que tampoco le acerca ninguna motivación.

¿Un ministro católico para escuelas católicas solamente?

Otro problema “ad hoc” para Cánepa es la situación de la educación privada donde un 30% de los establecimientos está padeciendo problemas que a medida que avanza el tiempo se van agudizando. Algunos de nivel inicial ya han cerrado o están en vías de hacerlo. La caída en el pago de las cuotas alcanza un promedio del 50% y se agudiza aún más obligando a que reduzcan los sueldos docentes provocando un problema social con la pérdida de fuentes laborales que además afecta al personal administrativo y de maestranza, motivando que se plantee el problema qué ocurrirá con esa masa de alumnos que deberá transferirse al sistema público.

Esos establecimientos están planteando al ministerio de educación ser incluidos en los beneficios de la subvención que en su mayoría cobran los establecimientos confesionales, que a su vez resulta un dinero que termina siendo manejado por personeros ligados a la Curia local. El reclamo tampoco es nuevo, se remonta a una década atrás.

En algunos de estos establecimientos los docentes han pactado que por lo menos les paguen la obra social y las cargas sociales o bien, no pagar estas últimas pensando en ingresar en una moratoria.  A pesar de haber pedido reiteradamente audiencias con el ministro Cánepa, todavía no recibieron ninguna respuesta y se preguntan qué pasará con la matrícula del próximo año. Piden que el presupuesto se reparta de manera equitativa entre todos y no que haya “hijos y entenados”.

En síntesis, todo el sistema educativo en Salta está crujiendo y ni el ministro Cánepa ni su equipo muestran señales de una actividad mental que acerque alguna esperanza sobre el futuro inmediato. Todo se agota en reuniones y burocracia administrativa, de política educativa nada. De política, menos.

En los pasillos del poder se comenta que el tiempo de Cánepa se está agotando porque el gobierno necesita mostrar alguna señal hacia el sector público y el privado. Mientras tanto, los sindicalistas, como en el mito romano de Las Parcas, están ajustando los hilos de la vida ministerial de Cánepa: Nona que hacía girar la rueca, ya la detuvo, Décima, que decide la longitud del hilo ya marcó que no hay más. Falta que Morta corte nomás el último hilo, ése del que está pendiendo la gestión de Matías Cánepa.

Apuntan contra el gestión de Matías Cánepa
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