(Por Patricia Manrique) – Este año, los políticos de Salta tomaron trascendencia a nivel nacional por escándalos y no por su labor para mejorar la calidad de vida de la gente. Un claro ejemplo es el del kirchnerismo, principalmente por dos casos: la corrupción en Aguaray y el escándalo sexual de Juan Ameri. En ambos casos, el líder del espacio, Sergio Leavy, se lavó las manos y se convirtió en Spiderman porque entregó atados a los dos.
La corrupción en Aguaray desató un problema institucional en Salta. Enrique Prado se vio envuelto en el robo de caños del Gasoducto NEA. Una empresa mendocina se presentó para “hacerle el favor al municipio” de sacar caños de una de las obras más importantes de los últimos años, con la excusa de evitar contaminación. El robo se valuó en 13 millones de dólares y Quique Prado quedó en la mira de todos, curiosamente el nombre del Frente de Todos al que pertenecía el ahora exintendente.
Aquí viene la primera escena de Spiderman. Ramón Villa, diputado del núcleo más duro del krichnerismo salteño, fue quien presentó el proyecto para intervenir Aguaray. Aunque parezca increíble, el espacio se lavó las manos y prefirió entregar la cabeza (políticamente hablando) del intendente de Aguaray, antes que quedar pegados en el hurto del gasoducto – ¿ya dije que el robo equivale a 13 palos verdes? – Automáticamente, se hicieron eco otros diputados y finalmente se aprobó la intervención con solamente un voto en contra, como siempre, del Partido Obrero.
Ahora bien, demos vuelta la página y vamos a la segunda escena de Spiderman. El caso Juan Ameri que avergonzó a todos los salteños ante el mundo entero. Resulta que este señor (ni siquiera es salteño) llegó a la provincia y se pegó rápidamente al Oso Leavy (el padre de las criaturas). Allí encontró un espacio y entró al Congreso por la venta. ¿Cómo? Fue en la lista de Leavy en 2017 y como tanto el Oso como Nora Giménez fueron electos senadores nacionales en 2019, el aprendiz de barrabrava ocupó una banca en la Cámara de Diputados de la Nación.
La historia terminó como empezó, porque Ameri salió por la misma ventana por la que entró, sin pena ni gloria. El “compañero” no tuvo mejor idea que besarle el pecho a su novia mientras sesionaba y quedó expuesto ante el mundo y, obviamente, también su novia. Sin importar las excusas, el primero en entregar a Ameri fue el mismo Oso y, como todo padre ausente, se desentendió de la situación y pidió que la Cámara sancione a su propio engendro (engendro político, para no herir los sentimientos de nadie).
Aquí las dos escenas de historieta de superhéroes, pero no tan héroes, más bien villanos, que metieron en la política salteña a estas personas y ante la primera cosa extraña prefirieron servir la cabeza de Prado y de Ameri en una bandeja. A todo esto, ¿dónde está Sergio Leavy?; ¿Se hará cargo de sus hijos políticos?… por ahora, se hace el Oso, nunca mejor puesto el apodo.